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Tiempos de cambio
martes, noviembre 29, 2005 |
Lima puede ser una ciudad opresiva y maravillosa a la vez. Lima es mi ciudad. Hace una década, entre el fulgor de la adolescencia y los sudores de un descubrimiento sexual algo vergonzozo (al menos al principio), solía odiarla. Me tomó muchos años aprender a respetar cada centímetro del pavimento, cada partícula de polvo que me separa de los lugares que suelo visitar para no sentirme angustiado.
Lamentablemente, Lima es también una ciudad de pocas oportunidades. Aprendí a amarla así, tardíamente, porque no me quedaba de otra. ¿Conformismo? Quizás. pero me di cuenta que existía mucha gente alrededor de mi burbuja. Había que romper superficies y tabúes. En el proceso, fui conociendo personas. Buenas y malas, pero que abrieron su espacio emocional para albergar mis inestabilidades. Algunas se fueron, otras se quedaron, y junto a ellas fue que una soleada mañana de verano, aislado de los días grises de invierno, del aburrimiento de la rutina, de la depresión que te hiela el alma y te ataca como un puñal en el paladar, cuando descubres que has pasado cinco años de tu vida estudiando para cumplir una ilusión cada vez más lejana, cuando te das cuenta que no tienes el coraje de otros, cuando te sientas a llorar y te preguntas por qué eres tan débil, por qué nunca estás a la altura de las circustancias, por qué dudas si sabes que puedes comerte al mundo entero (y tú lo sabes), por qué sigues aquí; junto a ellas precisamente es que caes en cuenta que Lima, a pesar de todo, es bien bonita.
Y vas descubriendo todo lo que sigue después. Descubres que te gusta escribir. No te gusta: te excita. Te parece inimaginable la manera cómo te sientas frente al monitor, observas un documento en blanco, vacío, de nívea corrosión, e inmediatamente te pones a escribir cuanta chorrada te venga a la mente, y lo haces como si se te fuera la vida en ello. Tu habilidad para teclear es mucho más ávida que la de una secretaria con moñito y gafas de película porno, sigues escribiendo y sale humo del teclado, nadie te para, no puedes detenerte, todo fluye, todo es maravilloso, ¡oh Dios, que nunca pare esta sensación! Y es ahí cuando te percatas de que estás perdiendo plata, y que si todo el mundo lo hace ¿por qué es que acaso tú tampoco puedes salir al ruedo?
Y luego la gente te dice "oye, me gusta las huevadas que escribes" y te sientes orgulloso, orgullosísimo, y quieres hacerle el amor a esa persona y guardarla como un souvenir, tirarla a un contenedor y conservarla en casa para que la próxima vez que alguien te lo vuelva a preguntar, tengas ya la prueba fehaciente de tu talento, y saques a la persona en cuestión, ya desnutrida y aburrida de permanecer un contenedor, y la obligues a hablar para que acabe repitiendo que sí, que este huevón escribe de la puta madre. Una vez te lo dijeron, pero después no faltó quien te comparó con escritores que tú consideras inferiores a tí. Porque claro, tu sueño es que digan "uy qué lujo, qué gracioso, es tan divertido como leer a la mismísima Dorothy Parker", cuando en realidad viene cualquier hijo de puta que te dice que escribes como Bayly, o lo que es peor, como una copia barata de Bayly.
Pero eso te llega al huevo y al final, tu sensibilidad artística, tu positivismo, tu personalidad arrolladora y tu egocentrismo monumental pueden más que todo y estás (ahora sí) dispuesto a cagarte en todos, a hacerse que se traguen cada una de sus palabras, cada palabra de esa mierda que alguna vez te soltaron. Y tú al final te ríes en tus laureles, dichoso, diva de cuadra pero diva al fin y al cabo, unaesmasautenticacuantomassepareceasimisma y todo ese rollo almodovariano de travestis feos y vestidos imposibles.
Después de haber escrito más de mil páginas con mucho ego y poca desahuevina, en cuanto menos lo esperas, lo haz perdido. Ya eres felíz, ya lo lograste, ya no tienes NADA qué demostarle a nadie, ya sabes que eres lo máximo y que hagas lo que hagas igual lo harás bien. Y es entonces cuando te sientas frente al monitor y por primera vez, no tienes ganas de escribir. Te pasan muchas cosas, sí, pero no tienes (o no sabes) cómo relatarlas. Echas mano de tu esnobismo presbiteriano, sacas tus novelas de Jacqueline Susann o de Jeffrey Eugenides, hasta te inspiras con la China Tudela, y sin embargo NADA es lo mismo.
