Empiezo por darles un jalón de orejas a la mayoría de bloggers por no haber asistido al III Encuentro de Blogs Perú, que se llevó a cabo el sábado en La Noche de Barranco. Dieron las 8pm y en la puerta del local, sólo nos encontrábamos el que escribe, Ricardo, Leuzor y Superscout. A pesar de ser 4 gatos, nos sentamos en una mesa frente a la barra para "armar chacota" entre cervezas, sangrías y tequeños con queso. Yo, conservando mi pose de "chico sano", no tomé una gota de licor, y me conformé con una Coca-Cola helada. Cuando la sangría comenzaba a hacer estragos en el resto, Ricardo sacó a relucir su gran conciencia fraternal, advertido quizás por los sonidos que hacía mi estómago, y me preguntó, muy serio: "¿Tienes hambre?". Su voz gutural, combinada con su cara de depravado (según Leuzor), contribuyeron a que todos se rieran a más no poder, a malentender la pregunta, y a ponerle un nuevo mote: "El Nutricionista" (le cayó a pelo). Gracias a mí, el grupo comenzó a tomar una atmósfera gay bastante recargada, que ya se veía venir desde que Superscout, en plena calle, nos hizo una demostración eficaz de la pose del "Pollito tomando agua" (deberían haberlo visto). De repente, en la puerta del local, hizo su aparición un Dios Escandinavo de unos veintitantos años. Debió ser extranjero por su apariencia, y con toda la soltura del mundo pidió una cerveza y se quedó, solitario, en la barra. De haber tenido más dinero, le hubiese dicho al mozo que yo le pagaba la cerveza, como en las películas de los años 30, para que el bello especimen se acercase a agradecerme. No lo hice, pero aún conservaba la esperanza de llevármelo al baño tras una sesión de miraditas impúdicas. Lamentablemente, el susodicho nunca entendió bien el deseo que le transmitía a través de mis ojos, y se conformó con mirar la televisión que colgaba de la pared. Alcancé a tomarle una foto con la cámara de Leuzor, que reproduzco líneas arriba. A las 10 de la noche hizo su gran entrada Gigit Jones, acompañada de 2 amigas que encandilaron a los pedófilos presentes, menos a mí, obviamente. Las niñas se asustaron bastante cuando yo mismo les confesé ser gay, tal vez no se esperaban una confesión tan directa, o quizás pensaron que el único chico del grupo que valía la pena, pasaba completamente de ellas (amén de mi narcisismo). A las 11 llegó Manuelón, quien conservó un perfil bajo, aparentemente intimidado por la presencia de tantas féminas (me incluyo en la lista). Otros, por su parte, llamaron para decir que "ya estaban llegando" y nunca se aparecieron, como el plumífero (y cuentero) Piolín. Con todo, fue una velada excesivamente divertida, espero que para la próxima no nos dejen igual de plantados y que hayan más mancebos extranjeros, para mirarlos o tomarles fotos aunque sea de lejitos. He dicho. |