Triste
martes, octubre 26, 2004

Había dejado de tomar los somníferos, de modo que la ración que se quedó intacta en el frasco fue de gran utilidad cuando la noche me sorprendió sin poder dormir. Pertur. Lo amaba. Su sonrisa de oso de peluche fallado me hacía imposible conciliar el sueño. La noche estaba fría, pero empecé a sudar. "La gente ya no se muere de amor" pensé... ¿O tal vez sí? ¿Estaré yo, a punto de fallecer por una pasión no consumada? Si voy a morir preferiría que fuese durmiendo, y con ese pensamiento tomé dos píldoras y al fin pude descansar un poco, pero no pude evitar tener que estar 6 horas soñando con él, ininterrumpidamente.

Me desperté mojado. Mi perro me lamía la mano. Miré el reloj. Las 8:30. ¡Mierda, hoy es el examen final! Me levanté, como movido por un terremoto, entré en la ducha, salí en toalla, la puta cafetera no encendía, y mientras me vestía tomaba el desayuno tragando todo lo que podía entrar en mi boca. Tuve que reducir a 10 minutos la sesión de peinarme frente al espejo (usualmente son 20 minutos) para después salir corriendo a tomar un taxi. El taxista me hablaba incoherencias, pero mi mente volaba a mil por hora. Era demasiadas cosas. Pertur, en mis sueños. Pertur, mi amor por él. Pertur, que ya no aguantaba más y me moría. Pertur, que hace una semana no asiste a clases. Pertur, que me estaba olvidando de su rostro. Pertur, que corría el riesgo de perder el ciclo. Pertur, que la profesora no tendría compasión de él y no lo dejaría rendir el examen final debido a tantas faltas. Pertur, cada vez más lejos... El tráfico inclemente... Demasiadas cosas...

Bonjour...

Entré al salón. Eran las 9:20 de la mañana. Todos estaban, cabizbajos, sobre sus carpetas, escribiendo en las hojas de prueba. Y ni rastro de Pertur. La profesora me extendió un examen y me senté adelante, lejos del resto. Hacía esfuerzos irreprimibles, sobrehumanos, para no llorar. Me mordía los labios y me hice una herida. El dolor me hizo bien. Me permitió concentrarme en el examen. Después de todo, era el final. Pero Pertur... Pertur no había venido, perdería el exámen. Tenía más de 5 faltas... Ya nunca más lo volvería a ver, y yo me moriría, ahí, en pleno salón de clases, cuando el examen acabara y él aun sin llegar...

Bonjour... [con vocesita de El Principito]

9:45 de la mañana. Era ÉL. El amor de mi vida. Mi niño adorado. El dueño de mis sentimientos, de mi estabilidad, de mi TODO. La letra me salía temblorosa y dejé de escribir para concentrarme en escuchar, con horror, cuando la profesora se puso de pie.

Profesora: Bonjour, monsieur Badò.
Pertur: Excuse moi, professeur.
Profesora: ¿Qué pasó?
Pertur: Estuve enfermo...
Profesora: [Dubitativa] Bueno, toma. El examen acaba a las 10:30. Jala esa carpeta y siéntate aquí, a mi lado.

¿Enfermo? Yo también estuve enfermo, pero por él. Y la profesora había demostrado ser más buena que el pan. Pertur era la persona más conchuda del mundo. Aparte de faltar constantemente, cuando viene a clases llega tarde, inclusive hoy que es el examen final. Suspiré algo aliviado y continué desarrollando mi examen. Estaba realmente sencillo y simple, lamenté haber estudiado más de la cuenta. Lo terminé en menos de 5 minutos. Luego me hice el que leía atentamente y revisaba la hoja, porque quería esperar a que mi niño terminase su examen para irnos juntos, como siempre, al paradero. La Chica De La Mala Permanente me pidió prestado el borrador y se lo dí, y la muy puta se lo quedó. Vi su exámen y estaba en blanco. Y ni por eso la compasión hacia ella cruzó por mi mente.

