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Feliz Año Nuevo
viernes, diciembre 31, 2004 |
Cerramos este año 2004 con 2 buenas noticias:
-Medication se coronó como el MEJOR BLOG PERSONAL del año 2004, galardón otorgado por los amiguísimos de BlogsPeru. Definitivamente, el camino hacia la tolerancia en la web va por buen camino.
-Desde hace una semana más o menos, Medication está el TOP de los 25 de los Blogs Personales MÁS VISITADOS de BlogsPeru. Tal parece que las aventuras de este servidor centran el interés de la mayoría de los cibernautas.
Haciendo tripas corazón de los discursos trillados (y teniendo como tema de fondo aquella odiosa melodía llamada "Pomp and circumstance", que acostumbra amenizar ceremonias de graduación, juramentaciones, ascensos personales y hasta velorios) no me queda más que agradecer a todos aquellos que han convertido a este blog en uno de los más populares. Hasta la fecha me parece inconcebible que gente extraña disfrute de las paranoias de este humilde escribano, pues cabe repetir que desde el primer momento, este espacio virtual vio su génesis como una especie de terapia de choque, pero sin electroshock. Así es: escribo para mí mismo, para no volverme loco, y me satisface que muchos se vean reflejados en los posts que mi hígado suele expulsar.
Para terminar con esta diatriba cuasi burlesca, como mi regalo navideño no satisfizo a muchos, a continuación les dejo como regalo de fin de pascua una prueba de que Mr. Robert Stearns no es ningún desaventajado, muy por el contrario. Además, como dice Leuzor, el sexo vende (y también da rating).
¡FELÍZ 2005! (yummy)
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All about Mr. Dick
jueves, diciembre 30, 2004 |
Hasta la fecha, uno de los más grandes misterios en la interminable historia de mi tempestuosa existencia ha sido el tema del falo masculino. Cuando la gente me pregunta por qué soy gay, siempre me gusta responderles que adoro el físico, el cabello, las cejas y la mirada de un hombre, sea viril o no, lo cual depende del estado emocional en que me encuentre (está demás decir que tormentos como Pertur o Toshiro distan de poseer la masculinidad de un semental prototipo). Por otro lado, lo que nunca le digo a la gente que me viene con tan singular pregunta, es que me gusta el pene. Podría obviar una sesión salvaje de sexo anal por sólo tener un pene en mi cavidad bucal, y recorrer con mi lengua los pliegues y la forma de aquella maravilla de la creación, porque la verga es un fin en sí misma, es el estado concéntrico del mundo, del universo, the world spins around it. Nadie se cansa ni se cansará nunca de hablar sobre el tema, por más freudiana que sea la fijación padecida por millones de personas.
Cuando voy por la calle, intento a emular a Cecilia Roth en la primera escena de "Laberinto de Pasiones", de Almodóvar. Y es que no existe nada que más me llame la atención que caminar atento a los "paquetes" ajenos. Las braguetas de los transeúntes guardan muchos secretos: algunos permanecen indiferentes cuando ven pasar una chica voluptuosa, otros se despiertan formando un considerable bulto, otros ya estaban abultados desde hace rato, y existen los que están en noventa grados las 24 horas del día. Eso es lo que me pasaba cuando estaba en el gimnasio: dejé de ir porque mi buzo no ocultaba la montaña que se me levantaba cuando algún rubilindo de turno hacía pesas junto a mí o utilizaba el aparato para endurar las nalgas y me mostraba la grandeza de su trasero en forma de melocotón.
Lo de la contemplación de "paquetes" en plena vía pública tiene sus consecuencias favorables: es una de las claves principales del ligue callejero. No hay mejor cosa que demostrarle a un hombre que ves pasar por la calle cuánto te gusta, sin dejar de mirar su entrepierna. Según la técnica, previamente hay que hacer contacto visual, luego centrar la vista en la pelvis, aunque bien puede obviarse el primer paso si uno está desesperado de tener que contar ovejitas cuando el placer reclama. Confieso que jamás me ha pasado, pero sigo perseverando, y tratando de olvidar aquella vez cuando huí despavorido, al percatarme de que, en la calle, quien había posado los ojos en mí era un clon de Melcochita.
La vez pasada, durante una conversación por MSN, le dije a uno de mis fans (cuando tu blog tiene éxito tienes que publicitarlo y además, alardear de ello) que lo primero que hago cuando un hombre se pone a mi merced, luego de sacarle la camisa y hacerle honores a su abdómen, es bajarle el calzoncillo y contemplar aquella erección que lucha por ser liberada. Disfruto de los mágicos minutos previos a soltar a la verga de su jaula, de bajar la truza y mirar con delicia al pene saltando, erectísimo, apuntando hacia mí, vibrando, rojísimo e invitándome a saborearlo. "Podría pasarme horas observando el falo erecto de un hombre, sin tocarlo, sólo por el morbo que eso implica" le dije a mi fan, que dicho sea de paso era mujer, y nunca antes había dicho algo tan en serio.
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Felíz Día de los Inocentes
martes, diciembre 28, 2004 |
Llegamos a mi fecha favorita del año, y yo que creía que ya había perdido el don de engatuzar a la gente, en esta oportunidad me granjée más insultos que el año pasado, a raíz de una conversación mañanera con Ana Conda, que encendió mis instintos payasescos.
Víctima 1: Yo
Ana: No sabes.
Cyan: Qué pasa?
Ana: Ayer me metí al MSN, bien de noche ya, y me encontré con Toshiro.
Cyan: Y???
Ana: Estábamos hablando, y en una de esas, sabes lo que me dijo?
Cyan: Qué te dijo?
Ana: Que se había dado cuenta de que tú querías con él.
Cyan: Noooo
Ana: Traté de negarlo, pero seguía todo seguro él, que facil yo le hacía el habla para hacerle el corralito contigo, me comenzó a gritar!
Cyan: QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
Ana: Que cómo era posible, que no se qué, me dijo que yo era una mala persona, y que ni cagando le iban a gustar los hombres...
Cyan: Me muero!!!
Ana: FELIZ DIA DE LOS INOCENTES!!!
Cyan: Te mato!!!
Víctima 2: Carol
Cyan: Oe Carol alucina!
Carol: Qué pasó?
Cyan: Toshiro se dio cuenta de que yo quiero con él!
Carol: Mierda
Cyan: Y me mandó a volar!
Carol: Pucha no sé por qué los hombres reaccionan así... pero no te hagas paltas, tú ni siquiera sufrías por él aún...
Cyan: No, pero me da mucha tristeza.
Carol: Tampoco era tu amigo...
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
Carol: Venganzaaaaaaa
Víctima 3: SuperScout
Cyan: Santos, ya no puedo ocultarlo más: tú me gustas.
Scout: Naah, no creo, a tí te gustan mas claritos =)
Cyan: No creas. Desde hace poco, he empezado a desarrollar un sentimiento por tí.
Scout: No pasa nada, yo soy bien hombrecito.
Cyan: Ok, necesitaba escuchar eso. Me suicidaré.
Scout: Qué???
Cyan: Tomaré pastillas. Adiós, Santos.
Scout: No!!! No lo hagas!!! Noooooooooooooooooooooo
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
Scout: Maricón!!! jajajajaja...
Víctima 4: César Soplin
Cyan: Y así pues, la cosa es que la chica en cuestión estaba borracha, se me ofrecía en bandeja.... y como quería conmigo, pues tuve que servirla, qué iba a hacer? Además tarde o temprano tenía que probar a estar con una mujer, aunque me jodía que fuese tan regalada...
César: Preséntamela!!!
Cyan: No es tan sencillo: hoy me enteré que voy a ser papá!!!
César: No huevón, no es tan sencillo: que te muestre los papeles!!! el ADN!!! Por qué carajo no has usado un condón, huevón? Acaso pesa?
Cyan: Sí, puta madre...
César: No jodas... no te parece que te haya jalado así por así? A mí sí...
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
César: Eres un huevón de mierda.
Cyan: Jaaaaaa
César: Graciosa te crees?
Cyan: Payasísima.
Víctima 5: Mia
Cyan: No sabes... NO SABES!
Mia: Que? Qué Queee?
Cyan: Pertur se dio cuenta que escribo de él en mi blog! Me mandó un e-mail!
Mia: Cómo lo consiguió?
Cyan: Lo leyó en "La República".
Mia: Pero eso lo leyó todo el mundo, hmmmm....
Cyan: Y hoy me esperó en la puerta de la academia de francés.
