Felíz Día, Rodrigo
sábado, febrero 05, 2005

Tú, aquél chico condenado a desbalancear mi mundo una calurosa noche de enero, viniste al mundo exactamente un día como hoy. Desconozco la hora, porque de esa forma podría animarme a hacerte una carta astral. Para lo que viene al caso, no importa. Como nunca, exigiste por exceso que mis neuronas se sobrecargaran. Nunca el escoger un regalo para alguien me había resultado tan difícil porque ¿qué somos? ¿amigos? Recuerdo el poema "Verdades amargas" de autor anónimo que decía "¿Amigos? ¡Ja! Pues hiel y veneno dan, y hiel y veneno les doy". Tú no me has dado hiel, pero sí me diste la oportunidad de probar el néctar de los dioses que es tu saliva, tu respiración entrecortada sobre mi barbilla, tus labios eternos, infinitamente suaves, que por el sólo contactos con los míos estuve a punto de desmayarme, el delicioso olor de tu cuello, el aroma natural que ni el mejor jabón de tocador lograría exhalar, tu cuerpo delgado y virogoso, al cual me aferré con locura para poder sentir rozándose tu erección y la mía, y sobretodo, la tupida selva de vello que cubría tu abdómen y que malcriadamente, con un destello de travesura infantil en la mirada, me hiciste palpar, provocando que después, mucho después, la evocara al masturbarme, al imaginarme cómo sería el recorrer tu cuerpo desnudo, amparados en el anonimato de la oscuridad.

Así que, a fin de cuentas, escogí hacerte 3 regalos, que desconozco en qué orden te llegarán. Lo primero fue un e-mail que te envié anoche, a eso de las once, pues recordando tu afición por el tex-mex (que me hacen preguntarme por qué rayos estoy devotamente entregado a un chico como tú) pude realizar en photoshop una esmerada tarjeta de cumpleaños, empleando para ello un mosaico con fotos de Selena, a la que sé que idolatras (como yo te idolatro). Lo segundo fue un mensaje al celular, también enviado anoche pero a golpe de dos de la madrugada, porque para variar no podía dormir pensando en cómo festejarías tu onomástico. El mensaje que te envié rezaba así, luego de repasarlo una y otra vez con la ayuda de Ana Conda: "Gracias a Dios, un dia como hoy viniste al mundo, pues así pudiste llegar al mio y hacerlo mas especial. Muchos besos y FELIZ CUMPLEAÑOS!", como siempre apelando a tu extraño fervor religioso que te impide gozar a fuego abierto tu homosexualidad.

Lo tercero será una llamada telefónica. Pero te llamaré a tu casa, para poder disfrutar con satisfacción el hecho de ser alguien conocido y familiar para tí, que pueda llamarte a tu casa y hablar con tu madre, tu padre o con quien conteste el teléfono y sentirme más unido a tí. Te llamaré y te desearé muchas felicidades. Desde ya puedo adivinar tu voz calmada y hasta indiferente, y te puedo asegurar que me lo agradecerás con ese "Gracias" que sueles usar para todo, pero que a mí me basta para poder dormir tranquilo. Lo que no sabes, maldito tormento, es que pretendo hacerte un gran regalo por San Valentín, que ya se acerca. Anoche pude comunicarme con Toshiro y él fue el de la idea. Si me preguntas quién es, te diré que Toshiro es un chico que solía gustarme mucho (como me gustas tú ahora), que pasó de mí porque era heterosexual, en contra de mis sospechas fundamentadas, y del cual sólo conservo una gran amistad (como la que quedará entre nosotros luego de que pase lo que va a pasar, así no quieras).

Contra todo pronóstico, Toshiro me dio un sabio consejo. "Si este chico te gusta, regálale un CD de su música favorita. Así su novio no seas tú. Ten por seguro que al recibir el regalo, él evaluará y sacará sus propias conclusiones". Por supuesto, es lo que pienso hacer, y Toshiro me venderá a un módico precio una edición de lujo de un box set de Selena, con fotos y todo, que estoy seguro adorarás desde el principio. Ahora lo que cabe preguntar aquí es ¿valdrá la pena tanto sacrificio (monetario)? ¿conseguiré que entiendas de una vez por todas que lo que siento por tí es totalmente sincero, y que juntos podremos descubrir el amor que la vida nos ha negado por más de un cuarto de siglo? ¿acaso no comprendes que nuestra mutua inexperiencia es algo que podremos superar si permanecemos el uno al lado del otro?

Por eso y muchas cosas más, te deseo lo mejor en este día, aunque no leas nunca o que acabo de escribir, porque no lo escribí para tí. Es un manifiesto de mis sentimientos latentes, el grito que no puedo emitir, el desfogue de la ansiedad perpetua, como todo lo que leerás aquí.

Felíz cumpleaños, niño grande.

Posteado por Cyan a las 11:03 a. m.
 
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