The Grudge
martes, marzo 01, 2005

El rencor funciona. Acabo de comprobarlo. Quizás, los malos deseos multiplicados a la milésima tienen un efecto circundante en la conducta del planeta, muchas veces hasta son motivo detonante para catástrofes naturales que nadie puede explicarse. Si la fe mueve montañas, la mala fé puede causar cataclismos. En mi caso, huelga decir que se trataba de una noticia cantada desde el gérmen de su inicio, desde aquellos remotos días (me parecen más lejanos) en que yo, obnubilado por los sentimientos opresores de la búsqueda y necesidad de cariño, me hallaba a merced de Rodrigo y las situaciones psico-climáticas que actuaban en contra de mis deseos, más en los míos que en los de él. Bien dicho lo tiene Fangoria: "¿Cómo solucionar problemas del corazón en condiciones atmosféricas adversas?".

No obstante, nuestro actual verano dista mucho de ser adverso. Hasta la fecha me pregunto si es que las condiciones atmosféricas promovidas por la fuerza de mi rencor tuvieron algo que ver en la ruptura. ¿Qué ruptura? Vayamos por partes, dijo Jack el Destripador. Desde que me encontré a Rodrigo en la calle, sonriente, me di cuenta de algo: yo le guardaba mucho rencor y él, por su parte, o no tenía cerebro para recordar la situación que nos afectó o sencillamente apeló con una sonrisa de orjea a oreja a la filosofía de "Que te parta un rayo". De una cosa puedo estar seguro: las acciones de Rodrigo están regidas por su ausencia de neuronas, y no por alguna clase de malicia. En cualquier caso, luego de encontrármelo frente a frente después de semanas de ausencia afectiva, opté por averiguar lo que pasaba, lo que pensaba, lo que atravesaba, aprovechando nuestro reciente encuentro fortuito.

Por supuesto que la vía más confiable era la vía electrónica. La red de redes tiene la facultad de absorber nuestra personalidad y el feeling verdadero, es escudo confiable para las personas de timidez indescriptible, como yo, aunque no lo parezca. Por eso, ni bien al día siguiente Rodrigo se conectó al MSN, le abrí una ventana para saludarlo. Durante un segundo pensé que tal vez no me respondería, pero empezó a conversar conmigo como si nada. Chico extraño. Chico riquísimo.

Cyan: ¿Y cómo van las cosas? Tú sabes.
Rodrigo: Me choteó.
Cyan: ¿Ah?
Rodrigo: Carlos me choteó.
Cyan: ¿QUÉ?
Rodrigo: Jugó conmigo, tenías razón. Después de todo lo que pasó... me pareció increíble la manera cómo me trató. Pensé que lo conocía bien.
Cyan: No sé qué decirte.
Rodrigo: Es mejor no pensar en eso. Me siento terriblemente mal. He estado una semana sin salir de casa, no pensé que me fuese a afectar demasiado.
Cyan: Comprendo.
Rodrigo: Lo peor de todo fue que terminó conmigo por MSN.
Cyan: WHAT?
Rodrigo: Es un hijo de puta. Debí haberte hecho caso.

Mas sabe el diablo por viejo que por diablo. Más pudieron mis malos deseos. Pese a quien le pese, así mi subconsciente transmutador haya lanzado toneladas de sables imaginarios contra él, era algo que, después de todo, se veía venir. No sé por qué, pero me puse a saltar en una pata. Literalmente. ¿Camino libre? Por supuesto. ¿Ofrecerle mi hombro para que llore y luego aprovecharme de su frágil estado afectivo para hacerlo mío? Puede ser. La idea me gusta pero, ¿estoy preparado para darle una nueva oportunidad a Rodrigo en mi vida? Sin pensarlo, mis manos teclearon las palabras sin que yo pudiese hacer algo por evitarlo.

Cyan: Si necesitas hablar con alguien, podemos salir a conversar.
Rodrigo: Claro. Ahora ya no estoy atado a nadie.
Cyan: ¿Qué vas a hacer más tarde?
Rodrigo: He quedado con mi tía, pero fácil nos vemos en estos días. Yo te llamo.

Ahora ya no estoy atado a nadie. En alguna parte de mi cerebro, me gustaría que estuviese atado a mí. Desconozco qué habrá pensado Rodrigo de mi ofrecimiento. Si me dijo ahora ya no estoy atado a nadie, puede que haya entendido que quiero volver a salir con él. Pero ¿quiero volver a salir con él? La verdadera finalidad de nuestra nueva "cita" es descubrir qué pasa, o mejor dicho, qué pasará. Me gustaría llevármelo a la cama apenas lo vea frente a mí, pero ¿se dejará? ¿le caerá bien un poco de post- breakup up sex? Ni yo mismo estoy seguro de lo que quiero. Si las cosas se dan, pues usaré la misma estrategia que la vez pasada: pedirle un beso. ¿Es eso lo que quiero? Quizás sea sólo eso. Tal vez debería esperar a que él me llame. El asunto está latente. A por ello.

Posteado por Cyan a las 1:44 p. m.
 
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