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Israelism
sábado, setiembre 18, 2004 |
Lo único que sé de Israel, el país, es que los israelitas suelen ser de piel oscura y el pelo negro ondulado (dos cosas que en materia de gustos me desagradan) además de ojeras profundas (eso sí me excita). Cada vez que me hablaban de algún hebreo pensaba en Osama Bin Laden desnudo y a continuación me daban arcadas y todo el asco que aquello implica. Pero me equivoqué. Más allá de recordar a Dominika con estrellas de David en las tetas, en el videoclip de "Israelism" del grupo Army of Lovers (uno de mis grupos preferidos), aquél país había de depararme una aún más grata sorpresa.
Gracias al Gaydar.co.uk, conocí a un chico israelita. Me envió una foto (la cual reproduzco líneas al comienzo de este post) que me hicieron darme cuenta que quizás mi futuro estaba en el lejano oriente. Se llamaba Oter y su piel blanca, su cuerpo delgado y huesudo, y la maravillosa mata de vello pectoral en medio de sus tetillas seguramente deliciosas, me excitaron demasiado.
Con Oter no pasó nada más que triviales conversaciones vía MSN hasta el día de hoy que, por fin, decidimos tener sexo por cam. Aparte de ser mucho más delgado que en sus fotos (cosa que en vez de repugnarme acrecentó mi ansiedad), lo que me impresionó de él fue su pene. No era grande, era un apéndice casi monstruoso. Esa no es la palabra, mosntruoso suena a algo deleznable, pero este pene además de ser exquisito era bastante grande, uno de los más grandes que he visto en mi vida. Lo tomaba del pubis y no podía evitar que el otro extremo colgara y se hiciera un espiral. Un portentoso miembro viril que me encantaría succionar, pero dudo mucho pueda acaparar en mi garganta (yo no soy Linda Lovelace, pero mis facultades orales son muy bien apreciadas por todos).
Lo gracioso del asunto es que a mi abuela se le ocurrió llamar a la señora de la limpieza justo en el momento en que Oter y yo nos masturbábamos mutuamente. Para mi desgracia, la lustradora se había quedado en mi cuarto, y justo en el momento en que ya estaba listo para eyacular, mi abuela toca mi puerta a gritos reclamando por la aspiradora. No pude evitar mi frustración y, al ver mi pene flácido (y la cara de espanto de Oter), mandé a mi abuela a la mierda por primera vez en mi vida.
Cuando la escuché irse, saqué afuera la bendita lustradora y cerré la puerta. Al querer retomar la paja, pude escuchar afuera a la señora moviendo los muebles y haciendo sonar el inclemente aparato: "RRRRRRRRR". Hice un esfuerzo sobrehumano para poder eyacular de una buena vez. Oter me pidió que me bebiera mi esperma y así lo hice, frente a la cámara, poniendo mi sémen en la punta de mi lengua para que él se viniera (extraña manera de llegar al orgasmo la de este chico, pero bueno, por un mancebo así yo encantado).
La experiencia me satisfizo bastante, a pesar de los "imprevistos" ya descritos, no obstante, se me quedó grabado en la mente el voluminoso pene de Oter. Y entonces me di cuenta que estoy volviéndome más versátil en materia sexual, porque me imaginé penetrándolo, o sea, siendo yo el activo (lo mismo que me sucede con Pertur, capítulo aparte), puesto que con ese pene... AUCH! no quiero tener hemorroides, quizás de aquí a unos años mi ano ya pueda asimilar tanta portentosidad.
*Si desean conocer REALMENTE de qué estoy hablando, hice una captura de pantalla de la webcam de Oter. Como corro el riesgo de ser censurado por todos los intolerantes, pueden acceder a ver la foto haciendo click aquí. ¿No es precioso?
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