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On the Sunny side of the street
jueves, noviembre 04, 2004 |
Y transcurrió, sin más ni más, la primera semana de clases del nuevo ciclo de francés sin que Pertu Bado haga siquiera acto de presencia... Mejor así, pensé, se acabaron las malas noches y los miligramos extra de Prozac, que la vida está demasiado cara como para estar dándole vueltas al asunto. Hoy por la mañana recibí un mensaje de texto de Nené, que me sirvió para despertarme y revolverme en mi cama con una sonrisa en los labios. Podría perfectamente enamorarme de Nené. Vaya que lo está consiguiendo. Aquél suspiro mañanero me hizo retrasarme un poco y me sentí muy Pertur cuando tuve que tocar la puerta del aula con 15 minutos de retraso. Cuando entré me quedé lelo: un nuevo chico sentado al lado de la carpeta donde suelo sentarme. Pelo largo. ¿Pertur? No, el chico no era pálido, su cabello era más corto y sus rulos le caían sobre las orejas, una especie de David Bisbal con varios kilos de menos. No está mal. Nada mal.
Gracias al Gordo, me pude enterar que David Bisbal Jr. está en nuestro curso porque el pasado lo repitió. Reconozco que no es tan guapo como Bisbal, pero tiene algo en su mirada, en sus gestos, que lo hacen sexy. Temblé al pensar que sus jeans raídos y su polo de 6 Voltios me hacían recordar a Pendex. Pero no. No pueden haber dos miserables iguales sobre la faz de la tierra. Además, David Bisbal Jr. demostró con creces por qué había repetido el curso: su pronunciación es bastante mala, una mezcla de inglés con ¿alemán? que dista mucho del acento típicamente francófono. En fin, si se pone jeans más ajustados, opino que a falta de Pertur, ya tendré en qué entretener la vista este ciclo.
Debo reconocer que ya mi corazón había encontrado un poco de paz, e inclusive un nuevo interés foráneo (Nené y sus mensajitos que cada día me hacen más feliz), hasta que la profesora salió un momento y regresó trayendo consigo la nómina de alumnos matriculados para poder pasar la lista. Y empezó, obviamente, por la letra B. Y allí acabó todo. Porque tal vez no todos mis sentimientos se hayan congelado aún, pues mi corazón dio un vuelco cuando la escuché balbucear...
Profesora: A ver, ahora sí, recién me traen la lista, ¡imagínense! En fin... veamos al primero de la lista... Badò... Monsieur Per--- Pertur Badò... ¿está presente?
Toda la clase hizo mutis. Yo solté mi libro, que fue a estrellarse contra el suelo. La profesora alzó la vista, y con su cuello de murciélago colgándole sin compasión, preguntó: "¿Conocen a ese chico?". E inmediatamente todos empezaron a reírse, incluyéndome a mí, que di inicio a una risa que más sonaba a desolación que a auténtico humor. Parece que Pertur se ha granjeado el cariño de la mayoría, porque el que menos se alegró, ni qué decir yo.
O sea que se matriculó. El canalla se matriculó y sigue faltando a clases, como es su costumbre. O sea que lo veré de nuevo y volverá a empezar el sufrimiento. No. No puedo, pondré una barrera a mi propia obsesión y encontraré alguna manera de ganarme (aún más) su confianza. Al menos ya puedo pensar con la cabeza fría.
Saliendo de clase vi a David Bisbal Jr. besándose apasionadamente con una chica, digamos, atractiva. Uno menos para mi lista, aunque como ya dije anteriormente, el que un hombre sea heterosexual no es un obstáculo para mí. En eso pensaba cuando noté que David Bisbal Jr. me miraba atentamente mientras se comía los labios de su chica. Algo espantado, me alejé del lugar. ¿Por qué me miró así? Quizás mi polo eléctrico de rayas amarillas le haya advertido que soy gay. No me importa. Si quiere una mamada, pues que me la pida. Total, el favor me lo hará a mí, y yo por mi parte no pienso mover un dedo.
Al salir, hacía un lindo día, y mientras caminaba hacia el paradero con el Gordo, los rayos de sol quemaban bastante sobre mis cabellos y tuve una gran erección al imaginarme a Pertur en traje de baño, su piel blanquísima y su tórax huesudo, con una ropa de baño de adolescente. Esta visión no se me va de la mente, y me sentí algo culpable porque cuando llegué a casa me masturbé e imaginé haciendo mío aquél cuerpo seguramente anoréxico, degustando cada centímetro de su piel. Fue la primera vez que me masturbé pensando en Pertur. Mon Dieu. Total, soñar no cuesta nada.
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