|
|
|
|
Zumbido
lunes, febrero 14, 2005 |
Acabo de despertarme, cual reloj sincronizado de Parker Lewis (estas referencias al pop culture hacen que me sienta cada día más anciano). Lo primero que hice fue revolverme en las sábanas y desperezarme por completo. Fue un sueño reparador, qué duda cabe, pero también significó una desconexión entera con el mundo. Encendí el celular: mensajes de preocupación, mensajes de angustia, llamadas perdidas, mensajes por el día del amor y la amistad (a lo Sailor Moon). Escogí un mal día para levantarme: San Valentín.
Sí, aquella fecha cruel, que por fuera reviste la mascarada de ser una conmemoración de la amistad, pero que en el fondo nos hace revolvernos el estómago al descubrir que los que pensamos en San Valentín como el día de la amistad es para evitar pensar que estamos más solos que nunca. Como queriendo tapar el sol con un dedo. Los enamorados sí lo pueden disfrutar, pero nosotros no. Así quiera quedarme en casa, no podré: tengo que ir a la academia de francés, tengo que trabajar, tengo que hacer de cuenta que nada pásó ni volverá a pasar. También, optaré por alejarme de los escaparates con corazoncitos, flores rojas, cupidos y demás mierdas, porque los publicistas no terminan de entender que estas cosas significan un tormento más para las almas solitarias como yo.
En eso pensaba cuando vi un extraño resplandor en mi mini-estudio. Mierda, el monitor encendido. Lo cual significaba que la computadora se había quedado prendida durante 3 días, y lo peor es que no la dejé bajando absolutamente nada. Cuando me acerqué, descubrí lo peor: no sólo la computadora estaba prendida, sino que mi MSN también se había quedado abierto. Miles de ventanas parpadeando, pendejas, guardaban mensajes de rencor ante la falta de respuesta. Fui cerrándolas una a una, hasta que llegué a una ventana que decía "Rodrigo". Mierda. Había despertado y estaba ya más de 10 minutos sin pensar en él, y esa puta ventana me hizo descubrir el motivo de mi largo sueño. Rodrigo existía, por la puta madre. Pero lo más raro (y que me dio una extraña alegría al corazón) fue el hecho de que Rodrigo, quien nunca llamaba, Rodrigo, quien nunca se acordaba de mí, Rodrigo, quien pasaba de todo, me había abierto una ventana en el MSN. ¿Existen los milagros?
No, no existen. Al abrir con ansiedad infantil aquella dichosa ventana, noté que Rodrigo no me había dejado un mensaje, sino un zumbido, un extraño "guiño" animado, una de esas nuevas aplicaciones del MSN 7 Beta que aún no termino por entender. El guiño decía "enfadado". ¿Enfadado? ¿Será que, oh divina providencia, Rodrigo se haya dado cuenta que estoy molesto con él y me abrió una ventana, contra su costumbre, para disculparse? No lo sé. Por lo pronto, pienso seguir haciéndome la idea de que él no existe ni existió. Ya lo estoy consiguiendo. Es cuestión de tiempo. Y hasta que eso suceda (y por más que me duela) les deseo un Felíz Día de San Valentín. |
|
|
|
|
|
|
|
. |
|
|