La gran diferencia es que ya no te importa. Es lo mínimo. Que te pase un camión por encima. Si ya no quieres escribir pues no lo hagas, total, el talento sigue ahí, no te lo pueden usufructuar o absorver como una abducción interespacial. Que se vayan a la mierda todos porque has decidido dejar de lado lo que antes te hacía falta. Y cuanto menos lo esperas, cuando ya habías tomado la decisión de dejarlo todo y no dar aviso a nadie, cuando habías decidido no postear por lo menos hasta dentro de un mes, justo en ese momento, a menos de una semana, quieres escribir y acabas escribiendo una cagada de post. |
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Diálogos conyugales, parte II
jueves, noviembre 24, 2005 |
No recuerdo exactamente cuándo fue que el sistema bancario se adecuó a esos pequeños tickets, compuestos de letras y de números, para indicar el orden de atención. Lo peor de todo es que es injustísimo: los mayores beneficiados son los titulares de cuenta del mismo banco, pues ellos entran, sacan su ticket, y los atienden en un santiamén. Nosotros en cambio, los que no tenemos fondos ni para caernos muertos, debemos sacar el ticket y esperar a que nos atiendan, uno de nosotros después de cada cien titulares de cuenta.
Todos los días sueño con un mundo mejor, un mundo donde nos atiendan por igual a inocentes y pecadores. Así era en los ochentas. Mi madre me llevaba a hacer la cola del banco, donde éramos atendidos por estricto orden de llegada. En cambio ahora, cada vez que saco el bendito ticket, me siento haciendo la cola para la carnicería. Los ochentas fueron la mejor época (no estoy seguro de las décadas pasadas, felizmente nací en los ochentas, no soyTAN viejo).
Mi novio y yo esperábamos pacientemente nuestro turno para pagar la matícula de la Alianza Francesa, en el Banco Wiese. Tampoco había dónde sentarse, la afluencia de personas era sofocante. Para la gente con harta pluma, lo mejor que se puede hacer en un banco mientras se espera el turno, es hablar de hombres.
El incentivo lo encontramos en un bello mancebo de cejas juntas y ojos distraídos.
Yo: ¡Por Dios, qué bueno está! Él: Sí, y seguro debe ser velludísimo. Yo: Uf, por supuesto. Él: Verdad, a ese tipo lo conozco. Estudia conmigo. Yo: Qué suerte tienen algunas. Él: Y te cuento que tiene un gran defecto. Yo: ¿Cuál? Él: La tiene chiquitísima. Yo: ¿Y tú como sabes? Él: Porque una vez que entré al baño lo vi orinando, y me fijé que la tenía pero bien... Yo: CARAJO, ¿Y TÚ QUÉ HACÍAS EN EL BAÑO VIÉNDOLE EL PENE?
La cajera botó el lapicero que sostenía luego de mantener una tembladera semi uniforme. La señora de adelante volteó a mirarnos como fenómenos de feria. Uno tipos con saco y corbata contuvieron una risa más bien de lástima.
Sonríe, hija. Ya somos famosas. |
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Kamasutra gay
lunes, noviembre 21, 2005 |
El sábado me lancé a la caza de lo indómito. En vías de explorar las raíces de la subcultura limeña, decidí darme una vuelta por los mercadillos de la Av. Grau, secundado siempre por Funky, porque la última vez que fui con mi novio, a este le dio patatús. Y eso sin considerar que de burgués no tiene un pelo, pero bueno, Grau también puede espantar a cualquiera. Menos a las chicas descarriadas como Funky y yo.
Lo de Grau es menos que una costumbre antigua. Desde que me anduve jalando los pelos tratando de conseguir la ropa más kitsch y putona posible para los actores que participarían en "La Guerra de los Cosméticos", alguien me pasó el dato que hacia el final de la Av. Abancay se daban abasto varios puntos de acopio de lo progre, por llamarlo de alguna manera. La primera vez que fui me faltó el aire, pero inclusive hasta las personas más egocentristas como yo tienen su lado misericordioso.
Fue así que, ni bien me enteré que se acercaba la reunión de exalumnos de mi colegio, tenía que encontrar algo tóxico e incendiario para ponerme, algo que les demostrara a mis antiguos compañeros de colegio que mi rollo gay va DEMASIADO en serio.
