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Le acteur très bizarre
domingo, noviembre 07, 2004 |
Dos cosas jugaron en contra de mis deseos: el haber llegado tarde y los compromisos que impidieron que el actor pudiese quedarse platicando conmigo. Un mal cálculo de tiempo provocó que yo llegase 45 minutos tarde, con la desgracia añadida de no poder llamarlo a su celular para advertirle mi retraso, porque en la combi se encontraban un par de tipos de dudosa procedencia y extrema descofianza. Cuando llegué al parque donde habíamos pactado el encuentro, me encontré con un individuo un poco más bajo que yo, corpulento, y con gafas de sol, supongo que para evitar ser reconocido en la calle. Su expresión seria me hizo temerme lo peor, no obstante hice de tripas corazón y le tendí, presuroso, mi mano. "¿Tú eres Cyan?" me preguntó con voz viril, y a continuación se quitó las gafas.
Lo que pude comprobar, desolado, es que la televisión le hacía un gran mal a ese físico irresistible. El gimnasio había acabado con sus kilos de más y ahora lucía orgulloso sus brazos enormes y musculosos, su pecho ancho y sus biceps definidos, cubiertos con una abundante capa de vello rubio luchando por salirse de su camisa blanca entreabierta. Camisa blanca y vello en el pecho: combinación explosiva para quien escribe. Cuando observé sus ojos creí perderme en ellos, como Debbie Gibson. Quizás los ojos más bellos que he visto en mi vida: un color entre verde y turqueza con brillos pardos, preciosos, que acentuaban el color de sus cabellos castaños y su bigote seguramente suave al tacto.
Lancé un aullido de dolor para mis adentros porque mi erección fue tan violenta que mi pene se estranguló dentro de mi calzonillo. Felizmente la erección bajó tan rápido como subió, porque noté que el actor estaba sinceramente ofuscado por mi tardanza. Lamenté el haber empezado con el pie izquierdo nuestro encuentro, y aceptó mis disculpas con agrado, pero tenía un problema: sólo disponía de una hora para hablar conmigo, y como ya habían transcurrido 50 minutos de esa hora, estaba por irse. Acepté su partida sin chistar, y fue curioso porque me pidió que lo acompañase hasta el paradero. Supuse que la crisis económica se extendía también al gremio actoral, como para no tener auto propio, además yo también tenía que irme a casa porque era tarde y aproveché para subirme a un micro con él.
Pese a que el micro estaba repleto, el actor no se cortaba y hablaba hasta por los codos en un tono de voz bastante alto. Yo escuchaba la conversación con fingido interés porque me intimidaban las caras de los pasajeros que nos observaban con curiosidad y hasta con vergüenza ajena. Vergüenza ajena fue lo que sentí a continuación cuando el actor finalmente se calló y empezó a observar con detenimiento a un joven que estaba lejos de nosotros, sentado contra la ventana. El chico en cuestión era flaco, de piel tostada, narizón, boca ancha y ojos amarillentos, un claro representante de la raza netamente andina. Cuando pensaba que aquél chico podía ser el hijo perdido de algún príncipe Inca, el actor lanzó a voz en cuello "¿Amigo, tienes hora?" a aquél chico que estaba a varios pasajeros y asientos de donde estábamos nosotros. El Inca ni siquiera tenía reloj en las muñecas, así que metió su mano en un maletín mugriento para sacar un reloj pulsera viejísimo, sin correa, y le dijo la hora.
Actor: ¿Y de acá como cuánto tiempo falta para Miraflores?
Inca: [Tímido] Unos 45 minutos, señorsh...
Actor: ¿Y tú de dónde vienes amigo?
Inca: [Tímido] ¿Yo?, desde Chosica señorsh...
Actor: Ah, qué bien... ¿y qué haces por la vida, amigo?
Inca: [Tímido] Emm... trabajaba en una panadería, señorsh... pero ahora vendo libros de superación personal a domicilio.
Actor: Qué bueno... mira yo me llamo Actor Pococonocido ¿y tú cómo te llamas?
Inca: [Tímido] ¿Yo? Pues me llamo Elmer Mamani Cusicanqui, señorsh...
Actor: Encantado... [Refiriéndose a mí] Él es Cyan, un amigo cineasta que acabo de conocer, que me acaba de llamar para protagonizar un corto que filmará pronto, pero aún no hemos podido hablar de eso, recién nos conocimos hace unos minutos, porque llegó tarde y tuve que esperarlo 45 minutos, imagínate...
Inca: [Tímido] ....
Por primera vez en la vida quería que la tierra me tragase y desaparecer de la faz del universo. ¿Qué mierda estaba haciendo este actor de poca monta? ¿Estaba auto-ofreciéndose a un individuo tan feo que podría ser nuestro mayordomo? Había que reconocer su valentía y desfachatez para entablar conversación con un desconocido y sonsacarle información, a vista y paciencia del resto de pasajeros que nos observaba con horror. El asiento que estaba al lado del Inca se desocupó y el actor muy suelto de huesos se sentó a su lado, cuasi aplastándolo para pegarse lo más posible a él, y empezó a contarle acerca de su famosa y reconocida "trayectoria" en las tablas, el cine y la TV.
Además, le pidió que le enseñara sus libros de superación personal porque él "compraba siempre" y estaba interesado en que "fuera a su casa a enseñarle toda su mercadería". El actor sacó una libretita y anotó el nombre y el teléfono del atontado Inca. Hasta su dirección logró sacarle. Yo los miraba con estupor y me fui más lejos para evitar que la gente me asociara con tan patética escena. El Inca se emocionó al saber que el actor era actor, y dijo que "como ya habían intercambiado sus teléfonos, seguirían en contacto". Luego se despidió del actor con un apretón de manos y se fue dejando un olor fétido a sudor.
Actor: [Riendo] Como ves me encanta conversar con todo el mundo y hacer nuevos amigos.
Cyan: Sí, ya me di cuenta...
El actor siguió haciendome un recuento a gritos de toda su experiencia profesional en los medios, como para que el resto de gente también lo escuchara. Sin embargo, no se cortó y me contó el problema que había tenido con las drogas, su posterior rehabilitación en una clínica de desintoxicación y hasta su matrimonio de 2 años de duración con una famosa actriz de telenovelas. Por dentro yo ardía en rabia. Si esto era cierto, entonces el actor no podía ser gay. ¿O quizás era bisexual, y además, con pésimos gustos en cuanto a hombres? Podría estarme equivocando, pero estoy casi seguro que el actor quería llevarse a la cama a este despistado Inca. Tenía el mérito de perseguir sus objetivos hasta el final y eso es digno de admirarse.
Mientras tanto, me dejó con la miel en los labios, me quedé con el tacto la piel de sus brazos sobre mis codos y con una erección indomable. El actor me dijo que lo llamase otro día y que podíamos planear un encuentro en su casa para estar más cómodos. Por el momento tengo 2 cosas claras: 1) quiero acostarme con él, estoy dispuesto a todo por tenerlo siquiera una sola vez entre mis brazos y 2) si le gustan los chicos feos y con apariencia de nativos entonces estoy lejos de gustarle. Aunque como diría Alaska: "Nunca se sabe".
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