Unos 10 minutos más tarde, escuché a Pertur ponerse de pie. Lo miré por el rabillo del ojo... ¿Acaso me habia estado mirando? Me dio vergüenza ser tan obvio de ponerme a acomodar mis cosas para irme con él, pensé que toda la clase se daría cuenta pero me importó un carajo. Mi corazón está demasiado lleno de mierda como para seguir esperando un milagro. Palpé mi borrador y me percaté que La Chica De La Mala Permanente lo seguía usando. Se lo pedí, pero Pertur fue veloz, porque Pertur tomó su morral, entregó el examen y salió más rápido que volando. Mientras La Chica De La Mala Permanente se demoraba una eternidad, tuve que aligerar el paso, atravesar el salón, y al entregar el examen la profesora, la cual, increíblemente, se puso a conversar conmigo amablemente. La observé con pena porque ella no tenía la culpa de nada, pero en ese momento le estaba deseando la muerte.

La dejé con la palabra en la boca y salí del salón intentando estar "calmado". Había perdido ya mucho tiempo, Pertur ya estaba fuera del edificio. Al salir, el Gordo me había estado esperando (¿?) y tuve que bajar a su ritmo mientras me comentaba emocionado lo fácil que le había parecido el examen. Salimos a la calle. Pertur ya no estaba. El corazón se me oprimió. Cuando el Gordo y yo empezamos a caminar vi, muchos metros más allá, inalcanzable, la cabecita de Pertur, que se alejaba a pasos agigantados y se perdía entre la niebla mañanera. Lo vi tan inalcanzable que me rendí. Era imposible alcanzarlo. El Gordo seguía hablando y yo estaba a punto de desmayarme. Pertur, a lo lejos, se apeaba a un micro y se perdía de vista con él. Se fue, pero mi corazón se fue con él.

Gordo: ¿Y cuánto te sacaste en el examen parcial?
Cyan: 17 ¿y tu?
Gordo: 08... es que lo di mal porque estaba resaqueao... Pertur también se sacó 08...
Cyan: No jodas...
Gordo: Sip, pero ese huevón ya fue. No se cómo la profesora le hizo dar el exámen, de repente porque ya sabía que con o sin examen, se lo va a jalar.
Cyan: ¡!
Gordo: ¡Claro! Ese huevón ya fue... y encima tiene la concha de no venir una semana y llegar tarde a dar el examen... te apuesto que mañana ni viene a dar el oral, y si viene, igual, porque reprobará.
Cyan: Pero este examen estuvo fácil, y es el que vale más puntaje...
Gordo: Pertur sólo pasará de milagro. Aunque no creo.

Las palabras del Gordo me dolían, me arañaban el alma. Le deseé la muerte pero tenía mucha razón. Pertur se fue sin mirar a nadie, presuroso... quizás porque no quería que lo viesen deprimido. Pero aún así podría haberme esperado, lo cual demuestra que de repente esté equivocado y que a él yo no le importo ni un carajo. Es inteligente, pero un pésimo estudiante. Y con eso y con todos sus defectos lo sigo amando.

Quizás esta historia llegue a su fin tan pronto como empezó. Mañana es el día decisivo y sabré si Pertur se quedará en la clase con nosotros o lo reprobarán y se quedará resagado. Si repite el ciclo soy capaz de repetirlo también, pero... ¿valdrá la pena? De lo que sí estoy seguro es que si mañana ocurre lo peor, me suicidaré, ahora sí me tomaré todos los frascos de todas mis adoradas pastillas, en un fin de fiesta verdaderamente orgiástico. Lo cual significa que tal vez mañana sea el último post de éste blog. Mi vida depende de él.

No creo en Dios, pero si pueden recen, no por mí, sino por él. Necesita un milagro.

[Escuchando: PIZZICATO FIVE - "Triste"]

Posteado por Cyan a las 1:10 a. m.
 
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