Mia: QUE?!! QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE? Se vieron?????????
Cyan: Siiiiiiiiiiiiiiii
Mia: Cuentameeeeeeeeeeeeeeee
Cyan: Chapamos! En el baño!!!
Mia: Juraaaaaaaaaaaaaa
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
Mia: Jajajajajaja, malditooooooo
Víctima 6: Leuzor
Cyan: Adivina con quién me encontré anoche en el Valetodo?
Leuzor: A quién?
Cyan: A César Soplín!
Leuzor: No jodas! Sólo? O con su enamorada?
Cyan: Solito! Y no sabes!
Leuzor: Cuenta, cuenta, soy una tumba.
Cyan: Ni bien me vió, me jaló del brazo, y me llevó a los sillones.
Leuzor: Xuxa, no te creo.
Cyan: Parece que estaba picado, porque me empezó a meter floro.
Leuzor: Qué achori!
Cyan: Y a eso de las 4am, el huevón se me viene encima.
Leuzor: Uyyyyyyyyyy no jodaaaaaaaaaaaaaaaaaas
Cyan: Y no estuvo nada mal, eh...
Leuzor: Y? Y? Y??????
Cyan: Ahora somos pareja.
Leuzor: Pero lo has pensado bien? Y su enamorada? Tú como te sientes?
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
Leuzor: Jaaaaaaa!!! Qué bueeenaaa!!!
Víctima 7: Mirko
Cyan: Voy a ser papá!
Mirko: Qué? De verdad?
Cyan: De verdad. Fue con una amiga de la universidad, en una fiesta. No quería contarle a nadie, sucedió hace un mes, me aterraba contarlo en mi blog.
Mirko: Pero no es que nunca habías estado con una mujer?
Cyan: No... hasta hace un mes.
Mirko: Qué mal! Cómo lo tomaste vos? Ya se lo dijiste a tus viejos?
Cyan: FELÍZ DÍA DE LOS INOCENTES!!!
Mirko: Hoy es?? Qué hijo de puta, jajajaja...
Víctima 8: Hugo
Cyan: Pucha, alucina que me hice el examen de Elisa.
Hugo: Anda... todo bien?
Cyan: Emmmm... soy seropositivo =(
Hugo: Ta mare...
Cyan: Qué puedo hacer? Bua
Hugo: ERES UN PENDEJO
Cyan: Jaaaaaaa
Hugo: Me has asustado.
Cyan: Chess...
Hugo: Me acabo de acordar.
Cyan: FELIZ DIA DE LOS INOCENTES!!!
Hugo: Qué horrible. Me paltée feo.
Cyan: Uy xuxa, perdón.
Gracias a Dios no se conectaron todos mis conocidos al MSN, que sino, el libro largamente esperado hubiese salido antes de lo previsto.
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Blow-up for Christmas
lunes, diciembre 27, 2004 |
Decidí pasar la Nochebuena en compañía de Michaelangelo Antonioni. Luego de una visita criminal a Polvos Azules el mismo día 24 (nada mejor para adelgazar, pues navegar entre el mar humano de sudores y hedores es toda una odisea de supervivencia), logré adquirir una copia decente en DVD de "Blow-Up", aquél clásico de los años 60 en donde el nínfulo David Hemmings, en el rol del fotógrafo obsesivo, me produce más morbo que leer el último libro de Jaime Bayly. Esta película la vi en una copia en vhs más que deficiente hace unos 5 años, durante la clase de Teoría del Cine en la universidad. Por lo tanto, opté por revivir la magia y el glamour del buen cine en la soledad de mi casa, sin árbol de navidad, sin nacimiento y sin regalos.
Aún quedaba chocolate caliente del día anterior, además mi amigo Robus Tito me había regalado un panetón D'Onofrio la semana pasada, de manera que no tenía más que acomodarme en el sillón, frente a mi fiel televisor Sony de 21 pulgadas. Eran alrededor de las 11 de noche cuando puse la película en el reproductor de DVD, colocando sobre la mesita la jarra con el chocolate y el plato lleno de tajadas de panetón. Comenzó la acción: la fotografía de tonalidades azules, la locura londinense de los 60, David Hemmings saliendo de la cárcel hacia el estudio fotográfico que haría palidecer de envidia hasta a Mario Testino, me recordaron las ganas que tengo de hacer una película como esa.
No tuve que mirar el reloj para saber que ya eran las doce: el ruido de los fuegos artificiales y la algarabia que llegaba desde la calle me informaron que la Navidad había llegado, al menos eso creí. Quize llorar, pero intenté concentrarme en la acción de la película. Sin embargo, tomé un gran trago de chocolate caliente y dije, en mi mente: "Felíz Navidad, Pertur". Una lágrima bajó por mi rostro, como un niño al que Papá Noel nunca trajo el regalo esperado. Me puse de pie para alcanzar el papel higiénico, y como estaba en el baño, decidí tomarme una cápsula de Prozac, del reluciente frasco nuevo adquirido hace 3 días, y que no pensaba volver a usar.
Volví a sentarme, con los ojos humedecidos. La película transcurría ajena a la Navidad, estaba llegando a la parte en la cual las dos modelos/putones llegan a la casa de David Hemmings a ofrecérsele, muy sueltas de huesos. David sabe a lo que vienen, las escudriña con sus preciosos ojos azules, y desabotona lentamente su camisa celeste, inundando el cuadro con la blancura de su pecho, seguramente delicioso y suave al tacto, sin músculos, como bíceps de níveo adolescente. Al observar el bello espectáculo y las tetillas sonrosadas (y erectísimas) de David Hemmings apuntando hacia mí, mi pene se puso duro.
Puse el chocolate sobre la mesa, me bajé el pantalón y mi calzoncillo almodovariano de rayas rojas y guindas, y procedí a masturbarme, imaginándome a mí mismo lamiendo y mordisqueando el ombligo, el vientre y los alrededores de ese torso divinamente esculpido. De pronto, un pensamiento cruzó mi mente como un rayo: aquél torso bien podía ser el de Pertur. David Hemmings distaba mucho de parecerse a Pertur Bado, aunque ese cuerpo espigado y huesudo podría constituír una cercana proximidad física.
Y de repente me encontré echado sobre el mueble, presa de una alucinación, respirando entrecortadamente, sintiendo la proximidad del orgasmo, observando cómo Pertur cabalgaba sobre mí, completamente desnudo, apoyando sus manos en mi pecho, cabizbajo, con sus bucles cuasi rubios cayéndole sobre el rostro, a través de lo cuales me miraba con lujuria, mientras yo lo poseía, mientras mi pene entraba y salía de su cavidad prístina e increíblemente estrecha. Sus piernas descansaban a ambos lados de mis caderas, y yo acariciaba el vello insipiente de sus muslos, la vez que recorría mis manos por su vientre, por su cuello, por sus tetillas, duras y pequeñas como mini-alfileres. Cuando la alucinación llegó al punto máximo en el que fui capaz hasta de escuchar los bramidos de placer de la voz infantil de Pertur, eyaculé como un héiser, emitiendo un gran chorro que subió en 90 grados hacia el cielo y regresó, cual boomerang, para manchar y humedecer mi polo, mis calzoncillos, y parte del sofá y la mesa.
Mientras me limpiaba con papel higiénico y servilletas de papel, pensé que uno nunca termina de conocer los placeres recónditos de la masturbación. Aquello es una bendición, me dije a mí mismo, y es mucho más efectivo que tomarse una pastilla de éxtasis, la cual sólo trae un gran dolor de cabeza cuando pasa el efecto adrenalínico. En la pantalla, una jovencísima (y regia) Vanessa Redgrave se desabotonaba el sostén y le mostraba sus pechos (ocultos del cuadro por un florero) al impávido David Hemmings, mientras yo volvía a acomodarme en el sillón para llegar a la conclusión que esta había sido, a pesar de estar solo, la mejor navidad (y uno de los mejores orgasmos) de mi vida. Al tomar el vaso de chocolate, noté una gota blanca de mi sémen flotando en la superficie. Como no quise desperdiciar lo poco que quedaba en la jarra, decidí brindar para mí mismo con una cucharada de mi propio elixir. Después de todo, es mucho más seguro que beber secreciones ajenas.
