Los chicos buenos no ligan
viernes, octubre 21, 2005

A estas alturas todos en mi clase de francés saben que soy faggy. Hasta el profesor, que cada vez que entro al salón, fuerza una mueca en conjunción con un agitamiento involuntario de su labio inferior, como debatiéndose entre las probabilidades del análisis de mi indumentaria, intentando saber si soy o no soy. En cuanto a las chicas, sencillamente les doy risa, quizás porque encuentran divertida la doble connotación de mi extravagancia.

El único que no lo sabe, o al menos finge no saberlo, es un chico muy guapo. Decir chico es mucho, porque tendrá menos de veinte años y es pequeño de contextura. Se llama Melo Commo. Tiene orejitas de ratón y ojos prominentes, expresivos, rematados con un par de leves ojeras que le insuflan un airecillo misterioso. Lo curioso es que Melo Commo suscitó una ligera llamada de atención de mis instintos pedófilos. No obstante, vade retro satanás. Como diría Funky, soy una mujer casada.

Hoy, sin embargo, a la salida de clases, cuando fui a Plaza Vea, me lo encontré en el empaque central. Era la primera vez que me dirigía la palabra.

- Hola Cyan.
- Em... hola.
- ¿Qué haces acá?
- Pues ya me ves, voy a comprar.
- Yo también. ¿Me acompañas?
- Em... ¿por qué no?

Me pareció extraño tanto interés. Aunque su actitud fue de lo más bizarra, no porque fuese un enfermo, sino porque conmigo estaba demostrando que no era tan antisocial como en clase. No quería exagerar, pero me puse a sospechar que quizás i'm still in the market.

- Cyan, ¿tú qué compraras?
- Pilas.
- Pero ayer también las compraste.
- Sí.
- Y anteayer.
- ¿Ah?
- ¿Todos los días compras pilas?

Lo dijo con una sonrisa pícara. ¿Es que acaso se da cuenta de lo que compro? ¿Tan evidente es mi bolsa de Plaza Vea con pilas cuando regreso al salón después del break? ¿Por qué estaba al pendiente de mí? ¿Sería presa, acaso, de mi personalidad arrolladora? ¿O, para variar, sería otro de los que se obsesionan conmigo?

Pisa tierra, mujer.

Al llegar a la caja registradora, estiró el brazo para coger un ejemplar matutino de Perú21.

- Em... ¿lees Perú21?
- Sí... ¿qué tiene de malo?
- No sé... los chicos de tu edad como que suelen comprar El Bocón, Líbero o esos periódicos de puro fútbol.
- Es que no me gusta el fútbol.

Suenan las campanas. Primer indicio de traqués. Lamenté no tenerle la confianza suficiente de preguntarle si le gustaba Madonna, porque esa pregunta es la que suele definir cuán homosexual es un hombre. La segunda es ¿usas gel?

- ¿Usas gel?
- Un poquito, para pararme el pelo.
- Qué chido. Está un poco punk.
- Me gusta así.

Madonna, tenía que preguntarle sobre Madonna...

- ¿Tú qué estudias, Cyan?
- Yo soy CINEASTA.
- ¿En serio? ¿He visto algo tuyo?
- Bueno mi primer corto, "La Guerra de los Cosméticos", está casi listo para su estreno.
- ¿En 16 milímetros?
- No, hijo, en digital. Tengo plata pero no tanta.

Se las daba de enterao y eso era bueno, porque no todos los chicos guapos y con clase suelen ser tan eruditos. Yo me sentía fatal de no poder meter a Madonna en la conversación.

- Bueno, me tengo que ir, nos vemos mañana, Cyan.
- Ya, cuidate.

Me dio una palmada en el hombro y se fue caminando por Petit Thouars. Esos jeans le quedan regios, pensé. Me faltó darle las gracias por haberme subido el ánimo. Esta juventud está cada vez más alocada.

Posteado por Cyan a las 3:02 p. m.
 
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