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¡Odio a los hombres!
lunes, noviembre 22, 2004 |
Anoche, de repente, me puse a pensar en Hiro. Su recuerdo vino a mí sin ser invocado, como un chispazo de súbita realidad. Se presentó así, como por arte de magia, silencioso, acechante, como un gato en celo. Di vueltas en la cama y recordé a Hiro y lo felices que fuimos (al menos yo). Hiro y las innumerables tardes en su departamento, haciendo el amor y quedándonos desnudos junto a la ventana por donde se filtraban los rayos del sol del verano del 2003. Hiro y las noches en la tina con agua caliente, lamiendo nuestros cuerpos. Hiro y yo saliendo de la tina, ambos mojados, y echándonos en la cama, mojándola igualmente. Hiro y su lengua penetrando mi ano, haciéndome sentir por primera vez los placeres del beso negro. Hiro y su risa convulsiva después de eyacular. Hiro, Hiro, Hiro...
Me parece increíble que ya hayan pasado casi 2 años desde aquél preciso momento en que comprendí que mi mundo no tendría sentido sin él. Quizás nunca lo tuvo. Prácticamente vivíamos juntos: yo llegaba del trabajo directamente a su casa, pasaba la noche con él y enrumbaba de nuevo hacia la oficina. Regresaba a mi casa tan sólo para cambiarme de ropa o para verificar que todo estaba en órden. Y a pesar del grado de intimidad que llegamos a establecer, nunca fuimos enamorados. Nos fuimos a la cama en la primera cita, cuando nos conocimos por primera vez. Todo fue demasiado rápido. A los 5 días ya estaba enamorado de él, y él se empezó a preocupar. No éramos novios, se suponía que éramos "amigos cariñosos", que estábamos saliendo, que recién nos estábamos conociendo y congeniando. La relación nunca se formalizó, hacíamos el amor todos los días sin excepción, y las cosas llegaron al hartazgo. Él me pidió un tiempo de abstenencia de sexo, se lo dí, le declaré mi amor, y a las 3 semanas ya tenía a otro, esta vez sí un "enamorado oficial".
¿Qué pasó? Que en el interín, obviamente, me enamoré de él con locura. Y anoche, dando vueltas en la cama, recordé a Hiro, diciéndome "no quiero herirte, Cyan, pero tampoco te enamores de mí". Hiro poniendo cara de entierro cuando le pedía que me presente a sus amigos. Hiro dejándome solo cuando tenía alguna reunión familiar. Hiro intentando llevar a su nuevo enamorado a mi fiesta de cumpleaños porque "no iba a ninguna parte sin antes consultarle". Hiro, sin poder llamarme nunca. Hiro, sin abrirme nunca una mísera ventana en el MSN. Hiro, a quien nunca le pregunté por qué actuó así conmigo. Hiro, Hiro, Hiro...
No pude más y salí de la cama. Eran casi la una de la madrugada cuando decidí sacarme la espina de la duda que se me había clavado en el corazón. Prendí la PC, entré al MSN y allí estaba él. Me trató con su acostumbrada dejadez. Secamente, quiso saber de mí y aparentar estar interesado en averiguar qué había sido de mi vida durante todo este tiempo.
Cyan: ¿Ya no vas al cine de la U. Lima?
Hiro: Sí, estuve yendo por tu Universidad hace un par de meses, pero ya no.
Cyan: Y para variar, si sabes que yo paro por ahí, nunca me llamaste para encontrarnos y charlar...
Hiro: Bueno, no creo que hubieras querido ir, dados los motivos que me llevaban frecuentemente a tu Universidad...
Cyan: ¿Y cuales eran? (si puede saberse, claro)
Hiro: El novio.
Mierda. Al menos no me dolió tanto como lo esperaba.
Cyan: ¿Tu novio es de la U. Lima? ¿De mi facultad?
Hiro: Ajá.
Cyan: ¿Y todavía es alumno?
Hiro: Pues sí.
Cyan: ¿Y el susodicho tambien estudia cine?
Hiro: No diré más, sobre el susodicho... No es nada personal... El mundo es chico.
Cyan: Pues por la forma en que lo dices me atrevería a pensar que la respuesta es afirmativa, aunque si dices que es alumno, dudo que lo conozca, yo sólo conocía a la gente de mi promoción... Pero en fin... ¿a que se debe tanto recelo?
Hiro: No soy yo, es por él... Digo, porque es mejor que las cosas no se ventilen mucho alrededor de él...
Cyan: Sigo sin entender, pero en fin, tendrás tus razones, no estoy de animos para sonsacar información a nadie...
Hiro: OK, agradezco tu comprensión, aunque no quede claro, jaja...
Cuando finalicé la comunicación, comprendí que todo aquello había sido un error. No debí de haberme enterado de estas cosas, porque ya puedo sacar unas conclusiones nada agradables. La primera conclusión es que ha tenido dos novios después que yo. Y la segunda es que habla de su actual novio con tanto cariño, que dudo que les haya hablado así de mi al resto de sus amigos. Sigo pensando que todo fue una gran mentira, algo que ni siquiera él se atreve a tener en cuenta. A estas alturas sería contraproducente odiarlo, porque ya ni siquiera merece la pena que le dedique mi tiempo y mi mente a un ser tan despreciable. Lo odio, y me odio a mí mismo por odiarlo.
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