Pertur + Cyan: LAYER 2
martes, octubre 12, 2004

Las miradas TIENEN que tener algún significado. Opino que no es como dicen por ahí, no creo que me mire por obligación a no tener tortícolis, porque siempre se cambia de carpeta y SIEMPRE me mira. Como muestra, un botón: hoy llegó a clase temprano (ya advertido quizás por la amenaza de la profesora) y ME MIRÓ sin parar durante todo el trayecto desde la puerta hasta la carpeta. Se sentó en la misma fila, estábamos paralelos pero separados por tres carpetas, y aún así ¿encontró? la manera de inclinarse para mirarme. Y me siguió mirando hasta que terminó la clase, siempre con intervalos (claro está) en los que miraba a su libro para no perderse la leçon.

Sin embargo, hoy ocurrió un desliz. La profesora nos pidió que preparásemos un diálogo de a dos para el lunes, y que podíamos elegir juntarnos con quien mejor nos pareciera. Casi salto de alegría. Después de todo, por las caminatas diarias, consideraba a Pertur como un "amigo". Pero me equivoqué. Lo vi intercambiando miradas con El Viejo (un compañero de clase que es jubilado y a pesar de tener 60 años estudia francés) porque daba la casualidad que El Viejo estaba a su lado. Yo miraba a Pertur sin parar, como para decirle con la mirada que se acordara de mí, que soy su "amigo", para hacer el diálogo de a dos. No obstante, la que estaba a mi lado era la Chica De La Mala Permanente, la cual me lanzaba miradas y me susurraba "¿Ya tienes con quién hacer el diálogo?". Le deseé la muerte. Fucking cunt! La profesora habló.

Profesora: (A Pertur) Monsieur Badò, ¿con quién va a trabajar?
Pertur: Con Monsieur Viejo, profesora.

Me quedé helado, de una pieza. Pertur había elegido trabajar con El Viejo. Pero ¿por qué? ¿porque, quizás, me había echado el ojo pero ya había visto a la Chica De La Mala Permanente hablando conmigo y pensó que yo me juntaría con ella? Nunca lo sabré, pero la bilis comenzó a desarrollarse en mi interior y monté en cólera. Lo odié. Odié a Pertur, a la profesora, a la Chica De La Mala Permanente, a todos. Y al estar todos emparejados, la profesora me designó trabajar con Chica De La Mala Permanente. Mierda. La Chica De La Mala Permanente me hablaba muy nerviosa, pero yo miraba al suelo, sintiéndome vencido y estúpidamente mal, muy mal. Me dieron náuseas. El mundo se terminaba. El piso se movía como un maremoto dispuesto a tragarme. No aguanté más y, bajo la carpeta, tomé el portaminas y me lo clavé 3 veces en la palma de la mano, apuñalándome, acuchillándome, sintiendo el dolor que afectaba mi sistema nervioso y que apaciguaba el dolor que tenía en el corazón. Cuando empecé a sangrar me fui al baño.

Ya en el baño, me miré al espejo y me convencí que odiaba a Pertur, ese chiquillo idiota que día a día jugaba con mis sentimientos y al cual día a día amaba con cada vez más locura. Cuando mi mano hizo contacto con el agua fría, el dolor físico se apaciguó, pero el vacío en mi corazón, en mi alma, aumentó. Me mordí los dientes para no llorar, esperé a que la sangre dejara de manar, me sequé con papel higiénico y regresé al salón, donde la clase se preparaba para salir porque ya eran casi las 11. Pertur sin inmutarse guardaba sus cosas, y yo hice lo propio. La profesora nos dispensó y yo salí, furioso, a la calle. Atrás de mí venían Pertur y El Viejo, conversando animadamente sobre el diálogo que tendrían que hacer. En la calle, mientras yo aceleraba el paso para no topármelos y a la vez pensaba en las bondades de la eutanasia en las personas de la tercera edad, una vocesilla tímida y avispada me congeló la sangre (de la mano). Me dio el alcance, y habló El Principito:

Pertur: Cyan, Cyan, ¿tú sabes cómo se hace lo del diálogo?

