Grabaciones legendarias - Cap. 5
lunes, diciembre 12, 2005

Caso: Ole Ole - "No controles" (1983)

A los tres años de edad no había mucho qué hacer, salvo aburrirse en el jardín de infantes con niños idiotas, a los cuales soportaba porque entre ellos figuraba uno que llamaba especialmente mi atención. Más allá de ser vapuleado por haber ingresado al jardín a una edad tan temprana, y por ende tener un par de años menos que el resto, mi único refugio era la música y los pocos discos que mis padres pusieron a mi disposición. Eso además de las aburridas tardes frente al televisor y los interminables anuncios matutinos del Club 700.

Amparado en la soledad de mi habitación, sin hermanos, con primas quinceañeras que se pasaban la vida oyendo a Menudo y leyendo revistas "Tú", me conformaba con aquél viejo tocadiscos portátil de caja amarilla desarmable. A él llegaron algunos singles en vinilo que iba recogiendo cuando mi tío, que debía tener unos 23 años, tiraba a la basura ni bien pasaban de moda. Claro que, como es bien sabido, también habían vinilos de cosecha propia, adquiridos a pedido mío, como los de Michael Jackson, Rafaella Carrá, Yola Polastri y los disquitos de Disney que venían con cuento, y con el hada Campanita tocando sus campanitas así...

Ya a esa edad poseía la suficiente autonomía como para poder distinguir canciones, cantantes, ídolos de televisión y actrices de folletín. Si el niño lo dice, entonces había que cumplirlo. Me sentía un pequeño emperador, todo el mundo se encontraba a mi servicio. Tenía todo lo que me apetecía tener con tal sólo chasquear los dedos. Eran tiempos sin crisis. Era la época dorada de Yola. Era la época en que se compraban vinilos por decenas. Era el 83.

No obstante, nunca pude obtener el vinilo de una canción que me electrizaba. Era una canción sencilla, directa, que sacudía los sentidos y ponía el cuerpo a mover con tan sólo escuchar los primeros minutos. Inclusive hoy en día puedo asegurar que "No Controles" es mi canción favorita de todos los tiempos. Y punto.

Es una canción increíblemente perfecta. Es la mejor composición que Nacho Cano pudo lograr en su vida (salvo "Me cuesta tanto olvidarte") y hasta Ana Torroja se pregunta por qué carajos Nacho tuvo que ceder esta pieza a los anodinos Ole Ole antes que ponerla a disposición del repertorio de Mecano. El grupete aún tenía a Vicky Larraz como vocalista (en su etapa pre Marta Sánchez), cuyo look era un tanto exagerado y patético, a juzgar por aquél video donde salía embutida una vergonzoza minifalda.

Años después, cuando ya tenía más consciencia del mundo, e iba al colegio y todo, volví a escuchar la canción, pero precedida una extraña mutación. Al principio me pareció que la cantaba Samantha Fox, cosa rara en la despachada cantante inglesa, pero después pude comprobar, con horror, que quienes la interpretaban era un grupo de jovenzuelas con mucha laca en el pelo, medias rosadas de nylon y ningún talento para el baile. Eran las Flans realizando una innecesaria versión de la mítica canción, y al final lo único que quedó grabado en mi mente fue el divertido videoclip (casi amateur) y la contagiante coreografía de tres pasitos que aún me atrevo a realizar de vez en cuando.

No obstante, la fresca herencia techno-pop de la canción original es irrepetible. De tintes setenteros, la pieza no tiene nada que envidiarle al sonido Münich de Giorgio Moroder, o a ciertas joyas bailables de Amanda Lear. No existe una mejor lírica que pueda describir el pesnamiento de una chica despechada / descarriada / descontrolada. Siempre que me atrevo a escucharla, descubro cosas nuevas. Su perfección es tal que hacia la segunda estrofa, cuando uno piensa que no puede haber cosa más deliciosa en el mundo, arremete el corillo final de "No controles, no controles, ¡no controles!". Aparte del pene y el sexo oral, "No Controles" es la más grande maravilla del ingenio humano.

Posteado por Cyan a las 4:31 p. m.
 
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