Hardness & a sudden call
miércoles, noviembre 10, 2004

Recién noté que tenía una explosiva erección cuando mi pene empezó a estrujarse con dolor bajo el inclemente jean desteñido. Es curioso estar devastado por la pérdida de algo que nunca fue tuyo y que al mismo tiempo tu cuerpo te pida sexo con ansias. Ya no estoy en mi etapa del gato de "Breakfast at Tiffany's". Estoy en mi etapa del gato de "Pudor" (la novela de Santiago Roncagliolo, de lectura obligatoria, la cual después de leerla me hizo pensar que, después de todo, uno no está tan solo en este mundo). O mejor aún, la gata de Cartman en "South Park" (aunque esta última era putísima, yo también lo soy pero opto por el perfil bajo y hacerme el desentendido). Por eso, cuando estaba en plena faena de re-re-re-diseñar el blog, el aire que entró por la ventana acarició mi nuca, y me hizo recordar las caricias de un amante anónimo. Inmediatamente mi pene pidió a gritos que mi mano aliviara su tensión.

Como ya se habrán dado cuenta, soy una persona a la cual el sexo le afecta demasiado. Actualmente fluctúo entre mi etapa depresiva-maníaco-compulsiva (que yo suelo llamar "la regla") y mi etapa "horny". Cuando paso más de un mes sin tener sexo, estoy fácilmente excitable, also known as erección las 24 horas del día, la peor incomodidad del mundo. Me acuesto a dormir y me excito. Sueño con amantes inalcansables y me excito. Me levanto en 90 grados. Tomo una ducha y el agua tibia me excita (no me gusta masturbarme bajo el agua). Estoy desnudo, secándome, y mi reflejo frente al espejo me excita. Me pongo el calzoncillo y froto mi erección contra el espejo y me excito. A veces es mejor guardar energías para el próximo encuentro sexual, pero a veces el volcán estalla y es difícil permanecer inclemente. Gracias a Dios, nuestra mano es la única que puede librarnos de este cruel percance.

Me encontraba frente a la pantalla de la computadora viendo unas fotos de Pierce Brosnan sin camisa, imaginando a mi pene frotándose contra esa contundente selva de vello pectoral, cuando mi celular sonó, retumbó y acabó con mi erección en un santiamén (no hay mejor remedio). Al contestar no podía creerlo. Era Ricky Szimo, aquél tipo al borde de los 40 años, delgado, blanco y con apariencia de príncipe europeo en quiebra, con el cual tuve un encuentro sexual sin penetración hace unos meses. Me sorprendió gratamente su llamada, no me lo esperaba, sobretodo si me pongo a recordar aquellos interminables días en los cuales intentaba comunicarme con él y simplemente no contestaba o me daba excusas vanas. Y yo que pensaba que cuando le dije que no quería ser penetrado (Ricky es activo) se había molestado conmigo. Hasta su sémen conseguí saborear un buen rato antes de botarlo por el lavabo (ya no me trago nada).

Muy suelto de huesos, Ricky me dijo que había heredado de su padre agonizante, un departamento en un distrito no muy "exclusivo" que digamos, pero al menos imagino que será más agradable que el lúgubre espacio que habitaba cuando lo conocí. No hay cosa que me guste más que un hombre obviando los rodeos y yendo directo al grano. Así fue. Ricky me dijo que si gustaba, el viernes podía darme una vuelta para "conocer" su nueva "guarida". Sutil invitación para poder decirme que quería hacerme el amor. Acepté encantado por el recuerdo de lo bien que lo pasamos, y más porque Ricky sugirió que trajera conmigo mi cámara de video. Aquello me dio demasiado morbo. Acepté, me despedí de él, colgué y me masturbé pensando en TODO lo que podremos hacer este viernes. Yo, él y la cámara: un mejor trío no puedo conseguir en la vida.

-Nota del autor: Y de Pertur, ni señales.

Posteado por Cyan a las 4:34 p. m.
 
.