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Felíz Navidad
viernes, diciembre 24, 2004 |
No es política de este blog publicar desnudos gratuitos, principalmente porque, aunque no lo parezca, la mayoría de mi público objetivo es, según los estudios de marketing cortesía de mi contador estrella, NO SON, como podría pensarse, gays, sino por el contrario, heterosexuales y hasta bisexuales. De tal modo, este podría ser el primer blog straight-friendly de la historia. Por lo tanto, en nombre de los pocos gays que me leen (que no somos muchos ni tampoco machos), ahí les va un regalito adelantado de Nochebuena: Mr. Robert Stearns. Al menos, se harán una idea sobre la imágen que utilicé para masturbarme antes de postear este saludo navideño. Ho, ho, ho...
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Aviso de servicio público
jueves, diciembre 23, 2004 |
Me dirijo a tí. Sí, a tí, que respondes al seudónimo de Pertur Bado. Durante muchas noches una idea desgarradora me rondó por la cabeza: que te hayas dado cuenta que hablo de tí en este blog, y por consiguiente, sepas quién soy yo y lo que siento por tí. De ser así el caso, reconozco que fue un error aparecer publicado en el reportaje del diario "La República", pues de alguna manera se rompió el caracter de blog underground, para pasar a ser la estrella (estrellada) por un día, y lo que es peor, hacer públicas las memorias (reales) de un servidor que, literalmente, se está muriendo por una sola causa: tú, y tú hasta el infinito.
¿Por qué te digo esto? Porque me parece irrazonable que tú, un muchacho que creía razonable (sic) esté estudiando francés, se matricule en el nuevo curso, y repentinamente, deje de asistir a clases, a pesar de haber cancelado la inscripción y aparecer en la lista de alumnos. Lo que más llama la atención es que todos los hechos sucedieron justo después de publicarse el reportaje en "La República", razón suficiente para desechar cualquier infeliz coincidencia del destino.
Pertur (discúlpame por llamarte así, tu y yo sabemos perfectamente las letras que conforman tu verdadero nombre, que a pesar de ser un nombre que despierta sonrisas, a mí me parece la palabra más bella del universo) sólo tengo un mensaje para tí: no fue mi culpa. Yo no pedí (ni quise) enamorarme de tí. El amor no escoge. Sino, no seríamos tan tontos de irnos a enamorar de quien no nos ama, ¿no crees? Aunque debo reconocer que sabía de antemano que me ibas a traer problemas, desde la primera vez que apareciste en la puerta del salón de clases y, para variar, 15 minutos tarde. Sabía que no podría ser indiferente a tus ojos, a tu cabello, a tu expresión de niño asustado. Sabía que iba a tener que batallar muy duro, mi conciencia iba a librar una feroz guerra para reprimir mis sentimientos. Desgraciadamente, no lo conseguí. Fracasé. Lo siento. Pero lo siento más por mí que por tí, porque tú no eres el que se está muriendo, sino yo.
Quizás el verte presa de un sentimiento tan inmenso como es el amor, y lo que es peor, el amor mezclado con obsesión al no ser correspondido, te ahuyentó de mí, tanto que tuviste que huir despavorido. Y no te culpo: yo en tu lugar hubiese hecho lo mismo. Te notaba distante, tímido, quizás aún por madurar ciertos aspectos de la vida adulta. Porque tú ya eres adulto. debes afrontar las consecuencias, no huir de los problemas. Y te lo dice alguien que, descaradamente, prefirió consumirse en vida a intentar hablar contigo y transmitirte, con la menor presión posible, el inmenso dolor que llevo en el corazón desde que me dí cuenta que estaba enamorado de tí.
Sin ánimos de apelar al melodrama ni a un capítulo nuevo de Corín Tellado, te transmito un mensaje simple: no tuviste (ni tienes) nada que temer. Nunca habría sido capaz de hacerte daño ni de tomarte por la fuerza. Recuérdalo: estamos demasiado conectados, al menos yo a tí, y si tú sufres, yo sufiría el doble. Intenta comprender y ponerte un poquito en mi lugar. Entonces, sólo entonces, eres bienvenido a contactarme, a escribirme un e-mail o a hablar directamente conmigo. Ya sabes dónde encontrarme, te estaré esperando con la mejor sonrisa y promete no reaccionar más de la cuenta. Una conversación para aclarar las cosas no le vendría mal a nadie, ¿no? Por último, recuerda: no te pido que estés enamorado de mí. Yo ya te quiero por los dos.
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Homo au pair
miércoles, diciembre 22, 2004 |
Las navidades siempre consiguen aflorar, con éxito, lo peor de mí. Anoche me encontré en la penumbra de mi cuarto, llorando como un niño pequeño a quien le acaban de quitar su juguete preferido. Ni yo mismo comprendía por qué estaba llorando. Creo que lloraba más por rabia que por pena. Lloraba de angustia por estar llorando por Pertur, una vez más. Lloraba porque estaba llorando. Tenía pena de tener pena. Me consumía de cólera por tener cólera. ¿Quién puede entender la infinidad de ideas que se cruzan por mi cabezota?
Me levanté para tomar tres cápsulas en vez de la acostumbrada dosis matutina. Mirándome al espejo, quise morir una vez más: ojeras, dios mío, aquellos malditos zurcos bajo los ojos, el semblante triste de mis pupilas, la agonía en mi mirada. No parezco tener 24 años, sino 30. Llegar a sufrir sin parar durante 24 años, nonstop & 24/7, es la mejor fórmula para un envejecimiento prematuro.
Por si fuera poco, Toshiro sigue estando allí mismo, donde lo dejé, desde la silenciosa ventana de contactos del MSN. Muchas veces he querido abrirle una ventana para conversar con él, y luego de quedarme contemplando el gran espacio en blanco, la he vuelto a cerrar. ¿Para qué voy a chatear con él? ¿Para volver a enamorarme de un straight, a sufrir por él, a terminar añadiendo un nuevo círculo al eterno espiral vicioso de mi vida? Por más cantado que esté el lado gay de Toshiro, tampoco deja de ser un absoluto pendejo, con todas sus letras. No va (ni piensa) dejar de coquetear a mis amigas, especialmente a Ana Conda. Concuerdo con el manifiesto femenino: todos los hombres son iguales (por no decir "perros", y terminar parafraseando a la impronunciable Paulina Rubio).
La pobre Ana Conda, como buena amiga que es, insiste en emparejarme con Toshiro. Nadie puede negar que es una alternativa más que jugosa, y acaba siendo un arma de doble filo por las razones previamente expuestas. Pero a Toshiro hay que trabajarlo. Sin tratar de pegarla de ocioso, no puedo esperar a que su lado gay salga a flote. No necesito a un "posible gay". No un gay en potencia. Tampoco a un gay a medio tiempo, ni a un bisexual. Necesito a un GAY. Un homosexual a tiempo completo. Un compañero. Un hombre au pair. Y es más, lo necesito ahora, ahorita mismo. Algunos dicen que la razón freudiana de mis tragedias radican en una infancia tormentosa: Papa Noel no me trajo nunca el regalo largamente esperado. Han transcurrido 24 años y lo sigo esperando mi regalo: un hombre, no un perro.
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Dèja vu
martes, diciembre 21, 2004 |
Lo mejor de todo es que Pertur es mayor de edad. Aquél lejano día de octubre, cumplió los 19 años para mi felicidad, mientras por ese entonces lo acompañaba hacia el paradero, observando su melena marrón agitándose al viento. La vida sigue dando vueltas en círculos, justamente hoy me levanté con la sensación de que todo seguía igual: él en mi clase de francés, sentado frente a mí, lanzándome las penetrantes miradas que nunca pude entender, y yo al otro lado del salón, observándolo, consumiéndome, hecho una pústula de deseo inconcebible sobre la carpeta, para luego evocarlo, torturándome, viendo las horas pasar, existiendo por él y sólo para él, llegando todos los días temprano, arreglándome lo mejor posible para poder gustarle, así él no me mirara, y luego morir un poco esperando que entre al salón, maldito tardón, y al final dando gracias al cielo por haber nacido, en el momento en que él golpeaba tímidamente la puerta e ingresaba al salón temblando, con su eterna vocesita de niño asustado.
-Bonjour...
A estas alturas, después de haber pasado más de 2 meses sin verlo, el lector comprenderá que este desdichado cronista de desgracias personales no está nada bien interiormente. Muchas veces, husmeando en libros de quiromancia, cartomancia y todas las "ancias", descubría las teorías místicas que decían que cuando uno se acuerda de alguien, al momento, sin haberlo pensado, como un dèja vu, es porque esa persona también está pensando en uno, porque el dèja vu no existe, es tan sólo una irremarcable falla en el mecanismo del destino y el azar. Me resisto a pensar que aquello pueda ser posible. ¿Pertur pensando en mí? Ni de vainas.