Entre interminables galerías de ropa bonita, fea, estrafalaria, legal y robada, encontré los vestigios de las galerías de libros de Amazonas. Al pasar por una superficie de libros empolvados y mal embolsados, una cubierta llamó poderosamente mi atención.
¡No, no podía ser!
Mi mente viajó en el déjà-vu. Recordé haber encontrado un ejemplar parecido en una librería de Larco, y por ese entonces me había reusado a pagar los 50 soles que costaba. Era un libro sencillo del Kamasutra Gay, en español, con ilustraciones claras y una narrativa, digamos, risueña. Ahora, por primera vez, lo tenía frente a mí en edición pirata, quizás a la centésima parte de su valor.
Y tampoco supe por qué me pasé de largo. No quería decirle a Funky que quería comprarlo porque eso significaría vender el alma al diablo, es decir, exponernos como un par de maricones ante unos vendedores de mala pinta. Después de pensarlo dos veces, se lo conté. Más tardé yo en terminar de hablar, que él en arrastrarme de vuelta al puesto.
Funky: (Con faldas y a lo loco) Buenas señooor. ¿Este librito de acá cuanto estáaaaa? Señor: 5 soles amiguito. Yo: (Fingiendo voz straight) A ver, muéstremelo. Funky: Pfffff... no finjas la voz, mamita. Yo: (Fingiendo voz straight) ¿Puedo sacarle la bolsa para verlo mejor? Funky: Pfffff... Señor: Sí, amiguito. Yo: (Fingiendo voz straight) Okay. Me lo llevo. Funky: Pffff....
Al final el que quedé mal fui yo, por querer hacerme el machito.
Agárrate novio, que no te vas a poder sentar jamás. |
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Los fenómenos de la naturaleza son adorables
jueves, noviembre 17, 2005 |
¿Alguien recuerda la película "Freaks" de Tod Browning? ¿Será que el ser humano se encuentra continuamente atraído por el horror de la anormalidad? Debe ser, porque no encuentro otra explicación para describir por qué a veces tarareo alguna canción de Monique Pardo cuando estoy trabajando, por qué hasta la fecha sigo teniendo sueños eróticos con Tigro (sí, el de los Thundercats, con el cuerpo desnudo color naranja-pop y rayas negras, ¿su pene tendría esa misma textura?), o por qué me excitó ver a Divine enfundada en ropas de daddy bear, fungiendo su doble papel en "Female Trouble".
Claro, los freaks también pueden ser sexys. Tampoco me voy a tirar al jorobado de Notre Dame, aunque sí encuentro sexy a mi rechoncho (y casi anciano) profesor de francés. No obstante, existen algunas personas que ocultan muy bien sus errores genéticos. Una buena prueba de ello, como recién descubrí, es Rodrigo. ¿Lo recuerdan? El-chico-con-el-que-me-besé-en-un-parque-y-que-pasó-total-de-mi-antes-de-conocer-a-Billy.
Rodrigo suele reaparecer en mi vida en cuanto más quiero olvidarme de él. Ya suficientes problemas tengo con mi novio como para agregar otro aliciente a un largo historial de celos mutuos (Pertur incluído). Lamentablemente, Rodrigo es mi amigo. Mejor dicho, él cree que sigue siendo mi amigo, y yo creo poder seguir brindándole mi amistad, aún cuando sólo me busque cuando está desesperado, o me tome como paño de lágrimas de after hours.
De esta forma, Rodrigo se autoinvitó a mi casa. O, para ponerlo de otra manera, me avisó que vendría a visitarme cuando ya estaba en la puerta. El motivo no fue otro que puro interés: quería que le tome fotos para su book, pues su sueño dorado es lanzarse como modelo de algún programa del mediodía. Con lo caída que está la televisión peruana, no dudo en que conseguirá trabajo en un santiamén.
Como mi vena de director artístico está muy desarrollada, y como me divierto muchísimo haciendo posar a mis amigos, lo conduje hasta mi habitación para que escogiera alguna prenda de mi armario. Allí restan olvidados algunos trajes kitsch que he venido recolectado durante años, con la esperanza usarlos a futuro para mis próximas películas, aparte de las toneladas de ropa que suelo comprarme para lucirla una sola vez.
