Tener dinero en el bolsillo se convierte en un problema. Cuando eso pasa, termino comprando cualquier chuchería, inclusive por el sólo hecho de cambiar un billete grande para recibir, complacido, una montaña de sencillo con el cual llenar la billetera (y de paso, mis bolsillos de atrás). No obstante, por lo general suelo andar sin un duro.
Es más, desde hace un lustro no he podido comprarme ningún CD original. Los únicos que he recibido hasta la fecha han sido regalos de mi novio. El gran dilema es que me gustaría devolverle el gesto pero, sencillamente, no puedo. Tengo demasiadas cuentas qué pagar en casa, tengo toneladas de ropa en el clóset que desprecio porque nunca encuentro qué ponerme y por lo tanto, el poco dinero del que dispongo me lo gasto en más ropa, o en productos para el cabello (qué gay sonó eso).
No obstante, anoche me encontraba paseando por Miraflores, haciendo hora, y decidí entrar a una tienda de discos. Necesitaba preguntar el precio de aquél CD de Miranda! que me quedé con las ganas de regalarle a mi novio por nuestro aniversario. De esta forma, me dispuse a entrar de frente a la sección "rock en castellano".
Ni bien coloco mis manos en las filas de discos, descubro el primer CD de Mecano, el de la legendaria portada blanca del reloj (1982) uno de los pocos que me faltaban para completar mi colección. Desde que tengo uso de razón he visto ese disco en las estanterías, o sea que el precio ya lo conocía de memoria. No obstante, en un impulso inexplicable, lo voltée para buscar la etiqueta del precio. Esto es lo que decía: S/. 25.00 No, el huracán Wilma aún no se dignaba a azotar las costas sudamericanas, al menos no al juzgar por el remezón que sufrí en mis cinco sentidos. Sin creérmelo del todo, con las manos temblorosas (y con el gran pesar de gastarme el dinero inicialmente pactado para un reacondicionador L'Oreal), inicié el corto trayecto hacia la caja registradora, llevando el disco casi al aire, en plan sonámbulo.
- (Necesito) Me llevo este CD. - Muy bien. ¿Boleta nomás no? - Lo que sea.
Ya de arranque el dependiente me había escrutinado con mala vibra. Y es que nadie en su sano juicio compra un CD original ni bien entra a una tienda. Mucho menos en el Perú. Cuando constató el precio del mismo, abrió mucho los ojos.
- Espere un momento por favor.
No llamó a uno, sino a varios dependientes, y de pronto se formó un pequeño círculo alrededor de mí, como si fuese un ladrón. Todos me miraban como quien mira a un vendedor de chocolates transochador.
- ¿Qué pasa? ¿Algún problema? - No, no, caballero... es que no solemos vender discos a estos precios... tan bajos, ¿sabe? - ¿Entonces... no me lo va a vender? - Espere, estamos llamando al encargado.
Pasaron cinco minutos. Vino el encargado, dándoselas de enteradísimo.
- No, señor, disculpe, es un error. Ese disco cuesta 48 soles. - Pero la etiqueta dice 25. - Ya, pero se deben haber equivocado. - ... - ¿Lo va a llevar? Son 48 soles, por favor. (extendiendo la mano).
Su puta madre le pagaría 48 soles. Yo, ni cagando.
- ¿No podrían llamar a alguien más? Porque yo no me muevo de acá hasta llevarme ese disco. - A ver, un momentito... - ¿A quien está llamando? - Al dueño.
La gente, entre divertida y borde, nos miraba de reojo. Si no fuese una oferta tan ofertada, hace rato que me hubiese ido. Pero mi ideal de ser (seguir siendo) fan a morir de Mecano, pudo más.
- Sí, lo siento señor, estaba en lo cierto. Son 25 soles.
Saqué el dinero que llevaba pegosteado de sudor en el bolsillo de la casaca y se lo entregué. El empleado ni siquiera lo tocó. Mi dinero dejó una mancha húmeda de sudor sobre la superficie del mostrador. Colocó el disco en la puta bolsa y me lo entregó sin mayores aspavientos. No iba a decírselo, pero al final, era una oferta y había que agradecerle pese al trato y a la mala experiencia.
- Gracias.
El atorrante ni siquiera correspondió mi saludo con el usualmente amable "a usted, caballero", sino que se volteó para mirar a sus compañeros con cara de yatodopasó. Palpé mi morral. El reluciente CD se agitaba allí dentro. ¡Mierda qué emoción! Me esperaba absolutamente todo... ¡TODO! La parsimonia de abrir la bolsa plástica, razgar el sello de fábrica, aspirar el olor del papel couché, el delicado sonido del disco al salir de su caja por primera vez... No sé si amarme a mí mismo más que a mi suerte.
*Inicialmente iba a colocarles aquí la portada del CD, pero es bien sabido que está considerada (hasta por mí) como una de las peores portadas de discos de la historia. En su lugar, colocaré la de su primer single en vinilo, que debió ser la elegida para el álbum.
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