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Madurez
jueves, julio 07, 2005 |
Lo primero que que hago apenas termino de almorzar, inclusive antes de lavarme los dientes, es cagar. Me encontraba con los pantalones tocando la superficie de las mayólicas del baño, en posición cuasi fetal sobre el inodoro, fisgoneando las páginas de la revista "69" (de compra obligatoria así sea por la imprescindible recopilación de Elefant Records que viene incluída), escuchando la rauda liberación de mis intestinos, cuando el celular comenzó su inquieto repique entre los pliegues de mi bolsillo derecho. Mal momento para contestar una llamada, sobretodo si hemos de luchar contra viento y marea para evitar que nuestro interlocutor se percate de la incómoda y absurda situación que atravezamos. Alcé el brazo para abrir el grifo del lavamanos y me escudé tras la reverberación del chorro del agua.
- ¿Aló? Espérame un momento, amor.
Diantres, era Billy. De seguro había leído el blog, y de seguro ya tendría preparados algunos dardos predestinados a inquirirme, previamente mancebados entre el rumor de sus expresiones meditabundas. Opté por dejar la cagada a medio hacer (pese a que el dolor estomacal me indicaba que la sesión de evacuado aún no concluía de todo), me limpié el culo con presteza y jalé la cadena, a la vez que avanzaba hasta el chorro de agua del grifo y me restregaba las manos con jabón, colocándome el celular apoyado entre el hombro y la oreja.
- Ahora sí. ¿Cómo estás? -le pregunté, reprimiendo lo más que pude la censación del cague truncado. - Em... bien. -respondió él con su vocesilla inquieta. - Ya. Tan buen actor no eres. - No... O sea que lo viste.
Bingo.
- Sí, y no tengo nada más que decir ni agregar. Si necesitas aclarar alguna cosa, no tienes más que leer el blog. - Te mentiría si te digo que no estoy celoso. - Ya lo veo. - ¿Pero, qué quieres que haga? Él es físicamente mucho mejor que yo. - A eso se le llama baja autoestima, pensé que ya habíamos solucionado el asunto. - Siento tener que ponerme así. - No es tu culpa ser así. Pero tampoco es mi culpa haberme encontrado con él en el bus. - No sé por qué, pero la manera en cómo lo contaste deja entrever que siempre estas al pendiente de él cada vez que subes al bus. - ¿Y qué querías? El pasado forma parte de mi vida, así luche por erradicarlo completamente.
Era cierto, como también era cierto que aquella no era la conversación que me esperaba. Se suponía que la diatriba ya estaría, a estas alturas, alcanzando niveles estratosféricos. ¿Es que Billy había madurado?
- Bueno, nada. Es inevitable que sienta celos cada vez que me hablas de él -dijo Billy. - Igualmente, es inevitable ponerme a pensar todas aquellas cosas que viví cada vez que lo veo. - ¿Por qué siento celos, entonces? - Porque quizás aún no comprendes que de quien estoy enamorado es de tí, y no de él. - Y yo te amo más. Mucho más. - Eso no es posible. Yo te amo más todavía. - Nada que ver. Yo más. - Nos vamos a pasar de cursis.
No nos importaron las cursilerías. Tal vez la discusión tendría bastante material a posteriori, y cuando las cosas no se resuelven hablando, siempre nos queda la cama para reconciliar los ímpetus, y de qué manera. Pero quizás, esta haya sido la primera vez que tenemos una conversación más que civilizada. |
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