Decía que es una gran ventaja que Pertur sea mayor de edad. Así no van a poder meterme a la cárcel cuando algún día, presa de una sobredosis de Xanax, me encuentre a mí mismo a merced de una catársis incontenible, con ojeras gigantescas, esperando a Pertur en una esquina de la cuadra donde vive, ya muy entrada la noche, para poder violarlo. Creo que todo atisbo de humanidad y amor al prójimo acaba de desaparecer de mi vida. Mejor dicho, nunca lo tuve. Estoy enfermo, nunca me creí capaz de llegar a cometer tal atrocidad. Después que todo haya terminado, cuando haya eyaculado a gritos restregando mi pene contra sus nalgas de melocotón bañadas en mi lactosa divina, nadie podrá reclamarme nada. Nadie podrá mover un dedo. No podrán meterme a la cárcel por abusar sexualmente de un menor de edad. Si se le antoja, puede colocar una denuncia en mi contra (tan tonto no creo que sea, todo él desborda perfección), pero para ese entonces yo ya tendré lista la fórmula suicida de Hugo. Se agradece.
*Disculpe el lector la crudeza de los deseos de éste escritor frustrado. La posibilidad de que todo aquél plan llegue a consumarse es, digamos, de cero absoluto.
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La aridez de los brazos de Morfeo
lunes, diciembre 20, 2004 |
Para que el lector (o visitante, estos términos son bastante nuevos para la literatura online) pueda entender en toda su grandeza la magnitud de mi desgracia, tendré que empezar sometiendo este relato hacia los terrenos de la experiencia extrasensorial. Así pues, todo aquél que desee entenderme, no tendrá más que despojarse de cualquier situación espacio-temporal y seguir linealmente la narración que empieza en el próximo párrafo.
Ahora bien. Me encontraba saliendo de la academia de francés (como todas las mañanas) y opté por dirigirme a la casa de mi tía, la cual queda a unas pocas cuadras, para recoger unas cosas que mi madre le había enviado para mí, léase regalos navideños por adelantado. El envío llegó desde hace unos días, pero justamente tuve que esperar hasta hoy para poder ir, ahorrándome un viaje en vano y matando dos pájaros de un tiro. También olvidé mencionar que la casa de mi tía está situada muy cerca de la de Pertur. Inclusive, allá por la época en la cual lo veía todos los días, había hurdido un plan para ir a la casa de mi tía todos los días y de paso, acompañar a mi amado a su casa.
De modo que cuando estuve caminando, a paso rápido, me preguntaba qué habría sido de la vida de Pertur. Aquellas calles me resultaban tan familiares desde niño, en los días en que acostumbraba ir a visitar a mi tía y a jugar con mis primos (una historia igualmente digna de contarse), pero ahora todo me recordaba a él: el aire, las veredas, los matorrales, el olor. Pensaba que él hacía ese mismo trayecto todos los días de su vida, y veía y olía las mismas cosas que yo. Y de repente, lo ví: caminando como un rayo con su gastada mochila negra a la espalda, Pertur venía irremediablemente hacia mí, con su andar de ensueño, dejando una estela de polvo estrellado tras de sí. Fue recién cuando palpé mis mejillas que descubrí que estaba llorando, tal vez de alegría, al comprender que ese niño era, a pesar de haberlo visto pocas veces, tal vez la persona que más había amado en este mundo.
En ese momento mi cuerpo empezó a actuar por sí solo, animado quizás porque al fin encontró la razón que le hacía falta para vivir. Aceleré el paso, lo alcancé, lo saludé, se sorprendió, me sonrió, y hasta me cuasi abrazó. Con aquellos ojos que reflejaban el infinito del cielo, me contó que la universidad se le estaba haciendo tan pesada que tuvo que tomar unas asesorías extras en las mañanas, y a punto de perder el ciclo, optó por dejar el francés. Lo que siguió a continuación fue demasiado etéreo como para ser verdad: perdí el rumbo de mi destino, lo acompañé, hasta que llegamos a la puerta de su casa, la puerta que muchas veces, de día o de noche, había observado con el corazón oprimido. Me volví un cadáver cuando me invitó a pasar.
Arrastrando los pies, como zombi, presa de un pánico terrible, recorrí las paredes, las alfombras, los muebles de su casa, que concordaban con la imágen que noche tras noche intentaba fabricarme: todo olía a él, y empecé a amar cada centímetro de espacio, cada cosa que le pertenecía. Pertur tenía otro semblante, muy distinto al que proyectaba en clase, más ameno y ¿alegre?, pero también un poco nervioso. Me explicó que estábamos solos porque todos habían salido. Yo me quedé embobado mirando los adornos de la sala. Luego miré atrás y mi amado había desaparecido. ¿Adónde se metió? Lo llamé, y nadie respondió. No sentí miedo, sino una extraña fascinación con lo acontecido. De pronto dejé escapar un grito porque alguien me tomó por detrás, cogiéndome con violencia. Me aterré al pensar que podía ser un ladrón, un maleante, pero no: el olor era demasiado familiar. Con un zarpaso, me dieron vuelta y me estamparon un beso húmedo, ansioso: entrecerré los ojos y era él, besándome como si se fuera a acabar el universo.
Fue la gota que derramó el vaso. Si había ido directo al grano, entonces yo también iría al grano, y en menor tiempo que su atrevimiento (y valor) le permitieron propasar. Sentí la erección más dura que nunca imaginé, tomé su trasero con ambas manos y lo cargué en peso: su cuerpo era muy liviano, casi un ser antimateria. Él entrecruzó las piernas alrededor de mí, y yo di algunos pasos con él encima. Los besos aumentaron de temperatura y ya no eran besos sino mordidas, la boca empezó a dolerme de tanto besarlo. Pertur se soltó y descansó los pies sobre la alfombra. El silencio que hizo al caer y sus medias blancas me informaron que se había quitado los zapatos.
Lo tiré contra el mueble, con una inexplicable violencia. Con mis dientes mordisquée su polo azul, intentando sacárselo, pero no quiso ceder, de modo que con ambas manos tuve que romperlo en dos. Salió a relucir una piel blanquesina e increíblemente suave, su olor parecía contagiarlo todo, y empezé a lamer y a morder aquella piel, como si se tratara de un gran helado de vainilla. Su espalda, su pecho nínfulo, sus tetillas, su cuello, su abdómen, eran de una consistencia onírica, y cuando le bajé el pantalón y el calzoncillo a la vez no pude desvestirme siquiera: como una cruda violación, sólo atiné a bajarme la bragueta y a penetrar en un sólo impulso aquél botón cerrado, escondido tras sus nalgas de melocotón y de una tonalidad rosada, irreal.
Cuando mi pene ya luchaba por abrirse camino, yo también sentí dolor, al chocarse contra una superficie seca, una especie de desgarre me hizo estallar los tejidos fálicos en carne viva, pero pareció no importarme, continué penetrándolo con ferocidad, sintiendo que aquél callejón se ensanchaba y humedecía a cada toma de impulso, me preguntaba el orígen de aquella humedad: era acaso mi propio líquido pre-seminal o eran ¿heces? ¿acaso sangre? Y ni por eso me detuve, en menos de dos minutos había encontrado el significado mismo de la creación, el placer primigenio, los secretos de la vida misma, un pangea sin límites de infinito goce. Pertur gritaba, lloraba, y se revolvía entre los cojines: se estaba quedando ronco, su voz de niño en sufrimiento me taladraba la conciencia, pero aún en aquél llanto inconsolable pude encontrar una pizca de placer. No podía creerlo: le gustaba lo que le hacía, y sus jadeos y su pene erecto, vibrante, goteado sobre el mueble, me indicaban que no quería que me detuviera.
Era demasiado: la extrema suavidad de su piel, mi pene entrando y saliendo de un hoyo cada vez más húmedo y estrecho, la felicidad consumada... ya no pude soportarlo. Mis piernas sobre sus piernas, mi piel contra su piel, mi pubis contra sus nalgas, mis manos acariciando sus tetillas erectas como agujas, finalmente me rendí a gritos ante el maremoto del orgasmo por venir, y fue tan grande que un abismo de blancura terrenal me hizo volver irremediablemente a la triste realidad: el reloj marcaba las 5:45 de la mañana, y me encontraba sudando, sin aliento y con la boca seca, sobre mi cama desecha, mientras mi erección se emergía bajo las sábanas como una risible carpa de boy scouts.
