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Mameluco
martes, abril 19, 2005 |
Me plantée otorgarle un día libre a mi empleada de limpieza para quedarme completamente solo en casa, e invitar a Billy a pasar "la tarde juntos". Antes de terminar de pronunciar la frase por teléfono, Billy aceptó con un alarido triunfal, como lanzándose a agarrar el último juguete de la piñata. Lástima que Ana Conda diese por terminado el improvisado itinerario con una de esas frases que suenan a madre de familia dando órdenes.
- Cyan, mañana me tienes que acompañar a entrevistar a The Mamelucos. - 'Tas loca oe, ¿y por qué mañana? - Porque mañana todos ellos están libres. Y el cierre de edición es la próxima semana y vamos fatal de tiempo. - So? Anda tú sola. - Ni cagando, tu vienes conmigo. Yo tomaré las fotos, pero las entrevistas siempre las haces tú. - Puta madre, me cagaste. - Alégrate. Además, por los nombres que tienen, puede que sean cueritos. - Como si eso me importara a estas alturas.
Cancelé los planes, comunicándole a Billy lo apenado que estaba al postergar nuestro encuentro, con lo desagradable que eso implica. A regañadientes, tomé la vieja reportera Sony (que alguna vez mi amiga Possy Tiva se robó de la Universidad), y partí con Ana Conda hacia el lugar pactado para la entrevista. Lo peor de todo era que no tenía ni la más puta idea sobre qué les iba a preguntar a los chicos de The Mamelucos. Sólo sabía que eran una "joven promesa" y que hacían rock (un poco pesado para mi gusto, yo tiro más al indie y al new wave). Inclusive logré verlos en el Jammin' a fines del año pasado, aunque sólo alcancé a escucharles media canción. Mis fuentes me aseguraban que The Mamelucos acompañaron a Los Dickens en aquél memorable concierto playero donde el cuerazo del Edu Saettone se quitó el polo ante el público impaciente (¿alguien me podría pasar fotos de tan magno evento?).
Por supuesto que a causa de los gajes de oficio me fue permitido experimentar con la conducta de muchas bandas independientes de la escena local, y a decir verdad muchos de ellos, pese a exhibir su vena indie, se me hacen muy estiraditos. Todo lo contrario pasó con The Mamelucos. Cuando llegamos, nos recibieron muy animados, quizás porque ese era el "primer" contacto que tenían con la prensa (subte, pero prensa al fin y al cabo), y además porque, nada más llegar, nos percatamos que el 80% de los integrantes de la banda eran cueros. Y no cueros resinas, sino Cueros con C mayúscula.
Mi manó tembló al sacar la reportera. Ana Conda hizo una mueca de impasividad que muy en el fondo representaba lo que poco después me confesó muy cerca al oído: le había echado el ojo a uno de ellos. Pero el objeto de su afecto ni siquiera estaba en la banda. Se trataba de un espigado nínfulo de unos 18 años a lo sumo, que resultó ser primo del baterista y principal groupie de los Mamelucos. Elogié el buen gusto de Ana (el chico era en verdad lindo) y le di la bienvenida al club de la pedofilia. Por otra parte, los Mamelucos se reunieron en la sala de visitas, y mientras Ana le sacaba los mejores ángulos al chico lindo con la excusa de "tomarles fotos a todos", yo trataba de dar inicio a la entrevista con una voz resquebrajada de nervios. Ya a esas alturas me encontraba igualmente intimidado por otro individuo, que llamaremos Mameluco A.
Alto, de piel blanquísima con tonos rosas, ojos expresivos color miel y cabello castaño corto, la belleza del Mameluco A era sólo comparada a la barba muy bien cuidada que sobresalía de su mentón, y que le proporcionaban una apariencia arrolladora. Siempre he tenido debilidad por los chicos con barba. Como diría Beto Ortíz, ese compadre estaba aptísimo para el consumo humano. Era el guitarrista de la banda, y su espontaneidad no se quedó ahí, pues congenió conmigo casi de inmediato y me brindó la suficiente confianza como para dejar de lado mis nervios.
Al concluir la entrevista y la sesión de fotos, aún no me atrevía a decirle a Ana Conda que el Mameluco A me gustaba como mierda. Me quedé conversando un momento con él, y entre otras cosas me contó de sus planes de internacionalizarse y de hacer de esta su nueva forma de vida. En verdad me pareció una excelente persona. Lástima que el contacto para entrevistarlos no haya sido él, sino el Mameluco B (el segundo más guapo después del Mameluco A), que funge de cantante y de cuasi mánager.
Me despedí del Mameluco A con un gran apretón de manos, y también del resto de chicos. A continuación, el Mameluco B me llamó aparte para planificar otros datos que deberían salir en la nota que publicaría el próximo mes. Quedamos en comunicarnos por e-mail (lamenté no tener el e-mail del Mameluco A), tras asegurarme que nos pondría a Ana y a mí en la lista de prensa para el concierto de pasado mañana en Barranco. Le agradecí (más por la inquietud de volver a ver al Mameluco A que a él) y fue entonces cuando caí en cuenta de la infidelidad "indirecta" que había profesado.
El hecho de tener un enamorado es algo demasiado nuevo para mí, y supongo que estar en una relación formal con alguien no implica que dejen de gustarnos los chicos guapos como el Mameluco A. Hasta tarde en la noche tuve una erección al pensar en aquella barba, en aquellos deliciosos brazos repletos de vellos, que anticipaban de seguro un pecho igualmente velludo (y delicioso) bajo esa camiseta de Thundercats (muy vintage resultó el muchacho). Dí otro par de vueltas en la cama. Me estremecí al pensar que aquél apetito sexual que despertó en mí aquél chico no podía compararse con el que sentía por Billy. Estaba harto de pensar en posibilidades, todo podía irse a la mierda. Estoy enamorado de Billy, y no lo cambiaría ni por miles de Mamelucos desnudos. Me siento en la obligación de decirle "hey, cariño, he conocido a un chico guapo que entrevisté hace poco, muy linda gente, pero no te preocupes, que no pasará nada". Sí, ahora que lo pienso mejor, debo decírselo, porque si no se lo digo, puede pensar que le estoy ocultando cosas, y al ocultárselas, deduciría al instante que estoy interesado en el otro. Nada más lejos de la realidad. |
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