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Voz comestible
miércoles, diciembre 01, 2004 |
Su nombre es Nicola. Lo conocí por medio del Gaydar hace un par de días a causa de su encantadora foto, con lentes de carey, naríz pequeñita y sonrisa de oreja a oreja, muy sincera. El proceso acostumbra a ser el mismo: del Gaydar al MSN, del MSN al teléfono, del teléfono al rendez-vous. Aquello puede tomar bastante tiempo, pero en nuestro caso nos caímos tan bien por MSN que decidimos reducirlo y conocernos al día siguiente, o sea ayer. Antes de tomar las acciones pertinentes (y evitar ilusionarme antes de tiempo), le pregunté qué era exactamente lo que estaba buscando. Y me contesó: "¿Buscando? Jaja... yo no busco nada". De todos modos intuí que no tenía nada de malo conocer y charlar con un chico tan agradable como Nicola.
En un principio se me ocurrió pensar que los hombres, es decir, los chicos de ahora, son un caso clínico. Si bien Nicola "no está buscando nada", me estuvo mandando mensajes al celular desde el día en que nos conocimos, mensajes absolutamente inofensivos y hasta ingenuos:
"Cyan, toy comiendo papa a la huancaína, y no pica!!! yeeee!"
"Oe toy aburrío :("
"Acaban de pasar esa canción horrenda de TK... ¡qué asco!"
"¿Ya almorzaste?"
"Tuve un día chévere. Y a tí, ¿cómo te fue?"
"Wenas noches los pastores :)"
Los que estén acostumbrados a leer este blog ya se habrán dado cuenta de antemano que soy bastante fácil de conquistar, ni qué decir que aquellos mensajes de texto me arrancaron más que una sonrisa. Nicola "no busca nada" y sin embargo ¿por qué tanto mensaje? ¿será su costumbre? En eso pensaba ayer cuando me llegó el siguiente mensaje:
"Toy con una amiga, vao al cine?"
Me hizo pensar en el argumento de Sebas. Yo NO VOY al cine con terceras personas, y mucho menos cuando ni siquiera he conocido a una de ellas. Le respondí con el siguiente mensaje, sin poder ocultar mi enojo: "No soporto a las mujeres, soy misógino... desaste de tu amiga y vamos al cine tú y yo". La respuesta no tardó en llegar, y tampoco me la esperaba:
"Mongo. Ta bien, vao los 2. Te espero a las 7:30 en el Alcazar"
Contra mi costumbre, tuve que vestirme en un santiamén, y me apresuré tanto que llegué 10 minutos antes de la hora indicada. Estaba nervioso, mis manos comenzaron a sudar, porque no sabía a qué atenerme. ¿Era una cita? ¿Saldríamos sólo como amigos? ¿Cómo actuaría si Nicola me gustaba? No pasaron ni dos minutos cuando descubrí que aquello era demasiado. Nunca habíamos hablado por teléfono, y por eso decidí que ya era hora de llamarlo.
Cyan: ¿Aló? ¿Nico? Soy Cyan.
Nicola: Holaaaaaaaa Cyaaaaannnnnnnn.
Me agarré de la cabina telefónica para no caerme. No fue porque me saludó con cariño, sino por la consistencia de su voz. Si la voz pudiese tocarse y saborearse, diría que es una voz deliciosa. No es masculina en lo absoluto. Tampoco tiene voz de drag queen. Es una voz de niño, pero de niño de "comercial de cereales de TV". Pertur tenía voz de niño también, pero más bien de príncipe trágico y bobalicón. La voz de Nicola es... de una ternura indescriptible. Dijo que llegaría en unos minutos porque ya estaba cerca de nuestro punto de encuentro. Cuando colgué, descubrí que era la primera vez que me enamoraba, a primera instancia, de una voz.
Tanta felicidad acabó cuando, a eso de las 7:45, tras 15 minutos de tensa espera, me llegó un SMS suyo.
"Se me malogró el carro por Miraflores. Ya no la hago. Mil sorrys. Si gustas entra tú a ver la película".
Quería tirar celular al suelo y pisarlo, saltar sobre él, como hacían Don Ramón con su sombrero. Me dio un ataque de ira que disfracé de serenidad, compré una entrada e ingresé inmediatamente a la película que empezaba justo en ese momento. No obstante, la película pese a ser americana resultó ser tan buena ("Misteriosa obsesión") que acabó con mi mal humor en un santiamén. A la salida del cine subí al primer micro que encontré y, con los ánimos ya apaciguados, le escribí un mensaje. Me llamó al instante.
Nicola: Cyan, lo siento. Tuve que llamar a la grúa. Todo un lío. Te debo una entrada al cine.
Cyan: No importa, ya no te odio. Vi otra película, pero me gustó bastante.
Nicola: ¿Así? Yo llegué a entrar a la que queríamos ver.
Cyan: ¿Y por qué no me avisaste?
Nicola: No sé, por roche. Pensé que estabas asado, que lo último que querías era verme.
Cyan: Pues era cierto.
Nicola: Mongo.
Cyan: No importa, salgamos el jueves.
Nicola: Ya, mostro.
Cyan: Cuidate.
Nicola: Un besito.
Colgué, con un hilo de baba imaginario colgándome por la comisura de los labios. ¡Qué voz tan... tan... RICA! La primera voz que quiero comerme. Y para completar el cuadro, me llegó otro SMS.
"No me odies Cyan. Te veo el jueves. Bon nuit".
No me importa ser rechazado. No me importa que el jueves también me cancele. Tengo la urgencia emocional de conocer a esa voz comestible.
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