Maldita sea, por todos los santos de mierda: otro sueño, había sido otro sueño para terminar de cagar mi aún inestable situación de eterno vaivén. Pero no había sido un sueño sin fundamento: en medio de la tormenta sosegada, cual náufrago, me incorporé a retomar el aliento y pensar, con lágrimas en los ojos, que mi cuerpo me seguía pidiendo lo mismo que me pedía hace meses atrás: Pertur, Pertur y Pertur hasta el infinito. Saboreando la sal de mis lágrimas comprendí que por más Toshiros y Sebas y Hiros que la vida me otorgue, tarde o temprano teminaré deseándolo, consumiéndome, sin poder dormir ni existir. Ya entendí la magnitud de lo acontecido: tiene que ser Pertur. Adonde sea y como sea. Allá donde estés, Pertur, tengo un mensaje para tí: con sólo tu dedo meñique puedes regir el rumbo de mi destino. Feliz Navidad, y así no me desees, así me repudies, así me esté volviendo loco y me tome todas las pastillas del mundo, así tenga que violarte en un callejón inmundo, tienes que ser mío.
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Temptation Talk
viernes, diciembre 17, 2004 |
Mis ojos luchaban por cerrarse, como impulsados a sumergirse en un mar infinito de arenas movedizas. Era el sueño, aquella sensación maravillosa que ya creía olvidada, por lo menos sin pastillas autoinducentes. No obstante, ironías del destino, pronto tuve que tomarme un café cargado para sacarme de encima la preciada sensación de sueño porque, oh sorpresa, Toshiro me había abierto una ventana en el MSN. En el momento pensé que podría tratarse de una alegre casualidad, pero al rato comprendí que no era más que por puro interés. No me importó. El hecho es que me había abierto una ventana, y eso, comparado con nada, ya es mucho. "Al fin y al cabo, es un comienzo", me dije a mí mismo asumiendo mi pose de chica positiva de mentalidad a prueba de balas: si me violaron dos personas, es algo bueno, porque peor sería que me violen cuarenta.
Primero tuve que responder las preguntas de rigor que lo obligaron a abrirme una ventana (el ya mencionado "interés") y luego me apresuré en proponer nuevos temas para evitar que se aburriera de conversar conmigo. Y felizmente, no se aburrió, sino que al contrario, la confianza aumentó. Pasamos a conversar de simples trivialidades, y me contó que tenía 23 años. No hay duda que los niños siguen persiguiéndome, cual Beto Ortiz. Además sólo es menor que yo por un año, no vale hacerse una tormenta en un vaso de agua. Y de pronto, de la nada, me mandó el link de su fotoblog. En ese instante se me ocurrió mandar todo a la mierda y decirle que yo también tenía un blog, en este caso bastante más destapado, aunque luego descarté la idea, pues de nada valía apurar las cosas. Todo a su tiempo. Mente sana en cuerpo sano. Inhala, exhala. Así, mismo Deepak Chopra.
Al revisar su fotoblog caí en cuenta que el tipo podía sin ningún problema alcanzar el adjetivo de petulante. A simple vista, esas fueron las conclusiones que saqué luego de contemplar decenas de fotos-retratos suyas, en todas las poses y con todo el vestuario kitsch posible. Su excusa inmediata fue un mero afán de figurettismo, una afirmación un tanto desfachatada, aunque había que reconocer su frescura para admitirlo, muy suelto de huesos. Si uno posee un rostro bonito, hay que exhibirlo, no veo por qué no. Sin embargo, entre esa pléyade de imágenes, distinguí una en la cual el susodicho posaba junto a un niño de unos 2 o 3 años. Recordé que aún no había tocado aquél tema "espinoso" con Toshiro, y opté por hacerme el loco, de paso que podríamos extender nuestra plática un poquito más, pues uno nunca sabe hasta qué punto me iría a durar la inusitada valentía de estar chateando con un chico que ya consigue, al menos en algo, sacarme de mi burbuja.
Cyan: OH MY CAT!!! Tienes un crío?
Toshi: Sí.
Cyan: Manya. ¿Qué edad tiene?
Toshi: 2 y medio.
Cyan: Wow! Padre soltero? O eres casao?
Toshi: Soltero. Yo no me caso con nadie.
Cyan: Miedo al matrimonio?
Toshi: Fácil que sí. Más miedo que desgano.
Cyan: El matrimonio es una vaina... yo no creo en esa mierda ¿y tú?
Toshi: Creo que algún día me casaría, pero... no lo pienso mucho. No sé, mejor es no pensar en eso.
Pronóstico médico apresurado: posible inconformidad con la idea del matrimonio, que a veces se sobreentiende como un odio irreversible hacia la idea de casarse y formar una familia. Buen síntoma. Al menos, no me vino con aquella horrible parábola de casarse y formar una familia, quizás porque un hijo ya tiene, pero se nota de lejos que, hablando sinceramente, toda esa huevada de casarse, no le cuadra ni con anestesia.
Toshi: Oe tienes pinta de J-Rocker.
Cyan: Gracias!!! Todo el mundo piensa que tengo pinta de cabro.
Toshi: Jajaja. Naaa... no les hagas caso. Tengo una amiga chilena que también tiene tu look.
Cyan: Lo que me falta es un piercing. Me muero por hacerme uno en la ceja.
Toshi: Oe, y tu que andas con lo del J-Rock... también eres así todo bi?
¡BINGO! La pregunta del millón de dólares, y mucho antes de lo que la esperaba. ¿Podría decirle la verdad y de paso aprovechar contándole que desde que lo conocí, me pareció un chico demasiado atractivo? No. Por supuesto que no. De lo que se trata es de hacer amistades, no de espantar a la gente.
Cyan: Por qué? Tanto se me nota? jajajaja...
Toshi: No es eso, sino que tiene algo que ver, fácil.
Cyan: Así que si no fuese por eso, pasaba piola?
Toshi: Jaaa... no sé, fácil.
Cyan: Yeeeeee
Toshi: A mí también me califican de gay, y no se dan cuenta que al final, me liga más.
Cyan: Como con Ana Conda.
Toshi: Ya se verá.
Pobre Ana. Como en aquél culebrón mexicano, nos convertiremos en "Amigas y Rivales". En mundos desiguales.
Toshi: O sea que sí eres gay? O bi?
Estrategia a utilizar: soy bisexual. La bisexualidad es más cómoda de asimilar a la hora de querer encamarse con un heterosexual. Además, el hecho de que Toshiro sea papá, no lo descarta de ser un gay en potencia. Sobretodo por su bailecito epiléptico. ¡Ea pues, por la bisexualidad!
Cyan: O sea, diría que soy gay, pero de vez en cuando me gusta una que otra tipa, no sé, a veces es jodido, JA.
Toshi: Si pes, me imagino. Yo creo q a todos nos puede gustar cualquier persona de cualquier sexo.
Cyan: !
Oh my god. Por favor, Papá Noel, traeme el mejor regalo de Navidad de mi vida...
Toshi: Pero a mí no me gustan los hombres. O sea, hasta la fecha no me ha gustao ninguno.
Cyan: Así? O como dice Robbie Williams: aún no aparece el hombre que me haga volverme gay, JA.
Toshi: Claro. A eso voy.
Cyan: !!!
¿Milagro en la Calle 34? Se aceptan apuestas...
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Bowling for bloggers
lunes, diciembre 13, 2004 |
Comprendí que la elección del lugar para el Encuentro Mensual de Bloggers Peruanos no había podido ser peor, cuando bajo el inclemente sol de las 4 de la tarde, se me escarapeló el cuerpo al caer en cuenta de hallarme a escasos metros de la avenida Brasil, posiblemente la avenida más fea y deprimente de Lima, al menos para mí. Tuve que hacer de tripas corazón e ingresar a un "centro comercial" construído dentro de un supermercado (?) para poder acceder al bowling donde se llevaría a cabo el encuentro. Adentro ya estaban en pleno juego el infantable Leuzor, Ricardo Emeaya (alias "El nutricionista"), Piolín (y sus Piolinas de yapa, una de ellas tenía unas medias de colores, divinas, muy a lo Beetlejuice, y estuve a punto de quitárselas), Mia (y de todos), una Loca ("¿Y Qué?") que no tenía nada de loca sino más bien de calladita, y SuperScout que, agregándole más misterio a su reciente faceta de deschave, me recibió nada menos que con un beso (!) para sorpresa de los todos los presentes. Había que agradecer tamaño gesto de valor (y huevos), pero como no quise ser presa de la intolerancia (y tampoco deseaba ser expulsado del recinto para después salir en "Cuarto Poder"), opté por esbozar una amable sonrisa incrédula de Alicia Silverstone diciendo "As if!" al impertinente (aunque buena gente) párvulo.
