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Grabaciones legendarias - Cap. 4
sábado, octubre 22, 2005 |
Caso: Jairzinho & Simony - "El amor no tiene edad" (1987)
El primer atisbo de esta canción me viene en forma de un videoclip precario, con una escenografía de ensueño (y de papel crepé) escandalosamente falsa, donde aparecía un morenito con african look. En un principio pensé que se trataba de una grabación solista de Michael Jackson realizada durante su infancia, la cual habría salido a la luz luego de muchos años de silencio, pero existía una particularidad: el morenito en cuestión no sólo era más bonito que el futuro rey del pop, sino que además resultaba agradable a la vista.
Junto a él cantaba una niña lánguida y tiesa, tan falta de gracia como un pez muerto, y que si no fuera por el vaivén de sus piernas hubiese pensado que era inválida. Ambos interpretaban una canción melosa que de inmediato se coló entre las preferencias de las secretarias de mi padre, gracias a una sintonía indiscriminada en las radios locales de amplitud modulada.
Por esa época escuchaba Indochine (en realidad toda mi vida he escuchado Indochine), más aún porque el mítico cassette del concierto en el "Au Zenith" se convirtió en uno de los más vendidos de aquél año. No obstante, aún quedaba grabada en mi memoria la tierna melodía de amores infantiles, interpretada por el ya mentado Michael Jackson wannabe y la niña idéntica a Clarita de "Heidi". Abuelito dime tú.
Aquella canción tuvo un éxito estrepitoso en las representaciones escolares de fin de año. Y, curiosamente, nunca me compraron el vinilo. Quizás porque en el fondo creía que mis padres se burlarían de mí si les pedía que me regalaran un disco con una portada y un contenido tan homosexual. Como suele suceder, la vergüenza ajena pudo más. No era correcto que un niño bien anduviese escuchando canciones suavecitas en el tocadiscos de su cuarto, y peor aún, a solas.
En realidad, eso era precisamente lo que hacía: me encerraba con la radio AM, esperando que repitiesen dicha canción para alucinarme como la niña pánfila, sentándome sobre la luna de papel para acariciar a consciencia y sin descaro alguno la entrepierna del negrito (quizás ya a esa edad podía haber sido superdotado). Por supuesto que luego mi imaginación infantil extendía la alucinación, y jugaba a ser Dorothy Gale de "El Mago de Oz" con las trenzas desenredadas, muy dispuesta a probar el hacha del hombre de hojalata.
Debo reconocer que dudé mucho antes de poder compartir este recuerdo, pero la fantasía de Dorothy Gale ha sido compartida por personalidades del calibre de Rufus Wainwright, o sea que tan patético no es. Lo que sí es patético es que, a casi veinte años de haberla escuchado por primera vez, haya descubierto por fín el significado intrínseco de sus estrofas. El amor no tiene edad. Vaya fantasía pedófila. Gracias, garotinhos.
Fan service: Y por partida doble, la canción la pueden escuchar en el MUSICATION de la columna izquierda, o bajársela haciéndo click aquí.
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