Escogió algunas camisetas de colores. Le dije que utilizara el baño para cambiarse, y sin embargo se despojó prontamente de la chompa con la que había llegado, así de pronto y sin anestesia, luciendo aquél pecho velludo que hace tiempo prometía ser muy frondoso, pero que después, como pude corroborarlo, no pasaba de ser una tímida mata entre ambas tetillas.
Ni siquiera pude pensar en nada más, ni en la decepción, ni en la consumación de un gran misterio revelado, porque de repente reparé en aquél par de tetillas de forma extraña. No sólo eran desproporcionadas (como grandes ubres de vaca), sino que además poseían una extraña malformación: estaban partidas a la mitad.
¿Cómo? No podía ser. Sin la intención de parecer morboso, me acerqué para serciorarme de que había visto bien. Y estaba en un error. Sus pezones no estaban partidos por la mitad. Ocurría sencillamente que arriba de cada uno brotaba, para mi horror, la protuberancia de otro par de pezones, como unos pequeños atisbos de maldad.
Me dieron arcadas. Tuvimos que seguir la sesión de fotos, aunque ya nunca pude desprenderme de la sensación de estar observando un freak. ¿Qué había sido eso, por todos los cielos? ¿Se imaginan que hubiésemos sido mi novio y que yo, al desnudarlo por primera vez, me haya encontrado a merced de ese par (ese grupo) de pezones marcianos?
En la noche, aún con el estómago convulsionado, le pasé las fotos a mi novio, luego de la peleíta en cuestión ("¿Qué hacía ese chico en tu cuarto con el torso desnudo?"), porque no quise ocultarle nada. Prefiero mil veces ser un novio honesto.
Él: Amor, ese chico es medio raro. Yo: Sí, tiene más de dos pezones. Él: No, es que además de eso me parece que tiene labio leporino. Yo: ¿El qué? Él: Sí, fíjate en su boca. Yo: Ah no, lo que pasa es que sus labios son gruesos. Y esa expresión entrecerrada es su pose dizque provocativa. Él: No. Es labio leporino. Yo: Dios.
Me parece que lo dijo movido exclusivamente por los celos, pero tampoco me sorprendería. Recién me entero que estuve saliendo con un freak que ha podido ser hijo de un alienígena, o presa de un fallido experimento científico. Y más que avergonzarme, me siento orgullosísimo. |
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Te busco en mis palabras
lunes, noviembre 14, 2005 |
Estoy empezando a odiar los domingos. Antes solía ser divertido porque me pasaba todas las horas en pijama. Ahora, en cambio, sólo es un día en que tengo demasiado tiempo libre, y lo empleo exclusivamente en extrañar a mi novio.
Claro, no es que esté implícito. Más que involuntario, se presenta como una necesidad, desde que me levanto. Todo el día apabullado en la inmensidad estrecha de mi habitación, sin nada qué hacer salvo pensar en él. En un altar que conservo sobre la cómoda, están acomodadas todas las cosas que han de definir nuestra historia, desde fotos, envolturas de galletas, cartas, fotos, hasta las botellas vacías de agua que toma después de hacer el amor.
Hoy sin embargo, me dije a mí mismo que debería empezar por dar el primer paso fuera de la dependencia. Tomé un extenso baño, me deshenredé el cabello hebra por hebra, coloqué un DVD de los Thundercats mientras almorzaba, me puse un polo blanco y me lancé a la calle.
A mitad de la cuadra, me pregunté hacia dónde debía ir. No lo tenía muy claro, pero debía huír de mi casa. Salir a caminar los domingos es una idea genial, pues la afluencia de transeúntes es más bien escasa, aunque es un consejo no recomendado para los nostálgicos. Lo comprobé fácilmente cuando llegué a un parque de San Isidro, desierto y con las bancas observándome con cierta autosuficiencia. Ideal para acrecentar la tristeza.
Y no sé por qué termino triste, luego de haber salido de casa para deshacerme de esa tristeza. Llegué caminando hacia Miraflores. Pésima opción. Todo en Miraflores me recuerda a él. El McDonald's, nuestro acostumbrado punto de encuentro. Las tiendas de discos, donde solemos perdernos con frecuencia. El Café Z, donde acostumbrábamos tomar cafecitos los sábados a mediodía.
Con las mismas, regresé a casa. No a llorar, sino a morirme de amor y de nostalgia en el piso, a extrañarlo más que nunca. Me pregunto si algún psicólogo podrá acabar alguna vez con esta dependencia.
