Sex, lies & videotape
sábado, noviembre 06, 2004

Desde hace unos años me he sentido fascinado por un actor que no es muy conocido, al cual he visto siempre interpretando roles secundarios en películas, novelas, teleseries y comerciales. Su aspecto de tirano nazi y su contextura gruesa me causaron un increíble morbo desde la primera vez que lo vi en pantalla. Lamentablemente, a pesar de frecuentar el ambiente artístico, no tuve mayor contacto con él, pues lo llamé repetidas veces para que participara en los cortos que realizaba durante mi época de estudiante de cine en la universidad, y él nunca parecía disponer de tiempo. El actor se convirtió, pues, en alguien con quien deseaba trabajar ansiosamente en algún proyecto, más aún cuando mi amiga Addy Possa, que también es actriz, me comentó los rumores que cundían acerca de la posible homosexualidad de dicho actor.

La semana pasada, al salir de mi clase de guitarra, lo vi caminando por Miraflores. Comprobé que era mucho más atractivo en persona. Me dieron ganas de abordarlo, pero me corté porque el actor no venía solo. Un chico de masculinidad dudosa lo acompañaba. Un tipo tan delgado y delicado que se notaba a leguas que era gay. Y lo peor de todo, gay sin gracia ni atractivo. Me pregunté si el actor pudiese llegar a tener tan malos gustos en materia de hombres, y el gay repulsivo me lanzó una mirada feroz como diciendo "quita tus ojos que este hombre es mío". Así que pensé: si el actor es gay, naturalmente puedo seducirlo en menos de lo que canta un gallo, de paso sanaré mis heridas de amor y me lo pasaré en grande, porque considero que echar un polvo con alguien que me da tanto morbo es la mejor receta para el desamor.

Cuando llegué a casa vislumbré una idea mucho más jugosa: si deseo conservar mi "reputación" y no llevármelo a la cama de buenas a primeras, puedo llegar a intimar y hacerme amigo suyo. La solución: planificar un cortometraje para otorgarle el rol protagónico. Así mataría dos pájaros de un tiro. Busqué entre los tantos guiones que conservo en la PC y elegí el más controversial de todos, que exigía desnudos integrales y otras aberraciones surgidas en mi subconciente malsano. Sólo tendría un impedimento: el factor económico. Aunque bien pensado, con la situación que atravesamos, ningún actor cobra por intervenir en un cortometraje independiente, sobretodo si el corto adquiere prestigio. Mi actor es además un excelente intérprete, y con unas cuantas dosis de estética underground y mala leche, puedo lograr algo nunca antes visto en el Perú. Quizás hasta consiga presentarlo en Sundance (soñar no cuesta nada).

Lo cual me recuerda que hasta la fecha no he conseguido editar el primer cortometraje que rodé en junio de este año. Fue un rodaje accidentado, pues todo el casting me canceló dos días antes de iniciar las grabaciones y tuve que emplear a amigos y conocidos en los roles protagónicos, que lo hicieron de muy buena fé, pero lamentablemente de actuación no entiendían ni un pito. Si consigo filmar este segundo cortometraje, con el actor en cuestión, la experiencia ganada me impediría cometer los mismos errores de la primera vez.

Fue toda una odisea conseguir su e-mail, porque consideré que era más simple enviarle un correo electrónico que llamarlo por teléfono. Además, mi extrema timidez me lo impediría. Le escribí proponiéndole una posible colaboración en un proyecto audiovisual independiente, y adorné la cosa para parecer muy profesional (pensándolo bien, no la adorné, porque SOY un profesional). En el texto incluí mis teléfonos, por si le apetecía acelerar el proceso. Ayer en la noche, al llegar a casa, noté que me había dejado un mensaje en la contestadora, pidiendo que por favor me comunicase con él. "¡Vaya rapidez!" pensé. Sin embargo era casi medianoche, no podía llamarlo a esa hora, pues resultaría demasiado impertinente.

La ansiedad pudo más, y 15 minutos después de las 12 de la noche lo llamé. Cuando me había cansado de escuchar el repique del teléfono y estaba a punto de colgar, contestó una voz somnolienta. Mierda, estaba durmiendo. Pero actuó como todo un caballero y aparentó no haber estado en su quinto sueño (y dudé si en verdad fuese tan buen actor para no saber fingir). Quedamos para vernos hoy en la noche en un parque cercano a su casa. Tiemblo al escribir estas líneas porque estoy hambriento de sexo, y no me importa lo vulgar que suene decirlo. Después de haberme masturbado, respectivamente, con el recuerdo de Pertur y la imágen de Nené por webcam, mi cuerpo necesita ser tocado por unas manos fuertes como las del actor. Voy a tener que hacer un esfuerzo para no saltarle encima ni bien nos saludemos. Sería apresurar las cosas demasiado. Quiero y no quiero ir a la cama con él. Mis instintos se encuentran en conflicto con mi razón. Más pragmático no puedo ser.

Posteado por Cyan a las 4:16 p. m.
 
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