Doctor Sex
lunes, enero 23, 2006

Mi segunda cita con el doctor sexy no transcurrió como yo lo esperaba. Me ha dado por establecer dos teorías:
1) Pasa total de mí.
2) Le gusto y por ende se intimida.

La razón por la cual me pongo a pensar esto es porque desde un primer momento no pudo soportar mi mirada. Se limitó a observarme a los ojos duramnte unos segundos y a anotar en mi historia clínica todo lo que yo le iba relatando, como un experto taquígrafo. Reconozco que esta segunda vez que lo vi me pareció menos guapo que antes pero igual puedo reconocer su cuerez.
Además, es rubio. Y su uniforme blanco pone.

De la historia clínica pasó a hacerme un test de personalidad. Me alcanzó unas hojas en blanco, un lápiz algo mordisqueado y un borrador negrísimo, y me pidió que dibujara a una persona, ya sea hombre o mujer. Me dibujé a mi mismo en estilo manga, con tal perfección que estoy seguro hubiese hecho palidecer de envidia al mismísimo Masakazu Katsura. Cuando terminé mi dibujo, me pidió que dibujase una persona del sexo opuesto al que había dibujado anteriormente. Dibujé, por ende, una chica Katsura con uniforme escolar, tetas grandes, microfalda plisada, pantaletas de encaje y expresión inocente.

Por último, el doctor sexy me pidió que dibujase un árbol. Dibujé uno de esos grandes y frondosos baobabs de "El Principito". A continuación tuve un flashback hacia esa época. Cuando era niño, todo era más fácil. Me limitaba a leer dicho libro y a pensar que algún día me perdería en el desierto y que un accidentado (y cuero) piloto francés vendría a rescatarme y a convertirme en su amante. Sí, Antoine de Saint-Exupery dio rienda suelta a su pederastia en ese libro, pero tampoco estamos aquí para hablar de pedofilia. Suficiente tuve con Billy, y estoy en plan de olvidarme de él.

El doctor me dio cita para fin de mes y se despidió secamente con un apretón de manos. Me quedé pensando en esa caja toráxica que se adivinaba deliciosa bajo la camisa blanca. Llegando a casa, me masturbé. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y me sentó bien hacerlo. Desfogué tenciones. Me imaginé que aquél mismo doctor me poseía sobre su escritorio y bueno, ya ustedes se imaginarán. Necesito sexo urgentemente.

Posteado por Cyan a las 10:51 a. m.
 
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