Cyan, Cyan, Cyan, Cyan, Cyan, Cyan... sus palabras se perdían como el eco, y yo deseaba que el aire no existiera para que esas palabras se quedaran por siempre y para siempre. Era la primera vez que Monsieur Pertur Badò me llamaba por mi nombre. Estuve a punto de llorar de alegría. Logré dominarme (recordé mis clases de teatro de la adolescencia) y comencé mi gran actuación.

Cyan: (Actuando distraído) Ah... bueno, según lo que entendí, tienen que construir una situación en un restaurante y luego intercambiar los papeles.
Pertur: ¿Pero se tiene que llevar comida?
Cyan: (Riendo) Nooo... eso es para el exámen final.

Pertur sonrió. Lo amé de nuevo. Le perdonaba todo, que me hubiese ignorado, que hubiese escogido al jodido Viejo en vez de mí. El Viejo tomó un taxi (mientras yo rezaba para que fuese un taxista-asesino) y se alejó, dejándonos libres a Pertur y a mí, nuevamente solos, como hace 2 semanas, cuando hablamos por primera vez. El Gordo había faltado y pensé que mejor suerte no podía tener. Me apresuré a tomar la palabra:

Cyan: (Riendo) Hoy te han hecho madrugar ¿eh?
Pertur: Sip... qué flojera ¿no? (Riendo).

Silencio. Piensa en otro tema Cyan, piensa...

Pertur: Oe verdad, hoy no vino El Gordo, seguro se quedó dormido.
Cyan: Ni tampoco vino El Narizón. Ayer tampoco vino.
Pertur: De repente porque... ah, verdad! Jajajaja (Riendo convulsivamente) ¡Se quedó varado!
Cyan: ¿Cómo así?
Pertur: Por lo de LanPeru pues... ¿No has visto las noticias?
Cyan: Emm... nommm... No veo noticias.
Pertur: Pues hubo un problema en LanPeru, en Cusco, y el Narizón se fue a Cusco por el fin de semana, así que fácil ya se quedó varado.
Cyan: Uy qué piña...

Pertur rió una vez más. La historia parecía hacerle gracia. Cuando rió, noté que se reía como un Pokemon. Al soltar la carcajada, su boca tenía la forma de dibujo animado. Parecía la boca de Meowth, aunque sin colmillitos, sino unos dientes blanquísimos. La risa de Pertur era francamente idiota. Me he enamorado de un nerd con risa de retrasado mental, pensé, y no me causa repulsión. Me enternece. Me gusta. Lo amo.

Pertur: Pucha qué sueño levantarse otra vez mañana...
Cyan: Caballero pues.
Pertur: Esta tía tiene cara de mala. No me conviene faltar de nuevo.
Cyan: Pues sí.

A pesar de mi estado monosilábico (por la turbación) Pertur sonreía sin parar, parecía estar de muy buen humor. Llegamos al paradero y Pertur jugaba con su pelo al viento. Siempre noté su obsesión por su pelo, en clase también se peina con los dedos todo el tiempo, acomodándose, quizás es el único aspecto de coquetería o de narcisismo que posee. Pertur seguía peinándose, el aire era inclemente... Su pelo... ¿Pertur será gay?

Pertur: Oe bueno Cyan, yo me quito. Nos vemos mañana. Chau.
Cyan: Ya, nos vemos. Bye, cuidate.

Nos dimos la mano, me miró de reojo y se fue. Las dudas vienen a mi cabeza. Por lo que pude entender, Pertur está teniendo más confianza en mí y me considera su "amigo". Sin embargo... ¿Por qué me rechazó para hacer el diálogo de a dos? ¿Por qué escogió al Viejo? ¿Por qué me mira TANTO? Me dieron ganas de preguntarle el porqué de sus miradas insistentes. "¿Oye, por qué me miras así en clase?". No, imposible preguntárselo. Me quedé pensando en su pelo. A los gays nos obsesiona nuestro cabello. Como diría mi amigo Robus Tito: "Tienes que entrar a su baño, Y SI TIENE GEL...".

Posteado por Cyan a las 11:57 a. m.
 
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