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Les médicaments
martes, setiembre 27, 2005 |
Definitivamente, esta no es mi semana. Tampoco ha sido mi mes. El temblor del domingo por la noche pareció dejarlo muy en claro: hay algo que está desestabilizando mi sistema. Y no me refiero al clima.
De un tiempo a esta parte he estado enfermándome religiosamente, semana a semana. Si no es una cosa, es otra. Había estado despertándome todos los días con un catarro incontenible, que logré controlar con una dosis diaria de antiestámínicos. Tengo miedo que en un futuro mi cuerpo pueda depender de ellos. Pero, ¿qué puedo hacer?
Al catarro, producto de la excesiva humedad limeña y de una posible rinitis alérgica, hay que agregarle dolores de garganta, una vez por semana. Ocasionales fiebres y jaquecas también. Lo que más me molesta es la economía. Gasto fortunas en pepas y medicamentos. El poco dinero del que dispongo este mes no me alcanza. Si pudiese prostituírme, lo haría. Si estuviese soltero, claro. Por esas épocas, ganas no me han faltado. Pasarla de puta madre y encima que me caigan unos dolarillos. No estaría mal.
La farmacia de mi barrio está haciéndose millonaria gracias a mí. En un principio pensé que las enfermedades invernales eran ocasionadas por la falta de deporte (desde febrero no voy al AELU) o la carencia de verduras crudas en mi dieta (detesto los vegetales crudos y ensaladas). Una amiga del francés que es doctora, contrarestó mis traumas. La falta de vitaminas no implica innecesariamente a las enfermedades respiratorias. Entonces valdría la pena preguntarse que pasa conmigo.
Antes solía depender del invierno para sentirme bien. Mi estado anímico iba de perlas con la ciudad gris, el cielo color panza de burro, e la neblina, la garúa matutina. Ahora que soy felíz necesito el verano, la ropa ajustada e indecente, los lentes de sol, la brisa refrescante de las ventanas abiertas de los automóviles, mi cabello al viento, los colores de la sombrillas, las camisas abiertas, las canciones playeras de Volovan o La Casa Azul. Qué falta me haces, verano. Aprendí a quererte muy tarde. |
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