Tampoco era mi intención hacer el ridículo, así que siguiendo las enseñanzas de urbanidad de mi maestra Frieda Höller, decidí hacer las veces de porrista y "revientacuetes", la cual duró poco porque Mia, malísima, me cuasi obligó a lanzar la bola un par de veces, ventilando públicamente mi nulidad total en estos menesteres. A mitad de la competición llegó Hugo de Vector Cinco, acompañado de una fémina que resultó ser una compañera de universidad (qué pequeño es el mundo), pero se retiró más o menos a los 40 minutos... ¿visita de médico? Lástima, me hubiese gustado conversar más con él, pues su blog es harto interesante (recién lo descubrí). Bolas van (y no precisamente de las que esperaba), bolas vienen, nadie viene, nadie llega (decían los inclementes) así que empacamos nuestras ganas de divertimos y las trasladamos hacia el Billar (?) y la cagaron porque dicha actividad me cae quáker. Felizmente llegó Carla de Blog:C3 a poner la cuota (regia) de correcta femineidad y talento innato para el taco (no me vendrían nada mal unas clasesitas) que no hacían mella con su apodo cruel: Eliane.
Cuando Mia y servidor nos cansamos de bostezar y mirar como zombis mientras el resto jugaba sin vergüenza (y algunos sin talento, pero eso era lo de menos), volví a sentir escalofríos al hallarme sentado, minutos después, en una especie de bar con música estridente y aguardientosa. No obstante, fueron llegando más bloggers, algunos más monosilábicos que otros, pero igual dio gusto conocerlos (me encantó el look de Ser Humano, tan cool como su blog, yo también estrenaré mi vinchita este verano, si es que a mi pelo le dan ganas de crecer más de la cuenta). Unos iban, otros venían... y lamentablemente, por lo opresivo del lugar, me resulta imposible recordar a todos los que asistieron (adiós a mi memoria estragada de Xanax). Aunque, a grandes razgos, no puedo dejar de comentar que las reúnas de este tipo me gustan cada vez menos (¿será la elección de los lugares de encuentro?). A ver si para la próxima espabilan.
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La inmortalidad del sushi
viernes, diciembre 10, 2004 |
No piense el lector que la ociosidad se ha adueñado de este desesperado redactor de falacias. Sucede que esta extensa temporada de inactividad, que algunos estaban atribuyendo a un posible suicidio (idea por demás descartada, ya que la extensa gratitud que guardo hacia mis lectores hacen imposible el suicidarme sin antes despedirme de todos, agradeciéndoles por leer tan escandalosos posts) se debe más que nada los deslices a los que nos tiene acostumbrados nuestra bien amada compañía Telefónica, pues me quedé sin internet, pero también sin voz, por estar llamando cada 2 horas al teléfono de Servicio al Cliente, donde me atormentaba la misma sinfonía huachafa que indicaba que las líneas estaban ocupadas.
Felizmente, hace casi una hora que se resolvió el problema y ahora puedo retomar la tarea de ventilar mi vida a través de la red, escudándome tras un seudónimo pero sin perder el contacto con los que desean conocerme, ya sea a través del chat o en persona, en las reuniones de Blogs Perú (hasta la fecha sigo esperando algún atractivo mancebo que me aborde y se autodeclare mi fan número uno). Sin embargo, durante todo este tiempo, me he dado cuenta de muchas cosas, entre ellas que, de un tiempo a esta parte, en medio del abismo de mi infelicidad, he descubierto quizás una de las pocas cosas que me hacen feliz. Al principio escribía por mero afán de eliminar fantasmas (los cuales, no obstante, volvían a nacer, como en la novela de Marie Darrieusecq) y sobretodo porque el tener un blog significaba emitir una descarga diarreica de todo lo que se me pudría interiormente, y que nunca vería la luz dada mi elevada timidez (la cual ganó la batalla contra Pertur, pues nunca llegué a hablarle, ni mucho menos a perdirle su teléfono).
Por consiguiente, lo que descubrí (o mejor dicho, lo que ya sabía pero me negaba a creer), es que actualmente, lo que me hace feliz es, precisamente, escribir este blog. Quizás sea el síntoma de un alto grado de masoquismo, pues dudo que a alguna otra mente psicológicamente equilibrada se le ocurra gozar contando sus desgracias. Sí, soy feliz escribiendo el blog, así como soy feliz al masturbarme con fotos de Pierce Brosnan, al alcanzar el orgasmo friccionando mi pene contra la piel desnuda de algún amante ocasional (que en la actualidad brillan por su ausencia) o al escuchar cualquier arrebato sonoro de los Pizzicato Five.
La segunda conclusión a la que llegué me vino a la mente al terminar de leer la última novela de Jaime Bayly, "El huracán lleva tu nombre". Para nada soy detractor de la literatura del señor Bayly, la cual leo siempre no sin un poco de vergüenza ajena. Es más, hasta el mismo Bayly me parece un hombre atractivo y harto interesante. Lo que me molesta es que sus libros marquen la pauta para ser punto de referencia o de comparación para cualquier otra manifestación literaria que trate abiertamente el tema de la homosexualidad. Yo no me salvo del estigma: todo el que entra a mi blog me compara con Bayly, a quien califico de tener una prosa directa, efectiva, pero también sin matices, repetitiva, y condenada a no evolucionar jamás.
Es por eso que, dados los comentarios dejados por algunos visitantes, considero que las entradas de este blog, estos desesperados posts, podrían sugerir un libro. No estaría mal, ni creo que tampoco se vendería mal. Si hasta Beto Ortiz ha dado a luz una novela que pretende ser escandalosa, ¿acaso yo tampoco puedo? Por el momento la idea circula en el limbo y estoy barajando algunos posibles títulos, como "Diario de un chico gay en medicación", "Blogay", "Gritos desde el ciberespacio" o cualquier otra frase que sintetice el verdadero sentimiento del blog y que pueda llevarlo a convertirse en un suceso de librerías. Inclusive podría granjearme una carrera paralela como escritor, pero no sé acerca de qué (o de quién) podría escribir. Tal vez me podría mandar un rollo sociológico que haría palidecer al mismo Umberto Eco, con la diferencia que no estaría hablando acerca de nada y al mismo tiempo, de todo. Un título tentador sería "La inmortalidad del sushi". Se aceptan sugerencias.
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El albergue para animales tristes
lunes, diciembre 06, 2004 |
Mi casa se ha convertido en una especie de zoológico del dolor. Me di cuenta de ello cuando, el sábado por la noche, me hallaba en mi habitación solo, pensando en cómo puedo estar encerrado en casa un sábado por la noche cuando debería estar contorneándome en las instalaciones de cualquier discoteca gay. Pero ¿para qué? ¿para que otros chicos como Nicola, se avalancen encima de mí? Yo necesito alguien que me ofrezca no sexo, sino amor, mucho amor, y encontrar eso en una discoteca de interacciones más que inmediatas es casi imposible. Decidí hacer de tripas corazón, encendí el televisor y tragué saliva al descubrir que mis instintos masoquistas me habían hecho insertar, una vez más, la película "Breakfast at Tiffany's", en la bandeja de mi reproductor de DVD, aquella película que adoro y que sin embargo me hace llorar y acongojarme y recordar la miseria sentimental en la que vivo.
Luego de 1 hora y 50 y tantos minutos de película, cuando Audrey Hepburn, sin piedad, arrojaba a su gato en medio de la calle lluviosa y yo gimoteaba aferrado a mis 3 cajas de kleenex, escuché un llanto surgido de la nada, que me arañó el alma. Pausé la película, y ni bien me puse de pie, me llegó otro aullido de profundo dolor. Creí que estaba a punto de volverme loco, corrí desesperado hacia el baño para verificar que los Xanax que hacen que pueda seguir teniendo una vida "normal" aún estaban vigentes. Al tercer aullido comprobé que no estaba alucinando: era el aullido de un animal, cercano a un perro. Me alarmé pensando que mi perro se había quedado accidentalmente en la calle, pero también él permanecía, asustado, a mi lado. Bajamos las escaleras y los aullidos se hacían más cercanos, alarmantes, perforaban el silencio y sin embargo, noté un dolor inconmensurable en cada nuevo grito.
