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Siguiendo tus pasos
miércoles, setiembre 15, 2004 |
Hoy Pertur llegó a clase, se sentó en la mesa redonda y a quien primero miró fue a mí. Sentí un escalofrío. No quiero enamorarme de él. Los chicos a su edad tienen la cabeza confundida y suelen ser demasiado complicados. Además a mi ya me falta casi lustro para los 30, así que ya debería dejarme de estupideces. No obstante, me quedé con la espina y decidí a seguir a Pertur. Acabó la clase exactamente a las 11 de la mañana y tomé su ruta, por lo que me adelanté primero. No volteé: sabía que él estaba caminando atrás mío.
Pasó una cuadra. A propósito disminuí la velocidad de mis pasos, y fue cuando Pertur pasó caminando junto a mí como si nada y se adelantó para continuar caminando. Una voz interior me dijo "ya ves...". Pero NO. Pertur, luego de caminar un trecho, voltéo y ME MIRÓ de reojo. Y volvió a hacerlo repetidas veces hasta que llegó al paradero, tomó su combi con gesto autómata y se alejó sin mirar atrás.
Y yo seguí de largo, para evitar quedar en ridículo. Ahí fue cuando luego de cavilar acerca de lo ocurrido, descubrí que (desgraciadamente), no es que él sea gay o no, sino que es mucho más TÍMIDO que yo. Tranquilamente pudo haberme hablado o pasado la voz al caminar junto a mí, pero no pudo hacerlo porque sus nervios se lo impidieron. El hecho que voltease a verme me lo corroboró. Él QUERÍA hablarme. Pero no pudo. Aunque tengo mis dudas, porque en clase le habla a un energúmeno que se sienta a su costado, lo cual demostraría que no es tan tímido pero... ¿será que se ofusca conmigo porque le gusto? ¿O porque pasa completamente de mí?
De momento trato de encontrarle el lado positivo a la experiencia para que no me resulte tan poco grata. Al verlo caminar, me percaté que su trasero es (casi) inexistente. Y que además sus piernas son extremadamente delgadas y, para colmo, son torcidas, como esa gente que cuando se para derecha las piernas forman un paréntesis... ()
Y aún así, voy a la clase de francés sólo por esperar que algún día sus labios me den el pasaporte a su paraíso interior. Me gustas mucho, Pertur. Más de lo que me puedo permitir.
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