El tiempo
jueves, diciembre 22, 2005

Lo que tenía que pasar tarde o temprano, finalmente ocurrió: se fue el dolor. Lo que quedó después de tanta angustia fue una sensación de ternura, de ansiedad transformada en ausencia. El dolor que maceraba en las venas de mi sangre desapareció para dar paso a la esperanza. Esperanza de vida, le dicen. Y en ese momento me reí.

Qué patético soy.

¿Cómo podría obligar a una persona a quedarse conmigo toda la vida? ¿En qué mundo estaba viviendo? ¿Por qué no se me ocurrió pensar antes en mí? ¿Por qué no supe darle toda esa fuerza que tanto necesitaba? En definitiva, las cosas más claras se ven cuando uno lo ha perdido todo. Si eso pasa, porque de los restos, uno empieza a construír los cimientos de una nueva vivienda. Una vivienda mucho más amplia, de colores más bonitos, con ventanas grandes para que entre el sol y un baño pequeño para que la mierda se vaya rápidito.

Así fue como empecé a construír mi casa. Y me dio miedo porque ni mis amigos podían creerlo. No faltó quien haya dicho "no hay mal que por bien no venga". Y es que toda esta traumática experiencia sirvió para caer en cuenta de mis propios errores. Había perdido mi individualismo, mi independencia, mi condición de ser humano. Me había sometido al tormento de buscar el calor inmediato, la seguridad, la estabilidad, y eso sólo se encontraba detrás de la venda que tenía en los ojos.

Cómo son las cosas.

Hoy sólo queda reírme y echar de menos. Extrañar también, extrañar mucho, pero con una mano en el corazón y ya sin rencor, sin lágrimas. Las lágrimas pasaron a otra dimensión. Aunque pudiera parecerlo, no he dejado de estar enamorado ni un minuto. Al contrario, el amor se ha tranformado en una energía capaz de mover montañas. El equilibrio, para una persona desequilibrada como yo, es latente a través de mis propios ojos.

If I could turn back time, dijo Cher, y tuvo bastante razón. Pero la leche derramada no puedo volver a su orígen. Al derramarse, tuvo que haber antes un orgasmo. Por consiguiente, ese orgasmo lo recordaremos toda la vida. De no haber cometido errores, no habría podido darme cuenta nunca de tantas cosas, demasiadas. E inclusive, puede que ahora esté más enamorado. Ya no para sufrir, sino para vivir. Después de todo, de eso se trata la vida.

A veces pienso qué hubiese pasado si cuando aún estaba con él, las cosas hubiesen cambiado para bien. No hubiese sido mi vida, sino la de otra persona. Mi naturaleza, por ese entonces, era ser una persona sensible, incapaz de levantarse. Ahora todo es distinto. No me arrepiento. Es mi vida.

Y estoy enamorado, mucho más que el primer día.

Posteado por Cyan a las 8:20 p. m.
 
.