Tes yeux noirs
martes, marzo 08, 2005

*Reedición rápida del post que debió salir ayer.

Ya era más o menos las 10 de la noche cuando recibimos un mensaje de Paqui Derma (¿la recuerdan?), clamando por nuestra presencia debido a lo avanzado de la hora. Por supuesto, no contábamos con el viajecito que nos esperaba. Una hora antes, nos llegó el primer mensaje de Paqui, mientras Funky y yo devorábamos hamburguesas grasientas en el food court de Larcomar.

Hey Funk! Estoy acá en el Queirolo con la gente. Vente pues! Ah! Acá Santiaguillo (alias Brigitte) pregunta si vas a venir con Cyan. Venganse rápido!

No podía creerlo. Leía una y otra vez el mensaje desde la azulesca pantalla del celular de Funky. A juzgar por los eventos que se dieron lugar la semana pasada, había llegado a la conclusión de que Brigitte quería pasar totalmente de mí. Sin embargo, me equivoqué. O así parecía ser, porque es bastante obvio que ese mensaje significaba que Brigitte quería verme, así quisiera encaletar la cosa, y si quería verme pues entonces iría a verlo así fuese hasta el fin del mundo. No conté conque el fin del mundo no tenía nada de chic, sobretodo a golpe de medianoche.

¿Ir al Centro de Lima a estas horas y en combi? No way! Este era nuestro razocinio inicial, que tuvimos que cambiar de forma radical al ver que estábamos más misios que padre de familia en campaña escolar. A sol, chapa tu combi nomás. Felizmente en el camino se nos unió Addy Possa, y no precisamente por la promesa de trago, porque la pobre acaba de ingresar a A.A. No obstante decidió acompañarnos en la travesía, y luego de rezarle a San Guchito, subimos en una combi machucada que nos llevaría directamente hasta el Centro Histórico.

Aquello parecía la Caravana del Valor pero sin ewoks. Al bajarnos casi una hora después en el cruce de Wilson con Quilca, descubrimos que aquello había sido una mala idea. El paisaje era mucho más desolador que de costumbre, y de pronto las lúgubres calles se cubrieron de una caterva de personajes vestidos de negro, de la cabeza a los pies, que salían de todas partes. Me sentí Harry Potter invadido por Dementores. Aquellos individuos resultaron ser los darks y los punkies de turno, que no eran una manchita sino varias, por docenas, una procesión de muertos vivientes en peregrinaje hacia las veredas, en donde chicos y chicas igualmente góticos se sentaban a beber el líquido elemento. Por nuestra parte, avanzábamos temerosos de cualquier ataque o posible violación, y maldije no haber traído siquiera un paralizer.

Llegamos al Bar Queirolo (un antrito que ya puede considerarse patrimonio, en donde se perdían nuestros abuelos y hasta nuestros tatarabuelos) y encontramos a Paqui Derma bastante entradita en copas, al igual que Brigitte y otro dos chicos más. Brigitte, chela en mano, estaba lindo. Podría asegurar que era el chico más lindo de aquellos lares. No sé cómo hice para intentar sentarme a su lado, y lo conseguí, aunque Brigitte no me paró bola en toda la noche debido a su avanzado estado etílico. Funky, Addy Possa y yo nos mirábamos las caras, como comprendiendo que si no nos íbamos a su debido momento, terminaríamos siendo el ejército de la salvación que llevaría a toda esa sarta de borrachosos a sus respectivos hogares.

Momentos especiales, los hubo. El primero de ellos tuvo lugar cuando Brigitte, totalmente ebrio, declaró con toda la concha del mundo que le gustaba que le llamasen Brigitte, carajo, qué chucha, porque sonaba bonito pues, y al final a quién chucha le importa. Y así dice ser heterosexual. Si tú, ándale. El segundo momento Kodak llegó cuando aprovechamos a aquella banda de alcohólicos para dar rienda suelta a nuestras venas artísticas, improvisando, mismo American Idol en versión heavy, una colección de recuerdos de los ochentas, con lo mejor del repertorio de Thalía, Pimpinela, Isabel Pantoja, Vicky Carr, Ana Gabriel y Pandora, que cantamos a voz en cuello mientras las demás mesas nos hacían llegar sus quejas igualmente con alaridos. Finalizamos el improvisado concierto con un grito al unísono: CLÁSICOS HISPANOS, CORAZÓN! (en alusión al programete de OkTV)

Cuando Paqui Derma, Brigitte y compañía empezaron a corear "Alma, corazón y vida" comprendimos que era hora de retirarnos (cantar canciones criollas no es chic). Brigitte me dio una palmadita en el hombro y me miraba riéndose con esa risa cachacienta de los borrachos, y esa mirada castigada por el alcohol. Pude ver muy de cerca aquellos preciosos ojos negros, iluminados por el fulgor diseminado del asqueroso fluorescente blanco del techo.

Cyan: Viens-là, viens avec moi, ne pars pas sans moi... Oh ! Oh ! viens... reste-là... ne pars pas sans moi...
Brigitte: Ah? Qué me dices, oe?
Cyan: Yo nada, 'tas mal choche.

Le mentí. Le estaba cantando una canción de Indochine que se me vino a la mente a raíz de observar sus bellísimos ojos negros. Pero se la canté sobretodo como una especie de tributo final, un farewell tour en su punto. Obviamente él no se dio cuenta, claro, pero yo quería cantársela en su cara pelada, porque había comprendido que nunca, por nada del mundo, por más necesitado y sediento de amor que esté, me enredaría con un chico que tomase licor de modo desaforado en un lugar tan clandestino como ese. So long, Brigitte.

Posteado por Cyan a las 12:05 p. m.
 
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