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Mi clon
viernes, enero 28, 2005 |
Alguna veces la noche refugia a los fantasmas que no pueden salir de día. Siempre me intrigó averiguar cómo sería Rodrigo bajo la luz del sol, y ayer finalmente lo comprobé. A las 6 de la tarde el sol aún quemaba cuando nos dimos la mano en el Jockey Plaza (el cual se ha convertido en nuestro punto de encuentro) y observé que Rodrigo me resultaba menos atractivo que en la semana pasada. Quizás los besuqueos raudos a merced del peligro me hicieron poner a Rodrigo sobre el pedestal de una divinidad griega, y lo cierto es que bellísimo no es. El muchacho es muy atractivo, pero no es el cuero del año ni mucho menos un modelo europeo. Además, noté que su nariz era rara, un poco torcida hacia un lado, nada que se notase a kilómetros de distancia. De una cosa estoy seguro: Rodrigo es más guapo que Pendex, Hiro, Pertur y Akio juntos, y todos los que en algún momento se treparon en las arterias de mi corazón. Y eso es un mérito, pues no puedo ir de Guatemala a Guatepeor.
También me percaté que su piel es menos blanca de lo que parecía, no tiene esa palidez lechosa y cadavérica que me excita de algunos hombres, sino más bien es de tonalidad pastel, aunque debe ser por el verano. Para acabar de rematarse, se había puesto un collarín, una especie de chaquira de piedras blancas, pasadísima de moda, que lo hacía verse muy del populórum... No puedo negar que sentí un leve malestar al darme cuenta de la cruda realidad del chico por el que casi empezaba a sufrir. Hasta Pertur podría tener una noción de moda actual más clara que Rodrigo. Compramos un par de helados y nos sentamos en el segundo piso del Food Court, como la última vez que nos vimos antes de ir a besarnos.
Mientras su voz infantil (lo único que me seguía gustando de él) emitía palabras sin sentido, empecé a preguntarme por qué me había fijado en él. La respuesta la encontré a la media hora de la plática: me gustan sus ojos, sus leves ojeras, su boca carnosa, sus dientes, sus brazos velludísimos (que anticipan la selva de vello corporal que debe hallarse bajo su camiseta y que ansío descubrir y acariciar), su manera de conversar, de comportarse. De pronto, Rodrigo me gustó de nuevo, me excitó, hizo que tuviese una erección como en la semana pasada. Cuando intentaba conversar con él, balbuceaba y su mirada se turbaba. No me escuchaba. Perdía la hilación de las cosas. ¿Es que acaso Rodrigo era distraído o tenía aire en la cabeza?
Distraído. Demasiado distraído. Fue lo que pensé cuando le pregunté por qué no me había llamado, por qué se había ido con el otro chico...
Cyan: Lo siento, yo te dije que quería salir contigo y ver si pasaba algo entre nosotros, pero creo que te lo dije muy rápido, hubiese esperado más.
Rodrigo: ¿Me lo dijiste? ¿Cuándo?
Cyan: El viernes.
Rodrigo: ¿Así?
Cyan: ¡¿No te acuerdas?!
Rodrigo: No...
Cyan: Siento que estoy quedando como un imbécil.
Rodrigo: El imbécil soy yo. Discúlpame. Qué vergüenza, he quedado muy mal contigo. Me debes estar odiando.
Quizás lo odié un poquito, porque no sabía si creerle o no. ¿Era cierto que no se dio cuenta de lo que le dije, que quería salir con él? Luego adiviné que podía tener razón. Rodrigo olvidaba muchas cosas que ya le había contado. ¿Su cerebro sufre alguna clase de retardo mental que le impide retener la información? ¿O sencillamente es un idiota? En eso pensaba cuando Rodrigo miró con ansiedad su celular.
Rodrigo: No me llama. ¡No me llama!
Cyan: ¿Quien?
Rodrigo: Carlos, el chico con el que estoy saliendo desde el sábado.
Cyan: Ah...
Rodrigo: Gracias por permitir que me desahogue contigo. Carlos es muy frío conmigo, no me llama, creo que me oculta algo, tengo miedo ser engañado una vez más.
Cyan: No sé qué decirte...
Le iba a decir que yo pasaba exactamente por lo mismo. Por él. Estábamos en un círculo vicioso. Cuando miré a Rodrigo sujetando su celular con tristeza, me vi a mí mismo. Rodrigo estaba así por Carlos. Yo estaba así por Rodrigo. ¿Es que acaso no se acordaba que le dije lo mucho que me gustaba? ¿Era el momento propicio para decirle que Carlos no lo merecía, que yo era el único que podía y quería hacerlo felíz?
