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Sexo animal
miércoles, enero 25, 2006 |
No, no se me ha dado por la zoofilia. Está bien que mi perro sea gay y que se lo monten todos los canes del vecindario, pero tampoco estoy tan desesperado. Dios no quiera.
Lo que sucedió fue algo mejor: tuve sexo. Y del bueno.
Debo reconocer que me sorprendió el grado de maldad y premeditación con el cual llevé a cabo mi plan. El hombre escogido fue quien ya todos saben: Rodrigo. La suerte estuvo de nuestra parte. Mi abuela y mi padre no estaban en casa, y Rodrigo me llamó porque le habían prestado un DVD de Thalia que quería ver (él no posee reproductor de DVD en su casa). Lo invité a venir, preparando de antemano la iluminación, la ubicación de los muebles y la disposición de las cosas en mi cuarto.
Rodrigo llegó puntual con una exquisita camisa blanca a rayas celestes. Me dieron ganas de arrancársela a mordiscos pero debía ser paciente. Tenía que pre-calentar el ambiente primero. Pusimos el DVD de Thalia y él empezó a coreografiar una a una las canciones, mientras yo lo observaba tendido en mi cama, esperando hacer mío ese cuerpo que ya empezaba a ponerse sudoroso.
Cuando se cansó de bailar se sentó en el sillón, sobre unos discos que había colocado allí con premeditación. Me preguntó de qué eran, y le respondí que eran PORNOS GAYS. Me dijo que la pornografía le ponía mucho, de manera que, ipso facto, al rato estuvimos ambos tendidos en mi cama, observando la película y con sendas erecciones en nuestras entrepiernas.
Pasaron unos quince minutos y parecía no estar interesado en iniciar algo conmigo, de manera que puse en práctica el plan B, heredado directamente de la película "Cruel Intentions".
Yo: Las fotos que te tomé la vez pasada salieron mal. ¿Quieres que te tome más? Él: ¡Sale y vale!
Sabía que nadie le ganaba en vanidad, y no me equivoqué. Saqué toda mi ropa del closet y estuvo modelando para mí casi todo mi guardaropa mientras yo, cual Ryan Philippe, le tomaba fotos de cerca, emocionándolo para hacerle la pregunta:
Yo: ¿Sabes que sería super sexy? Que te sacaras fotos en ropa interior. Él: ¿Qué? Yo: ¡Claro! ¿No quieres que te lluevan hombres? Mira, te tomo fotos en calzoncillos, las subimos al Gaydar y vas a ver que mañana estarás atiborrado de mensajes de muchos chicos guapos. Él: ¿Tú crees? Yo: ¡PERO POR SUPUESTO! Él: Es que... me da un poco de vergüenza. Yo: ¡Ay por favor! Somos amigos y nos tenemos confianza, ¿o no? Él: Y, sí, pero igual me da roche. Yo: Mira, yo te digo cómo posar. Si quieres ser modelo, debes dejar de lado el pudor. Él: Tienes razón.
Fue así como le fui tomando fotos primero sin camisa, después sin medias, y al final sin pantalón. Está de más mencionar que el hecho de tener su cuerpo velludo en mi cama me producía bastante morbo, y me era difícil caminar porque mi pene estaba tan duro que de él manaban toneladas de pre-cum. Lo observaba colocarse en cuatro patas, de espaldas, de frente, y el calor aumentaba en la habitación. Finalmente, le pedí que se sacara el calzoncillo.
Lo que vino a continuación fue la visión del paraíso. Nunca imaginé que su verga fuese tan grande y bonita. Empecé a temblar de ansiedad. Las fotos me estaban saliendo movidas, sobretodo porque su verga no tardó en erectarse.
Yo: ¿Estás excitado? Él: Sí. Tengo ganas de tirar. Yo: Yo también. Él: No te pases. No voy a tirar contigo. Tú eres mi amigo.
Luego, en un arranque de arrechura, tomé su pene estratégicamente por la cabeza y empecé a acariciarlo con el pulgar. Después inicié rítmicamente un movimiento de arriba hacia abajo, masturbándolo. Lo oí gemir. Parecía gustarle lo que estaba haciendo.
Yo: Déjame chupártela, al menos.
Rodrigo no dijo nada. Sólo cerró los ojos y aulló cuando metí su pene en mi boca. ¡Qué placer! Había pasado casi un año que no tenía contacto sexual con nadie que no fuese mi ex novio, y más aún cuando al fin había conseguido sacarme el clavo con Rodrigo. Seguí engullendo aquella maravilla de la naturaleza y creí conveniente pasar mi lengua por sus testículos, por su pubis, por su estómago, subiendo poco a poco hasta lamerle el pecho y las tetillas (recuerden que sus tetillas son rarísimas, como si fuese un doble pezón, pero igual estaba muy excitado y ya no había marcha atrás).
Rodrigo no paraba de gemir y fue una sorpresa cuando se dio la vuelta, ofreciéndome el culo. A lengüetazo limpio, fui oyendo cómo su placer se incrementaba hasta que lo obligué a decirme lo que quería escuchar.
Él: Métemela.
Antes de hacerlo, me saqué la ropa yo también, me eché encima de él, lamí su cuerpo de pies a cabeza y terminamos haciendo de todo, y en todas las posiciones. Y cuando digo de todo, realmente me refiero a DE TODO. Me vine tres veces. Al final sólo quedó un mutuo sentimiento de culpa y la promesa de que nunca más íbamos a hablar sobre lo que acabábamos de hacer. Cuando se fue, me quedé cansado y solo, pero feliz. |
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