Lo más curioso de todo es que al releer este post antes de publicarlo, me doy cuenta que parece una epístola post-rompimiento, cuando en realidad estamos mejor que nunca. Algo debe andar mal en mí. |
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Yo la tengo
viernes, noviembre 11, 2005 |
No, no me refiero al nombre de uno de mis grupos favoritos, sino que la Lobito tuvo la gentileza de pasarme una encuestita A PESAR de que nunca me han hecho gracia, y que NO DEBERÍA RESPONDER NADA porque "La Guerra de los Cosméticos" sigue en el limbo. No obstante, mi amplio sentido fraternal (y sí, mi personalidad arrolladora y bla, bla...) me impiden quedar mal con los que me rinden pleitesía.
De modo que la voy a responder.
10 AÑOS ATRÁS YO:
Vivía el apogeo de mis quince años (secundados por aquella horrible melodía de los Salsa Kids) y me encontraba subyugado por un entorno que había descubierto años atrás, y que sin embargo recién se encontraba en su punto más álgido: el pasaje Los Pinos, en Miraflores.
Se trataba de una galería más bien rácana, pero que confluía a la mayor parte de la gentita que quería escapar a los estereotipos, y que se reusaban a cambiar su mundo oligárquico por algo más middle class como lo eran (ya) las Galerías Brasil.
Un par de años antes fui iniciado por un amigo del colegio, fanático de los Soup Dragons. En la galería del pasaje Los Pinos encontramos tiendas y gente que escapaban a lo convencional por esa época: el grunge. Era como el reggaeton del momento, salvando las distancias, claro está. Aquella gente moderna prefería escuchar a los Soup Dragons, a Pastels, y a cosas más diáfanas como Pale Saints o Curve.
Por eso hoy caigo en cuenta de que en Los Pinos pude disfrutar de la frescura de la adolescencia que no conseguí liberar en el colegio. Mis amigos eran escasos y me iba mucho la pose Daria. Vestía ropas negras, pelo largo hasta los hombros y gafas redondas como John Lennon, pues me encontraba pegado al Double Fantasy. A pesar de la pose, y para escapar al continuismo, me uní (curiosamente) al grupo de femmes fatales de mi colegio, liderado por la aún regia Barbie Túrica. Juntos pasábamos el recreo absteniéndonos de comer como Karen Carpenter, burlándonos de los demás y hablando sobre productos para el cabello.
Barbie Túrica, Los Pinos, y un par de discos ("Jollyfication" de The Lightning Seeds y "Hotwired" de Soup Dragons) son lo que más recuerdo de esa etapa. Ah, y bastantes películas de Almodóvar.
5 AÑOS ATRÁS YO:
Estaba por terminar la universidad, convencido de que mi camino a la fama estaba muy cerca. Dirigí un par de cortometrajes en 16mm, en blanco y negro, llamados "Alter Ego" e "Incesto Uomo", que se llevaron el disgusto y el escándalo por parte de profesores y compañeros. El primero narraba la vida de una actriz de telenovelas juveniles, que cambia la fama por la cocaína, y durante sus estados alucinógenos logra ver cómo su imagen en el espejo cobra consciencia de sí e intenta matarla. El segundo presentaba, con osadas escenas, el triángulo amoroso entre un padre, su hijo y el amante de este último.
Lamentablemente perdí el rumbo, me olvidé de mis trabajos, y hasta la fecha estoy intentando recuperarlos, pues ni yo mismo tengo una copia.
1 AÑO ATRÁS YO:
Dije, "quiero irme de Lima". También dije "quiero escribir". Y aquí me tienen. La monotonía y la ausencia de experiencias es tal que no sé si alegrarme o entristecerme. Lo que sí logré fue acabar con mis sentimientos hacia Pertur Bado. Tanto, que puedo mirar atrás sin remordimientos, y sobretodo tranquilo.
AYER YO:
Viví en carne propia la ruptura sentimental de mi mejor amigo y su novio. Sólo puedo decir que me siento igual de mal que ambos. La relación que tengo con mis amigos es tal, que me siento afectado de igual manera, como un muñeco de vudú. Detesto verlos tristes. Hay suficientes dilemas en mi vida como para agregar uno más.