Rodrigo: Es que no sé qué me pasa, Cyan. Todos me dan la espalda. Siempre me fijo en chicos que pasan de mí. Y me hacen sufrir mucho.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: Tengo 27 años Cyan. Dentro de 3 años tendré 30. Nunca he tenido un novio, una pareja. No sé qué es el amor. A veces pienso en ello por las noches y no puedo dormir.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo. Yo tomo pastillas.
Rodrigo: A veces creo que el amor no está hecho para mí. Pienso que acabaré solo. Nunca conoceré a mi alma gemela.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: Tengo miedo de la soledad. Estoy harto de llorar. He estado a punto de matarme. Quisiera dormir y nunca más despertar.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: No me importa quién sea. Necesito cariño, comprensión, amor. Sea quien sea. Lo necesito ya. ¡Puta madre ya no aguanto más!
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Llegando a este punto me sentí muy mal. Rodrigo estaba al borde de las lágrimas y yo la pasé fatal porque Rodrigo era mi clon. Pensaba exactamente como yo. Los dos estábamos ahí, un par de desterrados por la naturaleza, sintiéndonos mierda, casi arrastrándonos por conseguir un amor. Me dieron escalofríos. Los dos éramos iguales. ¿Acaso Rodrigo era mi alma gemela?
Pero las almas gemelas no siempre son compatibles. Se parece demasiado a mí, es un contínuo espiral de dolor. Al borde de las lágrimas me confesó que Carlos lo había llevado a un antro de gente gay, un sitio llamado Minotauro, de lo peor, donde existían callejones oscuros e iba gente de mal vivir, un lugar horrible, y había aceptado porque Carlos le había gustado. Se metieron a un cuarto, Carlos lo desvistió y le besó todo el cuerpo. Rodrigo se la chupó y fue incapaz de seguir adelante porque le dio miedo. No había querido acelerar las cosas con Carlos.
Rodrigo: Cyan, creo que me he enamorado de Carlos en tan sólo un día. ¿Será posible?
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: Lo raro es que Carlos no es atractivo. Es más, es feísimo.
Cyan: ¡Y entonces por qué sales con él!
Rodrigo: Porque sabe hacer las cosas. Saber decir las cosas. Desde que me tocó sentí un vibración por todo el cuerpo, y cuando me besó no pasó ni un segundo para que me muriese de ganas de que me llevara a la cama.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: Yo soy una persona que se ilusiona fácilmente.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
Rodrigo: Carlos me supo encandilar, me escribía cosas lindas al celular, me enviaba acrósticos con mi nombre por mail, me susurraba maravillas al oído. Creo que caí redondito... Cyan, creo que Carlos sólo quiere sexo. Si eso pasa, me muero.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
¿Por qué a un chico tan lindo como Rodrigo le puede gustar un energúmeno como Carlos? ¿Por qué no se puede dar cuenta que yo soy lo que busca, y él es lo que busco yo? ¿Por qué el destino se empeña en desviarnos del camino?
Lo acompañé hasta la casa de su tía, y nuevamente caminamos unas 30 cuadras. Todo iba en círculos, estaba pasando lo mismo que pasó el viernes, sólo que esta vez, lamentablemente, no hubieron besos. Y se lo dije. Y volvió a pasar de mí.
Rodrigo: Cyan, tú me gustas. Pero yo escogí a Carlos.
Cyan: Lo sé.
Rodrigo: Me siento muy mal por todo lo que pasa. Tal vez Carlos sea un hijo de puta. Los hombres siempre me dan bola y me chotean cuando encuentran a alguien mejor. Y nunca se quedan conmigo.
Cyan: Lo sé, a mí me pasa lo mismo.
En el camino, me invitó un chocolate que compró en un puesto de periódicos. Aquél gesto me dejó en las nubes. Mientras comía el chocolate, pensaba en por qué Rodrigo y yo no podíamos estar juntos. ¿Llegaría algún día la oportunidad que ambos estamos esperando? Por lo pronto puedo decir que no sufriré por él, porque a su vez él sufrirá por Carlos. Seguiremos viéndonos como amigos, hasta que yo pueda decirle (pues él lo olvidó) que me gusta demasiado. De dos cosas estoy seguro. Uno: que la relación de Rodrigo y Carlos durará poco. Y dos: que yo seré siempre el que llame a Rodrigo para salir, porque él nunca me llamará de vuelta.
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