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Un nuevo amigo
miércoles, octubre 13, 2004 |
Hoy Pertur no asistió a clase (debió haberse quedado dormido) y descubrí cuán horrorosas pueden ser las lecciones de francés sin su presencia, sin sus miradas penetrantes, sin su cabello volviéndose rubio al sol y sin su voz de Kissifur (¿lo recuerdan?). Todo se me hace eterno, creo que mi vida sólo se está rigiendo en torno a él y estoy ad portas de entrar a una época enfermiza. Si tan sólo supieras, querido Pertur, que pienso en tí todo el día, sin parar, que de noche no consigo conciliar el sueño, que conozco de memoria cada centímetro de tu rostro, que en la parte de atrás de mi cuaderno hay más de 20 hojas de dibujos a lápiz de tí, que en mi computadora existen al menos 10 ¿canciones? ¿poemas? que he escrito sólo pensando en tí y que pienso seguir escribiendo, y que también tengo un blog en el cual medio Lima se entera de lo mucho que te amo y de lo mucho que sufro por tu culpa. Por tu culpa. Porque tú tienes la culpa de todo.
Ahora, cierro este relato momentáneamente para abrir otro episodio que me gustaría narrar y que aconteció ayer. Hace unos meses (gracias al Gaydar) conocí a un chico bastante atractivo llamado Sebas Thián. Nos habíamos caído bastante bien y yo me quedé fascinado con lo bello que era. Alto, delgadísimo, blanco, pecoso, cabello castaño, facciones perfiladas de estatua griega, orejas grandes y unos lentes de carey parecidos a los míos. El tal Sebas dejó las cosas en claro desde un primer momento: yo no era su tipo en absoluto, pero podíamos ser amigos. La idea de hacer migas con un chico tan guapo me causó cierto morbo, después de todo mi mejor amigo también es bastante atractivo y lo he visto desnudo millones de veces, y nos hemos besado en broma otras dos millones de veces (he ahí los beneficios de hacerse muy amigo de un modelo de pasarela).
Volviendo al relato, yo no había visto a Sebas por el MSN hacía un par de meses, hasta ayer en la tarde cuando me abrió una ventana para saludarme. Yo estaba bastante ofuscado por el asunto de Pertur, y como además estaba con algo de plata, le propuse que fuéramos al cine. Le pareció una buena idea para conocernos, y quedamos en encontrarnos en el Jockey Plaza, porque además él vive por ahí. Nos encontramos como a las 8pm y tuve que agarrarme de la pared para no desmayarme, porque el chico era bastante más guapo que en sus fotos. Era realmente encantador, tenía en los ojos esa chispa de picardía de la cual carecen muchos, y lo mejor de todo fue que nos caímos demasiado bien. Decidimos ir a ver Gatúbela, y a decir verdad la disfrutamos pese a ser el típico subproducto hollywoodense (y el caramelo visual de volver a ver a Sharon Stone después de mucho tiempo, quien está más regia que nunca, siempre fui adorador de esta sensual rubia).
Durante el cine y después, Sebas no paraba de contarme su vida y de reírse a carcajadas. Yo también hacía lo propio y al acabar la película, ya parecíamos dos viejos amigos. Me gustó haber encontrado una persona tan linda como él para poder conversar. Empezamos a caminar, nos sentamos en un parque y continuamos la plática, bastante amena por cierto. Sebas me contó que tiene la suerte de haberle contado a sus padres que es gay, y que su mamá es tan comprensiva que hasta van juntos a las discotecas de ambiente (!). Yo me desternillaba de risa mientras él continuaba sacando a la luz varios otros pasajes de su vida, siempre con el toque humorístico de por medio, parecía tener todo un libro de experiencias que contar.
La hora se nos pasó como volando, no nos dimos cuenta que habían dado las 12 de la noche. Sebas me preguntó si tenía algo qué hacer más tarde, y yo mentí y le dije que no. Fuimos al KFC a comer un sandwich y seguimos conversando. Sebas era tan lindo... pero más que nada era una persona como pocas: divertido, guapo y buen amigo. Me moría de ganas por contarle que estaba enamorado de un chico de mi clase de francés, pero al final no consideré oportuno mencionarlo. Sebas también me hablaba de hombres, de los actores que le gustaban, e inclusive me contó que la pasó de lo lindo con un chileno que vino de paso por Lima. Atando cabos, concluí que aquél chileno era nada menos que Memo, el que me envió el DVD de "The Rocky Horror Picture Show" por DHL y que me llamó el día de su partida para disculparse por no haber podido quedarse más tiempo para conocerme. Resulta que Memo también había ligado con Sebas, pues lo llamó desde el momento en que bajó del avión, fueron a su hotel y e hicieron el amor (no me lo dijo con esas palabras, pero se puede deducir fácilmente si es que "pasaron juntos todo el día en su cuarto de hotel"). Me reí y le comenté la historia del DVD. Sebas dijo que Memo era un hombre bastante agradable, buenísima persona, y reímos al darnos cuenta que habíamos compartido un posible amante.
Pasaban las horas, y como a las 3 de la mañana, Sebas se asustó porque pensó que no era tan tarde, y dijo que tenía que levantarse al día siguiente a las 6am para ir a la agencia de marketing en donde trabaja. Lo acompañé caminando a su casa y me dijo que le alegraba mucho haberme conocido, que la próxima vez él pondría las entradas al cine y que seguiríamos en contacto. Yo paré un taxi y Sebas se despidió de mí con un abrazo. Mientras el taxi se alejaba, Sebas me hacía adiós y me atraganté de risa cuando me empezó a hacer unas muecas graciocísimas, a lo lejos.
Lo positivo de la experiencia es que durante unas 6 horas no pensé en Pertur en lo absoluto, y eso es bueno para darle un respiro a mi atormentado corazón. Pero me quedé con la espina de Sebas. Qué chico tan guapo, caray, y tan divertido... Debo reconocer que ganas no me faltaron para decirle "Hey, ya que vives solo y tu depa está acá a la vuelta, por qué no me invitas a conocerlo", sin embargo, hay que ser muy prudente también. Él ya dijo antes que sólo me podía ofrecer su amistad y nada más que eso, y es todo lo que espero de él. En realidad también me gustaría llevármelo a la cama, pero sólo si él me lo pide. Además, sería la envidia del resto de mis amigos si es que me convierto en íntimo de Sebas. Uno se siente bien al caminar con un chico así por la calle. No voy a sufrir por el hecho de no gustarle, pero a veces el tiempo nos depara sorpresas. Como dice Humphrey Bogart al final de Casablanca: "Este parece ser el inicio de una larga amistad...".
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