5 CANCIONES DE LAS QUE ME SÉ TODA LA LETRA: Miles, por no decir TODAS. Las que me vienen a la mente ahora son: - Non merci (Albin de la Simone) - Autosuficiencia (Parálisis Permanente) - Allison (Pixies) - The Time Warp (The Rocky Horror Picture Show) - Hot Girl (Sabrina Salerno)
5 LUGARES IDEALES PARA IRME: - Greenwich Village - Shibuya - Montmartre - Paseo Ahumada - El Rastro
5 MAYORES ALEGRÍAS DE MI VIDA: - Billy - La primera vez que dije "¡ACCIÓN!". - El estreno de "Kika". - Escuchar "Uninvited" en vivo. - La primera corrida sobre el pecho de alguien más.
5 COSAS QUE ME GUSTA COMER: - Snickers - Gomitas - Lasagna - Chicharrón de langostinos - Pene
5 COSAS QUE NUNCA ME VERÁS USAR: - Faldas (y a lo loco) - Lencería - Artículos de S&M - Sayonaras de a sol del Mercado Central - Pantalones blancos
5 JUGUETES FAVORITOS: - Vibrador que ya no vibra - Celular - Handycam - Discman - Pene
5 PERSONAS PARA TAGGEAR: - Eduardito - Mirko - Helefante - Ale - Tia C |
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Diálogos conyugales, parte I
martes, noviembre 08, 2005 |
A pesar de que está con un pie en la tumba, mi abuela vistió hábitos morados y se fue apurada a la Procesión, (yo la dejo ir con la esperanza de que le de un infarto entre tanta gente y no regrese para contarla). Aprovechando la ocasión que nos cayó del cielo, mi novio y yo hicimos el amor en todos los cuartos y camas de la casa.
Después de deambular desnudos por el comedor, como en las últimas páginas de "Cien años de soledad", regresamos al cuarto porque aún quedaban energías para lo que fuese.
Yo: Pucha, y como te iba diciendo, la cuestión es que si no vamos a ir a Argentina al final, fácil me voy a Francia, ahora que voy a dar el DELF y todo... pero me iría por un año nomás... Él: Mmm... ajá... Yo: Porque más de un año... Ay amor, te voy a extrañar demasiado. Él: Mmm... Yo: Además, aparte de Francia, tengo que ir a Miami a decirle a mi mami que soy gay y todo... Él: Mmm... amor, no hables tanto. Yo: Creo que si me dan la visa a la Unión Europea, puedo entrar a USA sin problemas, ¿no? Él: Mmm... amor, estoy tratando de concentrarme aquí... Yo: Aunque claro, Japón también es una opción, pero los japoneses son muy raritos... Él: CARAJO AMOR, ESTOY TRATANDO DE METÉRTELA Y NO ENCUENTRO TU ANO, ¡NO ES MOMENTO PARA HABLAR DE ESTAS COSAS!
Y no pudimos seguir porque nos dio un ataque de risa a ambos.
Él: ¡Tienes que poner esto en el blog! Yo: ¡De hecho! |
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Quelle horreur!
domingo, noviembre 06, 2005 |
La vez pasada me preguntaron ¿por qué presumes ser indie cuando no lo eres? Y me dio mucha risa porque en ningún momento me he autodenominado como tal. Simplemente, la corriente independiente, en todas sus disciplinas, excita mis sentidos. Si fuese indie, no escribiría sobre mi sentido de superioridad, ni del glamour, ni del jet set, ni del consumismo, porque estos postulados van muy en contra de la estética indie. Tampoco me habría animado a ir a discotecas gays, pero conste que sólo lo hago por amor.
¿Entonces que soy? Soy simplemente un chico electrodoméstico. Me gusta lo indie y me encantaría serlo, pero no puedo. Preferiría antes bajar de peso y tirarme a Paris Hilton, para ser, tal vez, el primer homosexual que se la tira. No obstante, hay otros bloggers que se rajan las vestiduras y se indignan. O se lo toman todo muy en serio, o son resentidos sociales.
Pongamos un ejemplo. Soy una chica con ganas de escribir. Todo bien hasta allí, pero resulta que también soy dueña de un complejo antisocial muy-a-lo Daria. No me importa, total, siempre puedo publicar una foto de mi pubis, de mi ingle, o de mis tetas para que ingresen los mañosos a visitarme. ¿Por qué? Porque quizás no puedo hacer amigos en la vida real.
De repente quiero ser la Beba Newmann, pero no lo soy, porque en vez de escribir sobre eventualidades, como esta última, escribo estupidez y media, con títulos de tipo "Me metieron el dedo en la raja" o "Tengo pelos en la chucha". ¿Soy patética? Mucho, pero quizás movida exclusivamente por la envidia. Y encima, poseo la atrocidad de molestarme porque la gente habla más idiomas que yo. Fin del ejemplo.
