En un inicio, el plan era: Comprarle un CD como regalo de aniversario. Pero no cualquier CD. Se trataba del ULTIMATE KYLIE, que además es un disco doble. O sea, doble esfuerzo para mis castigados bolsillos. La edición británica disponible en cualquier tienda no bajaba de los 100 soles. No obstante, existía otra opción viable: comprarle la edición colombiana, a sólo 75 soles, algo rácana pero con su folletito a todo color al fin y al cabo. Y coño, original.
Tenía ya el dinero en el bolsillo, imaginando sus ojillos de Sailor Moon al arrancar de encima el papel de regalo y descubrir lo que contenía. Quizás sólo se lo iba a regalar por eso. Para recibir a cambio su mirada de chico realizado. He descubierto que dependo de su sonrisa. Es capaz de mitigar cualquier malestar de mi vida. No obstante, existía un obstáculo insalvable: nuevo ciclo de francés, nuevo libro que debería adquirir. Siendo hoy el primer día de clases, tendría que volar a comprarlo al Centro de Lima (en la Alianza Francesa los venden el doble de caros). Me demoré dos horas en encontrarlo. Resultado: 80 soles menos en mi billetera.
Además del Café Creme 4, habría que agregar: - 0.50 céntimos en llamar a su casa para saber cómo haríamos para encontrarnos. - 1 sol en llamarlo a su celular porque en el teléfono de su casa no podía hablar bien. - 1 sol más en llamada al celular porque estaba indeciso y no sabía qué excusa inventar para salir de casa. - 1 sol más en llamada al celular para terminar de quedar bien. - 14 soles en un combo de Bembos porque no me daba tiempo de regresar a mi casa a almorzar y además tenía que esperar una hora a que llegara. - 10 soles de taxi hasta mi casa porque teníamos poco tiempo.
Total neto: 107.50 soles al agua en menos de tres horas. Adiós Kylie. Bienvenido el sexo de aniversario. Llegamos a casa y estuvimos a punto de darnos media vuelta. Mi padre estaba en su oficina del primer piso. ¿Hotel? Jamás. Pasamos de largo y subimos las escaleras hacia mi dormitorio. Solución viable para el sexo silencioso: ocultar los gemidos colocando las manos pacientemente sobre la boca. Penetración suave, cautelosa. In & out con elegancia. Me sentí haciendo el amor como Titi Giulfo o esas tías que suelen aparecer en las páginas sociales de Caretas.
- Amor, me siento fatal. - ¿Por qué? ¿No te gustó? Te viniste dos veces. - No, si fue un éxito pero... la verdad es que iba a regalarte el CD de Kylie, pero me quedé sin plata. - Nunca te he pedido que me compres nada. Lo único que te pido es que me ames. - Eso te lo doy gratis. La taza de interés están más allá de mi culo y más cerca de mi corazón.
De nuevo una bola de pelos. Al separarnos, no sólo tuvimos en claro que fue la mejor follada, sino que tampoco importaba cuántas veces lo hiciéramos: cada vez sería mejor que la vez anterior. Al salir de casa, mi padre me espiaba a lo lejos con una mirada inquisidora. ¿Se habría dado cuenta? Habíamos follado más silenciosos que monjas en clausura.
- Hijo, tengo algo qué decirte.
Pensé que había llegado el momento de alistar maletas y partir hacia donde me lleve el mundo.
- He encontrado algo en tu cuarto.
El lubricante lo guardo bajo siete llaves. No puede ser eso.
- Las pilas gastadas de tu discman están regadas por el suelo. He visto por televisión que las pilas gastadas emiten una vibración que provoca disfunciones mentales en el cerebro, así que mejor mételas en una bolsa de plástico y tíralas a la basura.
- Okay.
Me pregunto si en verdad se trataba sobre las pilas. Es la primera vez que me dirige la palabra en estos últimos tres meses.
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