Salí al garage imaginándome que aquél aullido de dolor era una prolongación natural de mi subconsciente, pero la idea se esfumó cuando lo vi: un perro flaco había metido su cabeza a entre las rejas y, atorado, lloraba de frustración y miedo. Me acerqué y observé, impávido, sus ojos húmedos y tristes, su estómago escuálido, y sus intentos por penetrar en mi jardín. Mi corazón se volvió un témpano de hielo: ¿por qué este pobre animal, en vez de tratar de zafarse hacia la calle, quiere entrar en mi casa? ¿es que acaso mi soledad contagia a todos los animales del barrio para que vengan en tropel a agonizar, igualmente, de soledad y depresión tormentosa? Yo agonizo en casa, muerto en vida, y mi cuerpo parece emanar una especie de sustancia perniciosa, hechizante, que comunica a los demás seres vagabundos de este mundo que yo, al igual que ellos, estoy y estaré solo, y me consumiré en este universo de soledad, y quizás ellos piensen que, al sentirse también solos, están invitados a participar de este carnaval de penurias.
El perro aullaba sin piedad, tosía a más no poder, y su garganta roncaba, estragada por tantas llamadas de auxilio en medio del vacío. Llorando, me arrodillé a acariciarle la cabeza, y le dije: "Lo lamento, pero afrontaré mi soledad con cordura. Sé que tu también estas solo, pero me horroriza tener que enfrentarme con otro ser que padece del mismo estigma". Y seguí llorando cuando salí a la calle, sin importarme que el perro fuese a morderme, y de un sólo tirón para afuera, lo liberé de su prisión. El pobre can, ni bien se vio libre, se apresuró en querer entrar en mi casa. Le cerré el paso, aún con lágrimas en los ojos y le dije: "Por más que una pena entre dos sea menos atroz, mi perro también es gay, y se pondría celoso si te quedaras. No me queda más que desearte buena suerte".
El perro pareció entender el mensaje y se fue sin mirar atrás, dejándome acongojado por la experiencia, lamentándome y sintiéndome culpable por contagiar esa enfermedad tan cruel que es la soledad. Preferiría tener una enfermedad mortal a sufrir el flagelo de esta eterna soledad. Y sólo por ello tuve que añadir una dosis de diazepán a mi medicación diaria porque, tal como lo previne, no pude dormir, y me revolví entre las sábanas pensando que, esa noche, me sentía más solo que nunca.
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Caras vemos...
viernes, diciembre 03, 2004 |
Me parece inconcebible la manera cómo me cuasi enamoré de una voz, por no mencionar las tonterías que la ilusión desdichada me hizo escribir en los anteriores posts, descargando inusitada adrenalina al borde del melodrama. Para los drama-queens como yo, resulta bastante doloroso darse de cara contra el suelo con la "cruda y triste" realidad. Ridículo, egocentrista, pedante, afeminado, nada interesante, exagerado, delicado, energúmeno, bruto, chato, y sobretodo FEO. Eso es lo que me pareció el tal Nicola.
Había llegado ya a la puerta de su academia, su acostumbrado retraso me hizo llamarlo para anunciarle que estaba esperándolo, cuando vi salir un muchacho muy elegante, en traje negro, de estatura considerable, muy atractivo, hablando por celular y dirigiéndose hasta donde estaba yo. Estaba preguntándome hasta qué punto había bloqueado de mi mente la idea de que los milagros existían, regodeándome con la virilidad del chico del traje, cuando en vez de detenerse a hablar conmigo, siguió caminando de largo, para dar paso a una extraña aparición que venía hacia mí con un andar refinado. La aparición destellaba alta dosis de femineidad, sus enjutas piernas hacían malabares para evitar que las zapatillas color celeste-chillón tocaran el suelo (la expresión "pisando huevos" es ideal para calificar el acontecimiento).
Los colores se me subían al rostro, tratando de evitar que la gente me fuese a ver con aquél ser de casi metro y medio de estatura, extremadamente delgado, con una ajustada chompa marrón, unos jeans desteñidísimos y una cresta de cabellos parados a la fuerza con gel inclemente. Fueron los lentes de carey los que me hicieron caer en cuenta que aquél individuo era, sin lugar a dudas, el "soñado" Nicola. "Hola" me dijo, y yo quería caerme ante la desfachatez de esa voz que se hacía mucho más femenina que en el teléfono, cuya delicadeza y fingida parsimonia harían enrojecer a la mismísima Frieda Holler.
Empezamos a caminar hacia la avenida Javier Prado entre los silbidos y los oñoñoy que la gente nos (le) silbaban al paso. Intenté relajarme, pensando en que yo también a mi manera llamaba la atención por mis ropas punk y mi cabello naranja, pero pronto me convencí que (dejando atrás la pose nice) nunca llegaría a los extremos de aquél chico que ya se apresuraba a soltar con su frágil voz una sarta de frases que me harían querer desaparecer, en ese momento, de la faz de la tierra:
-"Ay, no sé por qué la gente me molesta tanto en la calle, qué falta de educación, es que yo he vivido en Europa y la forma de vestirse que yo tengo sólo es apreciada por gente de países con mentalidad superior" [Hijita, si has vivido en Europa, me horroriza que la gente se vista igual que tú, existe una diferencia abismal entre la moda chic y el ponerse ropa de draq queen anoréxica mezclada con la de un payaso en quiebra]
-"Ay, por sea caso, a mí no me gusta la gente amanerada, imagínate, es más, detesto que me mujereen" [Por favor, no seas conchuda, ¿te alucinas muy masculina? ¿no te gusta que te mujereen? ¿quién te crees que eres, Vin Diesel? Río al pensar que si tú eres masculina, yo soy Genoveva de Bravante]
-"Ay, es que mi novio es muy celoso, y yo también" (¿Novio? ¿Tienes novio? ¿Y entonces para qué carajo querías conocerme? ¿Para qué mierda me mandabas tantos mensajes? ¿Y si es celoso, te permite acaso estar puteando por ahí y yendo a conocer chicos de Gaydar?)
-"Ay, ¿quieres que vayamos a un hotel"? (Sin comentarios)
Luego me confesó que deambulaba por ahí como perra en celo, en el fondo haciéndose la fina pero en realidad devorando hombres a su paso. Me dieron náuseas. Rechacé su propuesta de tener sexo por pudor, porque me avergonzaba tener cerca de mí tanta mierda reunida. No obstante, no hay mal que por bien no venga: cuando se enteró de mis facultades voyeurísticas, me contó que su novio (a quien describe como un dios escandinavo) es exhibicionista, y me dio su teléfono (!) para que lo llamara y le proponga que vayamos los 3 a un hotel, con la finalidad de que ellos hagan el amor y yo los filme con mi cámara. A pesar de no ser de mi agrado, puede que su novio sí lo sea, y me interesa el tema de filmarlos. ¡Qué morbo!
Me despedí con la promesa de llamar a su novio uno de estos días, cosa que aún estoy evaluando. ¿Es que acaso no existen chicos guapos e interesantes en Lima? Después de conocer a Nicola, se me vino a la mente una frase de mi amiga Addy Possa: "Por más ridículo que sientas ser, siempre hay alguien peor que uno".
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What the fuck...?
jueves, diciembre 02, 2004 |
Me quedé dormido pensando en muchas cosas. Más que en aquella voz comestible, pensé en la manera cómo puedo pasar fácilmente del odio al amor. Nicola me dejó plantado en el cine, eso era cierto, pero no escatimé esfuerzos en perdonarlo. Como si hubiese olvidado cómo me quedé allí, en la puerta del cine, esperando, desesperando, con mis infaltables headphones transmitiéndome en altas dosis de volúmen la energía del primer disco solista de Maki Nomiya. Tan nervioso estuve que no me quedó otra opción que sentarme en una banca cercana a la boletería, y de ponerme la casa marrón que llevé estrujada en mi morral, ya que el frío se hizo presente. Luego vino el SMS y posteriormente, la llamada de Nicolás pidiendo disculpas. El tiempo es oro. Y me parece inconcebible cómo pude perdonarle el haber estado esperándolo allí, muriéndome de frío y de ansias por conocer su voz comestible.
En eso pensé cuando al día siguiente me lo encontré en el MSN. Me alegré, ingenuamente, porque no paraba de disculparse por la noche anterior. Sin embargo, algo extraño ocurrió.
Nico: ¿Sabes? Ayer te ví.
Cyan: ¿Dónde?
Nico: En la puerta del cine, ahí sentado, con tus audífonos...
Cyan: ¿QUÉ?