Es interesante cómo mi imaginación suele debatirse por los senderos de la pastrulada. Y la pobre chica es una víctima más de sí misma.
Felizmente, no soy así.
Siempre hay gente peor que uno. |
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Brujas de verdad
viernes, noviembre 04, 2005 |
La Noche de Brujas de este año se aprestaba a ser muy especial, porque, siendo la primera vez que tengo novio, era el primer Halloween que pasaría en plan de parejita feliz. Recuerden que nos casamos hace poco, y el matrimonio implica muchos sacrificios, como lo es festejar tan importante evento en una discoteca gay.
Ni bien me mencionan la palabra ambiente o discoteca gay se me escarapela el cuerpo. Pero había que ir, al menos para divertirnos juntos. Y así fue. Como Eduardito decidió irse en pos de festejos barranquinos, mi novio y yo estuvimos alrededor de la medianoche por las inmediaciones del antro llamado Downtown Vale Todo.
Tuvimos que dar un par de vueltas más porque la cola era... inmensa. Eso es decir poco. Al parecer toda la pluma limeña se había puesto de acuerdo para asistir, y peor aún, en disfraces que dejaban mal parado el nombre de la "alta" costura. Era toda una fauna. Finalmente pudimos ingresar como a la una de la mañana, cuando la cola era más bien escasa, porque la discoteca estaba abarrotada de gente.
Pagué los veinte soles que costaba la entrada por persona (ouch) y comprobé que aquello no había cambiado. Travestis y demás indeseables moviéndose al compás de la peor música del mundo. La "remodelación" brillaba por su ausencia (siempre y cuando remodelar le llamen a colocar esas horribles rejas, ese minimalismo metálico que le insuflaba una pésima apariencia de esos videos ochenteros de Janet Jackson, claro, mal imitados).
No nos importaba, pues una vez más, estábamos juntos. En la selva inhóspita, pero juntos. Bailamos un interminable set de esas canciones que parecen ser una igual a la otra, agrupadas bajo el escalofriante término de trance, que en realidad era el synth dance más banal que había escuchado en mi vida. Hubo que esperar a que pusieran "Hung Up", el nuevo single de Madonna, para que mi novio y yo nos animáramos a bailar de nuevo, como un par de criaturas sin sexualidad definida.
Cuando vimos entre el tumulto a Coco Marusix luciendo un trajecito de novia, acompañada de un impresentable y oxigenado acompañante, nos enteramos que era la maestra de ceremonias del concurso de disfraces que estaba por empezar. Pese a la insistencias de mi novio, no fui a saludarla. Ya me enteré que la diva está molesta conmigo, porque hasta la fecha no está terminado mi cortometraje, "La Guerra de los Cosméticos", el cual protagonizó. Paciencia, reina, que no depende de mí, sino de los aullidos de mi editor oficial.
El concurso de disfraces fue un horror, aunque de buen rollito. Era patético, sí, pero también un arrastre de risa por los comentarios del narrador en off, destruyendo sin piedad el afán de figuración de muchas tracas, que se alucinaban lo máximo cuando en realidad provocaban lástima, incluída una que enseñó los genitales encogidos bajo la falda de su disfraz de Madonna/Maria Antonieta, copiado (acertadamente) del VMA 90.
La noche la cerré acurrucado en las rodillas de mi novio. Estábamos tan cansados que nos tiramos en la alfombra del segundo piso. Yo coloqué mi cabeza en su regazo y me quedé dormido. Él arrulló mi sueño con caricias varias, y yo estuve a punto de morirme, porque recordé que era la primera vez que me quedaba dormido junto a él, y despertaba contemplando su rostro entre lagunas oníricas de fatiga intensa. Sólo por eso, valió la pena todo el esfuerzo. |
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Me dejó... mojadito el pañuelo
jueves, noviembre 03, 2005 |
Los aniversarios entre mi novio y yo se han visto dispuestos de una mauvaise manière bajo el estigma del azar y las malas casualidades. Por alguna extraña razón, siempre termina pasando algo. O nos peleamos por esas fechas, o los planes se van por el retrete.
