Si las miradas mataran...
lunes, octubre 11, 2004

Ya estaría muerto y sepultado, previo velatorio en el cual exigiría que me tiñan el pelo de blanco (como Andy Warhol) y estar en un ataúd blanco con manchas negras (como papel tapiz de vaquitas). Hoy Pertur Bado, contra todo pronóstico, llegó más tarde de lo normal (9:50am), y tuvo que deshacerse en explicaciones con la profesora, la cual, gracias a Dios, lo perdonó por ser "la última vez" y lo dejó pasar, como siempre, hacia la carpeta situada justo enfrente de mí, o mejor dicho, en la que acostumbro sentarme.

Profesora: ¿Por qué has llegado tan tarde?
Pertur: (Más perturbado que nunca) Ah... porque (sonrojándose) tuve un trabajo de grupo...
Profesora: ¿Y eso es todos los días?
Pertur: No, no, sólo hoy.

Sospeché que había que ser bien salvaje para hacer trabajos de grupo antes de las 9am, pero supongo que si estás en la Católica y estudias Derecho, pues debe ser un poco diferente. Al menos pude enterarme de un episodio más de su vida cotidiana: trabajos de grupo... Apuesto que con lo guapo que es, sus compañeras de clase de la Católica también lo acosarán. Luego vi su expresión de perro Droopy y pensé que no, que era imposible, que sólo YO me iba a fijar en un chico tan tonto y tan lindo como él.

Hoy también reparé en otra chica de la clase: delgada, unos 16 o 17 años, blanca, de cabello largo negrísimo y muy regia, con atuendo ceñido y deportivo que combinaba a la perfección todos los tonos de rosado, á la Legally Blonde, sólo que sin la cabellera platinada. La chica era en verdad linda, y me pareció curioso que no me hubiese fijado en ella. Reí al pensar que, de ser straight, me gustaría salir con ella. Pero luego me vino una ola de celos. Si la chica es realmente linda, Pertur la debe estar mirando. Me equivoqué. La chica no existe para él, es más, toda la clase no existe para él, excepto yo (al menos eso es lo que me dicen sus miradas).

Cuando lo miré para comprobar si estaba mirando a la chica linda, me estaba mirando a mí. Luego empezó a mirar de reojo hacia todos lados. Y finalmente regresó a su hábito diario: mirarme (eso es lo que creo yo). Sin embargo, hoy creo que se pasó de la raya. Cuando estaba haciendo los ejercicios del libro, levanté la mirada y vi que Pertur, con la cabeza levemente inclinaba hacia abajo, me examinaba, me PERFORABA con su mirada inquisitiva. Me miraba como miraba Anthony Hopkins a Jodie Foster en The Silence of the lambs. Sólo que él no estaba en un calabozo, ni su mirada se hacía desquiciada, pero sí demasiado insistente.

Yo levanté los ojos y me topé con su mirada de Hannibal Lecter. No sonreía. Sólo me miraba. Y me miraba más. Y me seguía mirando. Y yo, nervioso, lo esquivé y miré el libro. Dejé que pasaran 5 segundos. Volví a mirarlo y él ME SEGUÍA MIRANDO. Bajé la mirada nuevamente. Otros 5 segundos después, me seguía mirando. Y así. No me atrevía a corresponder su mirada, a perderme en ese mar infinito de deseo. Calculo que me habrá mirado a los ojos sin para durante más de un minuto. ¿Por qué me mira tanto? ¿Qué me quiere decir? ¿Acaso querrá que me de cuenta que me está mirando? ¿O mirará mi ropa, mi pelo, mis zapatillas rojas? No, me mira a mí, directamente a los ojos. Dios mío. Sentí una convulsión en el estómago al pensar que hoy ¿podría ser? el día en el cual Pertur me quiera decir, a través de esa mirada insistente, que yo también le gusto. No, son bobadas. Tonterías sin sentido. Pertur es para los otros, para el resto, para cualquiera menos para mí. Él es demasiado lindo como para ser mi novio. Demasiado. Too much.

A pesar del gran descubrimiento y de la mirada volcánica de Pertur, me sentí triste al pensar que quizás me puedo estar equivocando. Uno nunca sabe. Terminó la clase y salí junto al Gordo (Pertur se fue a la oficina de la administración, no sé para qué). Cuando yo y el Gordo caminábamos (yo disminuía el paso a propósito para esperar a mi amado), al mirar atrás vi a Pertur nervioso, cuasi corriendo y ¿sonrojado?, presuroso seguramente por alcanzarnos. Sonreí al pensar que pudiese haber estado sonrojado por mí. Pero no. Llegó, muy sonriente (¿por qué cambió de expresión tan rápido?) y se puso junto al Gordo. Mierda. No obstante, cuando se unió a la conversación, noté que me hablaba a mí, o hablaba mirándome a mí. Al llegar al paradero, dijo:

Pertur: Bueno, ya me tengo que ir. (Al Gordo) ¿Vamos?
Gordo: Vamos pes. Chau Cyan.

Yo pensé en retener un poco a Pertur, le di la mano y tardé bastante en soltársela, pero él no me miró al despedirse, miró a la combi que ya estaba por irse, luego miró al Gordo y ambos subieron. Pero no se sentaron juntos. La combi arrancó y me quedé con el corazón acongojado de amor. ¿Por qué me mira tanto? Si le gusto ¿por qué no hace lo mismo que yo, por qué no se retrasa, por qué no busca una excusa para hablar conmigo a solas? ¿Por qué me mira TANTO? ¿Por qué ni siquiera me miró cuando se despidió? ¿Qué espera de mí ese chico de 18 años?

Ahí me di cuenta que si el matrimonio gay existiese en el Perú, le propondría matrimonio. Lo que más quiero en esta vida es la Señora de Bado, o mejor dicho, el Sr. Cyan Bado. No suena bien, pero a mi corazón le basta.

Posteado por Cyan a las 11:52 a. m.
 
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