Santo entre los Santos
domingo, enero 08, 2006

En un principio iba a adelantarles algunas novedades con respecto a un ligero acercamiento (si es que se le puede llamar así) entre Billy y yo, luego de nuestra dolorosa ruptura, pero me ahorraré detalles para poder comentar los hechos de ayer, aunque a estas alturas está de más, pues mi querida tía C acaba de realizar un extendido y minucioso recuento en su blog, misma DINANDRO, de los hechos subsecuentes al cumpleaños de Santos.

Sólo puedo empezar diciendo que el progreso de la gente me estimula un montón. Eso de mudarse de Comas a Jesús María es un paso agigantado hacia la solidificación de la vida social (pues ni cagando te irían a visitar si vivieses tan lejos, más aún si haces una fiesta). Y el depa muy bonito, todo bien puestecito, inmaculado y hasta con su toque chic. Lo malo es que ni por asomo se dieron el trabajo de sacar a relucir el buen gusto. Me refiero al buen gusto musical.

Llegué pasadas las nueve de la noche, sobretodo porque Billy me había advertido que sólo se quedaría hasta las 10, dadas sus múltiples ocupaciones para esa noche (se le cruzaba con el cumpleaños de Camila). No tenía muchas ganas de ir, pero se lo había prometido. Además, la noche anterior habíamos concluído una conversación bastante mala, y con lágrimas de por medio.

No obstante, al llegar, Santos me recibió con una dosis estruendosa de reggaeton de la peor clase. El lugar estaba desierto. En el balcón sólo habían tres personas. Billy, Alejandro y Lain. Me sorprendí al ver que Billy se aproximó a saludarme, extendiendo su brazo de antemano, pero la emoción se esfumó al notar el tono seco de su voz, y peor aún cuando en vez de quedarse conversando conmigo, siguió de largo para fisgonear por las inmediaciones del equipo de música.

El hecho que hayamos decidido ser amigos no fue excusa para sentirme un poco excluído, al menos por él. Llegaron más bloggers: la tía C, el famoso DJ Traca, Wondermeli y Germán. Germán, la tía C y yo establecimos un pequeño círculo de conversación cinéfila, mientras Billy monopolizó su plática con Wondermeli, dándome la espalda totalmente. ¿Esa era la amistad que me había prometido?

Hacia las diez de la noche el panorama no cambió. Billy siguió conversando con Wondermeli y sólo se unió a nuestro grupo cuando le llegó la hora de despedirse. Creí propio retenerlo un poco cuando se despidió de mí.

Yo: ¿Estás molesto conmigo?
Él: (Sonriendo) No, ¿por qué?
Yo: Porque pensé que me estabas excluyendo.
Él: (Sonriendo) No, para nada.

Su sonrisa fue muy sincera. La misma sonrisa que sigue provocando fuegos artificiales en mi interior, como dice la canción de Pretenders. Sin embargo, fue allí mismo donde aproveché para darle lo único que me quedaba de él: un mix CD que le grabé dos días antes de terminar nuestra relación, el cual nunca llegué a entregarle, y que tontamente decoré con símbolos de amor, corazoncitos, y demás boludeces techno-chochis.

Él: ¿No podrías quedártelo tú?
Yo: No, lo hice para tí. Es tuyo.
Él: Okay. Cuidate, bye.
Yo: Chau.

Y se fue y me sentí un poco mejor al haberme deshecho del único eslabón que me ataba a él. En el interín llegaron más bloggers, como Andrés Kishimoto y su novia pokemona, Ricardo Gálvez y su esposa sonriente, y Ser Humano con su Vodkita al jugo, muy linda y regia ella. La verdad me hubiese encantado quedarme, pero los antidepresivos que estoy tomando me causan somnolencia sobreanticipada, de modo que había llegado la hora de decir adiós, en medio de perreos, salsas pasadas de moda, batucadas, pirañitas, chicos impresentables, más chicas pokemonas, chicas con gato y sin gato, y mucho mucho humo. Para la próxima será, Santos. Y Felíz Cumpleaños de nuevo.

Posteado por Cyan a las 11:09 a. m.
 
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