Una vez quise ser original y me sorprendí a mí mismo por la onda de ama de casa que me sobrevino. Planée echar a mi abuela de casa bajo dudosas coartadas (abuela, llamaron diciendo que mi madre ha muerto, anda a ver si es verdad), compré velas, rosas color rojo pasión y decoré la sala y el comedor en plan Martha Stewart. Preparé lo único que sé cocinar (Mac & Cheese instantáneo) y coloqué una mesa para dos, con copas sin estrenar de vino tinto.
Y mi novio nunca vino. No recuerdo qué fue lo que pasó, pero acabé llorando a mares, apagando las velas, barriendo los pétalos de rosa del piso y comiéndome yo solo el Mac & Chesse. En otras oportunidades, los planes tampoco salieron como esperábamos. Puede parecer cosa de brujería pero no lo es. No lo es porque seguimos juntos. Y como bien dice mi novio, los aniversarios son lo de menos.
Yo: (Emocionado) Amor, ¿qué vamos a hacer mañana? Él: Tengo que estudiar.
Castillos en el cielo derrumbándose.
Yo: Pero, pero... mañana es un día especial. Él: Lo sé amor, pero tengo que estudiar. Yo: (Intentando conmoverlo) Pero es nuestro aniversario... Él: Ay amor, no pongas esa carita que me pones triste a mí también, además, todos los días es nuestro aniversario.
Creo que es el mejor de regalo de aniversario que ha podido darme. |
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Me vengo
miércoles, noviembre 02, 2005 |
[Originalmente titulado "Me quieren volver loca", en honor a Barbra Streisand]
Para nadie es una novedad que nuestra ciudad haya sido continuamente vapuleada y menospreciada por la mayoría de actos de calidad. Salvo honrosas excepciones en los ochentas y noventas, por lo general los grupos musicales deciden pasar totalmente de Lima y ni siquiera la incluyen en sus itinerarios. El motivo principal de esta conducta es también muy conocido por el que menos.
Sin embargo, a falta de pan, buenas son tortas. Tampoco estamos diciendo que vaya a venir The Arcade Fire, pero a partir de Noviembre, sufriremos una pequeña avalancha de conciertos a tomar en cuenta. Si bien el panorama no estuvo del todo inmaculado (el último mes tocaron Pandora, Olga Tañón, Jhandy Feliz y la reencauchada Jeanette), las cosas pronto habrán de tomar otro rumbo.
La primera buena noticia fue la visita relámpago de Raffaella Carrá. A más de un empresario le habrá sacado roncha no proponerle alguna presentación, por más pequeña que sea, porque la tía todavía vende, más aún si consideramos que no hemos oído hablar de ella desde fines de los ochenta. A cualquiera le hubiese gustado volver a verla. Pero no. La diva se fue a Cusco tras pasar una tarde de compras en el Jockey Plaza (¿se imaginan ir a comprar a Saga Falabella y encontrarse cara a cara con Raffaella Carrá?).
Y lo segundo a destacar es el próximo concierto de una de mis bandas favoritas: Entre Ríos. Cuando me lo dijeron no pude creerlo. No sólo es una banda, digamos "no comercial", sino que el hecho de traerla a un país donde son prácticamente desconocidos es toda una hazaña. Los argentinos ofrecerán un recital en La Noche de Barranco y desde ya les aseguro que me encadenaré a la puerta desde el día anterior, con tal de estar en la primera fila. Para mayor información, visiten ésta página.
No obstante, hay más. Como si gozáramos de una economía estable, ya se han anunciado los conciertos de Babasónicos y Hombres G. Y por si fuera poco, el plato de fondo lo conforma la que, quizás, es mi banda argentina favorita por excelencia, presente en los pogos de cuanta fiesta me animo a organizar: El Otro Yo. Esta vez, me prometo a mí mismo suicidarme si no consigo hablar con Maria Fernanda Aldana, y preguntarle cuál es el secreto para ser una chica descarriada.
¿De dónde voy a sacar el dinero para ir a estos cuatro conciertos? Vendiendo mi trasero o tirándome a la gente de seguridad o Defensa Civil. Lo más seguro es que me gaste los ahorros que tenía salvaguardados para las compras navideñas, pero vamos, la ocasión lo apremia. Aunque no todos correras la misma suerte que yo.
Como alguna vez dijo Rafo Ráez, la gente se va a alocar.
UPDATE 1: Acabo de ser elegido por "Erecciones Generales" para entrevistar a Entre Ríos. Me meo. ¡Gracias Ana Conda! UPDATE 2: También viene Lucybell. Puta madre. |
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