Nico: Con tu casaca... sentado... esperando...
Cyan: ¿ME VISTE? Oye, no te entiendo.
Nico: ¿Qué es lo que no entiendes?
Cyan: ¿Si me viste, por qué no me pasaste la voz? ¿No decías que estabas con la grúa?
Nico: Estaba con la grúa, pero no te ví.
Cyan: Me acabas de decir que me viste.
Nico: ¿Qué? No...
Cyan: No la arregles.
Nico: ¡Ah! No, no me malentiendas. Perdón, no te ví, TE ALUCINÉ que estabas ahí sentado esperándome, con tus audífonos puestos, ¿usas audífonos verdad?
Cyan: ¿Sabes qué? No me gusta que jueguen conmigo.
Nico: No estoy jugando. Simplemente que cuando estaba con la grúa te imaginé ahí sentado...
Cyan: Sí ya me dijiste, pero ¿cómo sabías que llevaba headphones? ¿cómo sabías que estaba sentado? ¿cómo sabías que usaba casaca?
Nico: Me mensajeaste diciendo que estabas con una casaca.
Cyan: Sí pero ¿y los headphones? ¿cómo adivinaste que te estaba esperando ahí sentado?
Nico: Porque ni modo que me esperaras de pie...
Cyan: ¿Cómo que no? También pod... bueno olvídalo. ¿Sabes qué? ERES UN MENTIROSO.
Nico: No es eso, por favor, no te molestes conmigo.
Cyan: ¿Y qué quieres que haga? ¿Que me alegre porque me estás mintiendo? ¿Quieres que crea que eres médium, brujo, pitoniso o adivino para imaginarte toda la escena?
Nico: Oye no le busques cuatro pies al gato.
Cyan: No te creo nada de lo que me dices.
Nico: Oye no, mira, si te hubiese visto ahí sentado como dices... ¿acaso no te hubiera ido a saludar?
Cyan: NO
Nico: ¿Por?
Cyan: Porque quizás me viste y no te gusté y te fuiste.
Nico: Para nada, he visto fotos tuyas, además, así no me hubieses gustado, ya estaba allí, al menos me habría acercado a saludarte... ¿qué perdía? si ya estaba allí...
Cyan: No sé que pensar.
Nico: Encima, si no me hubieses gustado, no te hubiese dicho para vernos después, no te hubiese insistido para que me vayas a recoger al instituto mañana... ¿acaso no quedamos en eso?
Cyan: Sí, pero todo esto me huele mal.
Nico: Pues relájate, no te ahogues en un vaso de agua, caramba. Nos vemos mañana y punto.
Sé que suelo sacar conclusiones apresuradas, pero el dolor, la soledad y la furstración me han enseñado lecciones valiosas. No soy ningún tonto para que se burlen de mí, me cansé de ser el bueno de la película. Nicola puede estar diciéndome la verdad. Pero algo me huele mal. Después de todo, me quitaré la espina de la duda, accedí a ir a recojerlo hoy de la academia, no obstante, cuando el río suena... Todos los hombres son iguales.
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Voz comestible
miércoles, diciembre 01, 2004 |
Su nombre es Nicola. Lo conocí por medio del Gaydar hace un par de días a causa de su encantadora foto, con lentes de carey, naríz pequeñita y sonrisa de oreja a oreja, muy sincera. El proceso acostumbra a ser el mismo: del Gaydar al MSN, del MSN al teléfono, del teléfono al rendez-vous. Aquello puede tomar bastante tiempo, pero en nuestro caso nos caímos tan bien por MSN que decidimos reducirlo y conocernos al día siguiente, o sea ayer. Antes de tomar las acciones pertinentes (y evitar ilusionarme antes de tiempo), le pregunté qué era exactamente lo que estaba buscando. Y me contesó: "¿Buscando? Jaja... yo no busco nada". De todos modos intuí que no tenía nada de malo conocer y charlar con un chico tan agradable como Nicola.
En un principio se me ocurrió pensar que los hombres, es decir, los chicos de ahora, son un caso clínico. Si bien Nicola "no está buscando nada", me estuvo mandando mensajes al celular desde el día en que nos conocimos, mensajes absolutamente inofensivos y hasta ingenuos:
"Cyan, toy comiendo papa a la huancaína, y no pica!!! yeeee!"
"Oe toy aburrío :("
"Acaban de pasar esa canción horrenda de TK... ¡qué asco!"
"¿Ya almorzaste?"
"Tuve un día chévere. Y a tí, ¿cómo te fue?"
"Wenas noches los pastores :)"
Los que estén acostumbrados a leer este blog ya se habrán dado cuenta de antemano que soy bastante fácil de conquistar, ni qué decir que aquellos mensajes de texto me arrancaron más que una sonrisa. Nicola "no busca nada" y sin embargo ¿por qué tanto mensaje? ¿será su costumbre? En eso pensaba ayer cuando me llegó el siguiente mensaje:
"Toy con una amiga, vao al cine?"
Me hizo pensar en el argumento de Sebas. Yo NO VOY al cine con terceras personas, y mucho menos cuando ni siquiera he conocido a una de ellas. Le respondí con el siguiente mensaje, sin poder ocultar mi enojo: "No soporto a las mujeres, soy misógino... desaste de tu amiga y vamos al cine tú y yo". La respuesta no tardó en llegar, y tampoco me la esperaba:
"Mongo. Ta bien, vao los 2. Te espero a las 7:30 en el Alcazar"
Contra mi costumbre, tuve que vestirme en un santiamén, y me apresuré tanto que llegué 10 minutos antes de la hora indicada. Estaba nervioso, mis manos comenzaron a sudar, porque no sabía a qué atenerme. ¿Era una cita? ¿Saldríamos sólo como amigos? ¿Cómo actuaría si Nicola me gustaba? No pasaron ni dos minutos cuando descubrí que aquello era demasiado. Nunca habíamos hablado por teléfono, y por eso decidí que ya era hora de llamarlo.
Cyan: ¿Aló? ¿Nico? Soy Cyan.
Nicola: Holaaaaaaaa Cyaaaaannnnnnnn.
Me agarré de la cabina telefónica para no caerme. No fue porque me saludó con cariño, sino por la consistencia de su voz. Si la voz pudiese tocarse y saborearse, diría que es una voz deliciosa. No es masculina en lo absoluto. Tampoco tiene voz de drag queen. Es una voz de niño, pero de niño de "comercial de cereales de TV". Pertur tenía voz de niño también, pero más bien de príncipe trágico y bobalicón. La voz de Nicola es... de una ternura indescriptible. Dijo que llegaría en unos minutos porque ya estaba cerca de nuestro punto de encuentro. Cuando colgué, descubrí que era la primera vez que me enamoraba, a primera instancia, de una voz.
Tanta felicidad acabó cuando, a eso de las 7:45, tras 15 minutos de tensa espera, me llegó un SMS suyo.
"Se me malogró el carro por Miraflores. Ya no la hago. Mil sorrys. Si gustas entra tú a ver la película".
Quería tirar celular al suelo y pisarlo, saltar sobre él, como hacían Don Ramón con su sombrero. Me dio un ataque de ira que disfracé de serenidad, compré una entrada e ingresé inmediatamente a la película que empezaba justo en ese momento. No obstante, la película pese a ser americana resultó ser tan buena ("Misteriosa obsesión") que acabó con mi mal humor en un santiamén. A la salida del cine subí al primer micro que encontré y, con los ánimos ya apaciguados, le escribí un mensaje. Me llamó al instante.
Nicola: Cyan, lo siento. Tuve que llamar a la grúa. Todo un lío. Te debo una entrada al cine.
Cyan: No importa, ya no te odio. Vi otra película, pero me gustó bastante.
Nicola: ¿Así? Yo llegué a entrar a la que queríamos ver.
Cyan: ¿Y por qué no me avisaste?
Nicola: No sé, por roche. Pensé que estabas asado, que lo último que querías era verme.
Cyan: Pues era cierto.
Nicola: Mongo.
Cyan: No importa, salgamos el jueves.
Nicola: Ya, mostro.
Cyan: Cuidate.
Nicola: Un besito.
Colgué, con un hilo de baba imaginario colgándome por la comisura de los labios. ¡Qué voz tan... tan... RICA! La primera voz que quiero comerme. Y para completar el cuadro, me llegó otro SMS.
"No me odies Cyan. Te veo el jueves. Bon nuit".
No me importa ser rechazado. No me importa que el jueves también me cancele. Tengo la urgencia emocional de conocer a esa voz comestible.
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